Refuerzos (II)

145 33 1
                                    

En cuanto los vampiros se acercaron lo suficiente a Goldmi, se encontraron con que ésta había desaparecido, habían dejado de sentir su presencia. De hecho, no se había movido, sino que su aura se había desvanecido gracias a Una con la Naturaleza. Mientras no se moviera, parecería una planta más.

Eso los confundió un momento, denegándoles un objetivo al que atacar. Se detuvieron y escudriñaron los alrededores con suma precaución, ya que era evidente que algo no estaba bien. Por desgracia para ellos, los alrededores no incluían el suelo que pisaban.

Cuando se quisieron dar cuenta, la vegetación baja se había Enredado en sus pies. Antes de poder liberarse, empezaron a aparecer raíces, cada vez más gruesas. Cuando todavía estaban luchando por escapar, una Prisión Vegetal los envolvió.

En pánico, empezaron a usar sus hechizos contra las plantas, aun hiriéndose ellos mismos. Conseguían así liberarse de algunas ataduras, pero más poderosas raíces surgían de la tierra, sumergiéndolos en ellas. Por si fuera poco, un extraño Sopor se iba adueñando de ellos, adormeciéndolos.

Goldmi era en general reluctante a usar así la naturaleza, tan agresiva, sufriendo tantos daños. De no serlo, probablemente no tendría la conexión.

Para desgracia de sus enemigos, aquella naturaleza no era real, sólo una recreación de maná. En unas horas, volvería a recomponerse, como cualquier ser de la mazmorra.

Por ello, tras encerrarlos en Prisión Vegetal, los había declarado Proscritos, y la propia naturaleza se había encargado de atacarlos sin que ella tuviera que hacer nada. Uno de ellos se había transformado en sangre para escapar, pero, al recomponerse de nuevo, todas las plantas se habían abalanzado hacia él, haciendo inútil su esfuerzo.

La elfa se encontraba cansada y con apenas maná, así que recurrió a Préstamo de Maná y Préstamo de Energía, absorbiendo dicho maná y energía de la naturaleza artificial. Tendría que devolverlo, pero eso sería más tarde. Sus amigos necesitaban su ayuda ahora.

De hecho, si no lo había pedido prestado antes, había sido para no dejar a la naturaleza que la rodeaba sin recursos. Primero había necesitado lidiar con sus enemigos.

Usó Vínculo de Maná y Vínculo de Energía para transferir parte de lo recuperado a sus hermanas, quienes también lo necesitaban. Seguidamente, volvió a apuntar con sus flechas.



–¡Ella es el objetivo! ¡Está debilitada! ¡Aprovechad ahora!– exclamó el líder de los vampiros, mientras se transformaba en sangre para evitar que un Despedazar lo volviera a alcanzar.

La sangre retrocedió un par de metros y él reapareció, con un brazo menos. Un Despedazar previo lo había cortado. Lidiar con el alto humano a la vez que vigilaba a Nilgha no era fácil. Cuando había perdido el brazo, se había visto obligada a esquivarla tras un ataque del Eldi, y había acabado siendo presa fácil del hacha al hacerlo.

Estaba en las últimas, y su compañera no estaba mejor. Al principio, la vampiresa de pelo corto había logrado mantener a raya a la lince. No era fácil enfrentarse a una bestia mágica e inteligente de apenas un par de niveles menos, pero era una buena luchadora.

La situación se había agravado cuando sus fallecidos compañeros habían empezado a atacarla, controlados por Gjaki a través de Nigromancia. Si bien prácticamente no podía mover su cuerpo, había recuperado suficiente maná y sangre para mover los de los muertos.

Aunque su poder era inferior a cuando estaban vivos, ser agarrada por sorpresa de una pierna la había hecho perder el equilibrio. Eso lo había aprovechado la lince para atacarla.

Había logrado zafarse con su técnica de escape, pero no había resultado indemne. Usar la técnica tenía un precio, además de las quemaduras y arañazos ocasionados por su enemiga.

Ahora estaba siendo acosada por la lince y un par de antiguos compañeros controlados por Gjaki, sin tener prácticamente tiempo para respirar. Las heridas se acumulaban, y su maná y sangre disminuía. Por ello, cuando vio llegar a los refuerzos, recuperó la casi perdida esperanza.

Los trece vampiros se dirigieron directamente hacia Gjaki, sin necesidad de atravesar la barrera. Tenían un dispositivo que resonaba con dicha barrera y les permitía superarla.

Los cuatro más adelantados quisieron abalanzarse sobre la vampiresa, pero cayeron en los agujeros creados por Eldi. Inmediatamente, seis Mastines de Sangre entraron en las trampas para rematarlos.

Aunque mucho menos poderosos que los vampiros, estos habían caído sobre afilados carámbanos. Los seres de maná había aterrizado sobre ellos, mordiéndolos, hundiéndolos más en el frío y afilado hielo. Sin bien los mastines también eran dañados, no importaba si cumplían su función.

Los otros nueve se pararon en seco ante el repentino imprevisto. Las trampas ocupaban todo el espacio entre dos enormes rocas, por lo que no eran fáciles de atravesar. Quizás pudieran saltarlas, pero no podían saber si había otras trampas al otro lado. De hecho, las había.

–¡Demos la vuelta!– exclamó el líder del grupo.

Rápidamente, el resto lo siguieron, aunque esta vez estaban atentos a nuevas trampas. Un ser de maná, de naturaleza similar a los mastines pero más grande, los precedía.

–¡Acabad con esos dos! ¡Yo me desharé de los demás! ¡No me sigáis!– informó Gjaki a sus compañeros.

Estos no entendían muy bien a qué se refería, pero estaban ocupados con sus adversarios. Tenían que rematarlos antes de que los otros vampiros llegaran. Apenas tenían unos segundos.

Fue entonces cuando la azor Chocó por detrás contra el vampiro manco, dañándolo con su aura de viento y empujándolo hacia delante, desequilibrado.

Eldi lo recibió con Taladro, usando el hacha como si fuera una lanza gracias Lanzacha. Quizás el vampiro hubiera podido evitarlo, pero al mismo tiempo llegaron tres flechas que Goldmi había sincronizado con el ataque de su hermana alada. Además, Nilgha sobrepasó rápidamente a Eldi, y atacó con su espada desde el costado con Estocada Final.

Fue atravesado por la Lanzacha, la espada y un par de flechas. Su mirada con los ojos muy abiertos parecía querer decir que no podía creérselo, pero fue incapaz de emitir un sonido más.

Eldi dejó el hacha atravesando a su enemigo, y sacó una lanza del inventario. Con Jabalina, la lanzó contra la vampiresa enemiga, que suficiente tenía con lidiar con su enemiga.

La pudo esquivar, pero el brusco movimiento no fue desaprovechado por la felina, que Desgarró su pierna izquierda.

A duras penas podía la vampiresa mantener el equilibrio y defenderse de los ataques, cuando llegó una segunda Jabalina, precedida por tres flechas más. Los nueve vampiros llegaron justo para ver como una enorme lince Trituraba el cuello de su compañera a apenas unos metros de ellos. No obstante, la mayor parte de su atención estaba en su objetivo, en Gjaki.

Eran nueve, que apenas estaban un poco cansados por la carrera, y frustrados por la situación. Sus enemigos estaban agotados y heridos. Si bien habían logrado lo imposible de aguantar hasta ahora, no podían enfrentarse a nueve vampiros de alto nivel con sus reservas de maná y sangre casi intactas.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora