Posición defensiva

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Estaban volviendo a colocar trampas cuando la elfa se detuvo y sonrió.

–Pikgra lo ha conseguido– informó, claramente aliviada.

–¿Cómo está?– preguntó la drelfa.

–Volviendo. Espero que bien. Aunque suele estar un poco triste cuando elimina a uno de los generales– explicó Goldmi.

Todos asintieron. Incluso Eldi, que apenas sabía del hada desde hacía poco tiempo, había estado preocupado. Ahora, sólo faltaba que volviera.

Llegó cuando se estaban tomando un descanso para recuperar maná, después de poner las trampas por tercera vez. Habían eliminado a un par de docenas más siguiendo el mismo método. Esta vez, Goldmi había tenido que provocar a varios antes de que un grupo numeroso fuera hacia ellos.

De hecho, era mejor así. Si sólo eran unos pocos, lidiaban con ellos directamente, sin dirigirlos a la trampa. Era más lento, pero mucho más seguro.

–¡Tía Omi!– se abalanzó Pikshbxgra sobre ella –. ¡Bien! ¡No hay maná malo!

Estaban descansando en una Tierra Consagrada, así que estaba limpio de miasma. El hada había estado sufriendo todo el camino, siendo atacada por la corrupción continuamente. Allí, podía descansar abrazada a su tía.

–¡Tsch! ¡Os habéis estado divirtiendo sin mí!– protestó la azor.

Aterrizó frente a la elfa, reclamando su comida mientras golpeaba al suelo con una pata. Aquella actitud hizo reír a los demás, pero al ave albina no le importaba. Estaba demasiado ocupada relamiéndose.

–Mientras tú estabas de paseo, nosotras trabajábamos– la criticó la lince.

–Ñam, ñam. Trú cuarjchro pattchras crunñam...– le respondió la azor, siendo totalmente ininteligible.

Aunque la comunicación era telepática, de alguna forma, el estar concentrada en la comida le impedía hablar coherentemente. La lince suspiró. Tendría que intentar molestarla más tarde.

La elfa, por su parte, no podía aguantarse la risa. Los demás la miraron, parpadearon, y la dejaron estar.

Un rato después, volvieron a ejecutar la trampa, esta vez con la ayuda de la azor. Le resultaba muy fácil provocar a unos perdidos, haciendo un Eslalon entre ellos, y alejarse volando. Evidentemente, sobrepasar la trampa no era un problema para ella.

A la siguiente, con veintisiete perdidos eliminados, subieron a 87.



Goldmi recuperó el hechizo Gran Escudo, que crea un enorme escudo de viento capaz de repeler o debilitar poderosos ataques. Muy especial ha de ser el proyectil para atravesarlo y no ser desviado o ralentizado. Aunque no lo había usado mucho, resultaba muy fácil de levear con la ayuda de sus compañeros, así que lo habían llevado a 10 simplemente haciendo pruebas.

Como habilidad, había recibido una similar, Escudo Verde, aunque este escudo de plantas es mucho más sólido y lento de formar.



En cuanto a Eldi, Imán crea un campo magnético que atrae objetos metálicos. Se sorprendió al comprobar que, como en el juego, no sólo funcionaba sobre el hierro. Era algo que tendría que estudiar. Lo encontraba divertido, sobre todo contra enemigos con armadura pesada, así que lo había llevado a 10.

La habilidad fue Distracción. Con un ataque de lanza en medio de un hechizo a medio lanzar, se puede cancelar éste, al causar una distorsión de maná. Tiene gran sinergia con Jabalina. No lo había usado mucho en el juego, así que estaba en 4.



Después de subir de nivel, ejecutaron una trampa más, siendo considerablemente más fácil al haber disminuido la diferencia de nivel. No obstante, también había disminuido la ganancia de experiencia.

Al acabar, acompañaron a Gjaki a una cueva que sus Murciélagos habían descubierto. Goldmi purificó un túnel sin salida con Tierra Consagrada. Tras ello, sacaron una enorme piedra del inventario para bloquearlo, empujándola hasta que estuvieron satisfechos. Después, hicieron lo mismo un poco más allá.

No eran totalmente estancos, pero al miasma tenía que atravesar dos barreras y corromper ambos lugares. Probablemente, le llevaría meses, lo que era más que suficiente para dejar un Portal por unos días



El día siguiente se lo tomaron de descanso, todos excepto Maldoa, que necesitaba hacer varias gestiones, y Eldi. Gjaki echó una mano a la drelfa por la tarde para traer a algunos magos especializados y de confianza. Cuando al día siguiente la elfa los vio, reconoció a algunos de ellos.

–¡Lingisa!– saludó a la mujer vislzar.

La mujer de piel blanca sonrió al verla.

–¡Goldmi! Maldoa es tan cruel... No nos ha querido decir que estabas en esto– la cogió de las manos, sonriendo.

–¡Era una sorpresa!– se defendió la drelfa.

–Es un placer verte de nuevo– la saludó el hermano de Lingisa.

Eran cinco en total, y la elfa conocía a tres de ellos. No obstante, los otros dos habían oído hablar de la destructora de generales, y la saludaron con sumo respeto. Miraban también con curiosidad a Eldi, y con solemnidad a la vampiresa. Su poder era patente.

Hacía muchos años que no se veían. Encontrarla de repente era una agradable sorpresa. Sobre todo, cuando llegó el desayuno y Goldmi les hizo encantada lo que pidieron.

Tras ello, reunieron a los aventureros voluntarios. En total, incluidos los compañeros y los magos, fueron hasta allí treinta de ellos. Era una gran oportunidad para atacar en territorio enemigo.

Con la cueva como base, a la vez que fortaleza y lugar de descanso, con un hada asegurándoles de que no se acercaba ningún general, y una azor supervisando la operación, era una oportunidad única.

La alta densidad de bestias corrompidas no era un problema, pues la azor podía separarlas con facilidad. Las provocaba y la seguían. Si eran demasiadas, simplemente las alejaba un poco, volvía al cielo y provocaba a otro grupo.

Frente a la cueva, los aventureros se dispusieron delante del amplio foso que Eldi había creado el día anterior. Había dejado algunas zonas estrechas como caminos, para que los perdidos pudieran cruzar, y encontrarse a los aventureros que los recibían dos contra uno.

Además, el foso estaba lleno de afiladas puntas para recibir a los que caían, y dichos caminos había sido recubiertos por una sustancia resbaladiza. También la tenía el otro lado del foso, que hacía bajada. En varias ocasiones, los perdidos que se agolpaban eran empujados por los otros seres corrompidos.

De entre los aventureros que atacaban a rango, habían sido especialmente seleccionados los que tenía habilidades para arrastrar a sus enemigos. Así, más caían en el peligroso foso.

Sin un general que los guiara, el ejército corrompido fue siendo diezmado poco a poco. Era como enfrentarse a una fortaleza sin armas de asalto, en una batalla defensiva,

Quizás, el grupo llamado Elfhumvam podría haberse guardado la información para aprovecharse poco a poco de ello. Sin embargo, era más importante acabar con los perdidos. Seguramente, algunas sombras se acercarían para investigar en un momento u otro.

Lo más probable era que lo hicieran por la noche, cuando para Goldmi sería muy difícil localizarlas.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora