Asesinos en apuros (II)

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La felina saltó de la rama del árbol en la que estaba escondida. Sus patas traseras se flexionaron al aterrizar, y se extendieron con gran potencia para impulsarla hacia delante.

Apenas en un suspiro, llegó a su destino, sumando a su velocidad natural Pies Ligeros, que había recibido de su hermana a través de Control Remoto. El asesino, que había iniciado su carrera para apoyar a uno de sus compañeros, se giró al percibir una sombra que se acercaba amenazante desde el costado.

Desenvainó sus dos espadas curvas para enfrentarse a la bestia mágica, que no sabía de dónde había salido. No recordaba que fuera ninguno de los habitantes de aquella planta de la mazmorra, aunque no estaba completamente seguro. Viajaba en grupo y su nivel era superior al de aquella planta, así que no estaba muy preocupado por ellos.

Apenas unos instantes previos a la llegada de la lince, tres flechas se cernieron sobre él. Puede que la elfa pudiera ayudar a sus otros compañeros, pero su sincronización con ellos no era comparable a la que tenía con sus hermanas. Sus ataques estaban totalmente coordinados.

El agente de Engenak ejecutó Media Luna con una de las espadas. Es una combinación de habilidad y hechizo que requiere un alto consumo de maná para rasgar el espacio y protegerse de un súbito ataque.

Las tres flechas fueron consumidas a costa del maná, a la vez que se preparaba para recibir a la lince con la otra espada. Sin embargo, una sucesión de ataques llegaron desde el cielo, atravesando sus defensas y golpeándole en la cabeza.

La elfa no era la única que podía coordinarse con la felina. La hermana alada había lanzado varios Filos de Viento en el momento adecuado. No eran suficientemente fuertes para ser mortales, pero si para dañar a su enemigo y distraerlo.

El asesino dio dos pasos atrás, intentando esquivar aquellos ataque que venían desde arriba, y ganar unos instantes ante la felina que se acercaba velozmente. La había perdido de vista por un momento, sorprendiéndose cuando sus ojos se volvieron a posar en ella.

La lince se había cubierto en fuego tras estimular su Linaje de la Llama. Además, estaba más cerca de lo previsto, tras un Salto para abalanzarse sobre su presa, que fue aturdida en un último instante crucial por un Rugido.

Con una sola espada y en pánico, el agente apenas pudo bloquear la zarpa de la felina, pero ésta tenía otra zarpa y sus poderosas mandíbulas. Dejó que su zarpa protegida con Piel de Acero chocara contra el arma, mientras sus mandíbulas buscaban su cuello, su otra zarpa desgarraba un hombro, y su velocidad y peso hacían caer al suelo a su enemigo.

Fue un ataque fulgurante, y ni siquiera hicieron falta las flechas que llegaron mientras el asesino estaba cayendo. Especializado como los demás en ataques furtivos, la embestida de frente de la poderosa felina no era algo con lo que pudiera lidiar con facilidad. Sumando el apoyo de sus hermanas y la vertiginosa velocidad con lo que todo había sucedido, el agente de Engenak no había tenido la oportunidad de reaccionar.

La felina soltó el cuello y dejó caer el cuerpo sin vida, a la vez que se giraba hacia su izquierda, sintiendo la amenaza que se acercaba a la vampiresa.

–Gjaki tiene problemas, tenemos que ayudarla– la apremió Goldmi.

La lince no dudó. Podía tener algunas diferencias con Gjaki, pero en realidad la apreciaba. Además, respetaba su capacidad de combate, y le gustaba luchar junto a ella. Podían combatir juntas sin apenas estorbarse, mientras sus hermanas las apoyaban desde atrás y desde el cielo.

Rápidamente, inició la carrera en su auxilio.



Gjaki corrió de frente hacia su enemiga. Era la asesina más poderosa que había sobrevivido y estaba en condiciones de luchar. Los que estaban malheridos eran rematados por Goldmi desde la distancia. No había piedad contra quienes querían matar a Eldi y eran responsables de tanto sufrimiento.

No dudó en activar Sobrecarga Sanguínea para acelerar su carrera y sus sentidos. Frunciendo el ceño, la asesina la encaró blandiendo dos dagas al igual que su rival. Reforzó su cuerpo para lidiar con el presumible choque, pero éste nunca se produjo. La vampiresa saltó sobre su adversaria, dando una voltereta sobre sí misma.

–Estúpida– pensó la asesina.

Era normal pensar así. Al saltar sobre ella, aunque pudiera desconcertarla por un momento, durante unos segundos perdía toda la maniobrabilidad. Incluso con habilidades de vuelo, uno no podía moverse libremente sin un soporte sólido.

No esperaba que, mientras la seguía con la mirada, Gjaki de repente se abalanzara contra ella. La vampiresa se había impulsado sobre un Escalón de Viento creado por Goldmi.

La agente de Engenak reaccionó con rapidez, bloqueando una de las dagas con las otras dos. También esquivó parcialmente el ataque de la otra, recibiendo tan sólo un rasguño en la mejilla, mucho mejor que perder un ojo o un agujero en la garganta.

Por desgracia para ella, había perdido completamente la iniciativa. Ese hecho fue corroborado cuando, en lugar de simplemente caer, la vampiresa aprovechó el punto de apoyo del choque de dagas para girar su cuerpo hacia atrás. Así, logró impactar el pie en la espalda de su oponente, que se tambaleó hacia delante.

La asesina, obligada a defenderse y sorprendida por la velocidad y flexibilidad de su enemiga, había sido incapaz de evitarlo. Además, el agudo sonido de Rechinar al chocar los metales también la había distraído.

Intentó girarse, enfrentarse a su enemiga antes de que fuera demasiado tarde. Sin embargo, se vio interrumpida por Perturbar.

Usando Detectar Heridas para localizar el punto exacto del rasguño mientras estaba de espaldas, Gjaki había confiado en el hechizo de sangre para distraerla de nuevo. Además, había aumentado la intensidad gracias a Presión Sanguínea, a costa de un mayor consumo de sangre. Le siguió Disrupción Sanguínea, haciendo los movimientos de la asesina más torpes, haciéndola sentir un tanto entumecida.

La vampiresa clavó ambas dagas con Puñalada Trasera y la Mordió, no dándole tiempo a recuperarse.

Se estaba levantando para ayudar a sus compañeros cuando sintió una fuerte presión, como un aura que restringía su esencia como vampiresa, sus habilidades de sangre.

Apretando los dientes, usó intuitivamente Señuelo, esquivando hacia atrás y siendo su clon atravesado por una lanza que se clavó en el suelo.

No los veía, pero podía sentirlos, eran vampiros. Gracias a ello, pudo descubrir varias sombras que se movían hacia ella, y que se revelaron al darse cuenta de que ella había visto a través de su disfraz. Eran poderosos, estaba rodeada, y su sangre había sido de algún modo restringida.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora