Abriendo paso (I)

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Avanzaron rápidamente por el túnel. La retaguardia estaba por ahora bloqueada, así que podían usar su formación de ataque. La lince, Gjaki y Eldi en el frente, y la elfa detrás, con la azor sobre su hombro esperando una oportunidad.

Eldi había gastado bastante maná con los Muros, así que intentó no usar hechizos por ahora. Tampoco a Goldmi le sobraba, mientras que Gjaki tenía de sobra. No obstante, tenía que vigilar no gastar más de lo que se suponía de un nivel 72. Si no, podía perder la apuesta.

Había apostado que cocinaría para ellos, y no era precisamente una de sus virtudes. Sin duda, si perdía, tendría que sufrir las burlas no sólo de sus compañeros, sino probablemente de Diknsa y todo aquel que la viera. Y seguramente no serían pocos.

–No tendría que haber apostado eso– se lamentó, mientras Mordía a una hormiga y la Trastornaba.

Aprovechando la oportunidad, Eldi confió en Sobrecarga e Impacto Perforante para atravesar la hormiga de lado a lado. Es cierto que la primera habilidad provocaba que la durabilidad del arma decayera, pero había hecho varias lanzas para cada nivel, y podía repararlas más tarde. Sólo tenía que pasarse por una aldea de iniciación.

La lince salió de entre las patas de la hormiga para atacar a la siguiente. Aquel túnel era algo más estrecho, y no cabían dos hormigas juntas. La sorprendió desde abajo y Saltó al cuello, exactamente al punto más letal. Después de tantas hormigas, sería raro si no lo dominara.

Mientras la hormiga caía, varios proyectiles volaron por el espacio que había dejado libre, impactando en la que venía detrás, y cegando uno de sus ojos.

Gjaki se había adelantado después de Morder a la hormiga previa, saltado sobre la hormiga que caía, y lanzado hacia la herida por las flechas. Con el látigo, se Agarró a la base de una de las antenas, usándolo como una liana para llegar bajo la cabeza de la hormiga. Impactó en ella con una doble patada a la que añadió sendas Dagas Sorpresa, por lo que dos dagas se clavaron en el insecto.

Las dejó allí, eran las de repuesto, y su asistente ya las recogería. Extendió las piernas para impulsarse hacia el suelo, se giró en el aire, y aterrizó para saltar hacia delante, pasando por debajo de la hormiga, sin rematarla.

Eldi venía un poco detrás. Se encontró con una hormiga tuerta, herida, y que quería atacar a la vampiresa, quien esquivaba con facilidad sus Ensartar. Sacó el martillo, y saltó con Poder Canguro para llegar frente a la cabeza de la hormiga.

Ésta ni siquiera tuvo tiempo de girarse cuando la pesada arma impactó en su cráneo. El mago de batalla golpeó, aún el aire, exactamente donde las dos dagas se habían clavado, con Golpe Devastador, provocando que perforaran más profundamente. Sin duda, la pequeña Gjaki tendría trabajo para recuperarlas.

Aterrizó justo para que una hada cibernética llegara hasta él, dejara algo de carne de hormiga en el inventario, y volviera a buscar más. La hormiga cayó en la dirección del golpe, dejando camino libre a Eldi para seguir a la vampiresa.

La lince llegó poco después. Saltó sobre la moribunda hormiga y le clavó las garras. Viendo que estaba en las últimas, la ignoró y siguió adelante.

–Emplumada, te la dejo a ti. Remátala– avisó a su hermana.

–Maldita perezosa cuatro patas. Al menos acaba el trabajo– refunfuñó el ave albina.

Goldmi sonrió mientras corría hacia delante. A pesar de las quejas, la azor aterrizó sobre la hormiga, que tenía la cabeza abierta. Sólo con el aura de viento fue suficiente para destrozar su ahora expuesto cerebro.

Sin detenerse, la elfa disparó algunas flechas normales a la siguiente hormiga antes de que Gjaki llegara. No le haría mucho daño, pero la distraería.

Dicha hormiga sacudió la cabeza para intentar deshacerse de aquellos pequeños pinchos, cuanto Gjaki pasó corriendo por debajo. Usó las dos dagas en el mismo punto en cada pierna de la hilera izquierda, y siguió su camino.

Eldi llegó poco después. Viendo lo que había hecho la vampiresa, no pudo sino encogerse de hombros y sacar el hacha, que era lo que su compañera esperaba de él.

La lince se detuvo un momento, esperando que el alto humano acabara de cortar las piernas, sin usar ni él ni la vampiresa ninguna habilidad.

Como no podía ser de otra forma, el insecto cayó de lado al perder sus soportes. La felina entonces saltó sobre él y cerró sus colmillos hasta casi matarlo, saliendo poco después en persecución de los otros dos. El primero que llegara tenía más diversión.

–Para ti, hermana– informó a la elfa.

Gjaki había insistido en que tenían que entrenar todas las habilidades, y Goldmi no había tenido más remedio que aceptar. Entre otras cosas, porque sus hermanas se habían puesto de lado de la vampiresa.

Así que usó Ensartar para rematar a la hormiga con daga y espada a la vez. No era la primera vez que esto sucedía, y la habilidad había subido a 5 una hora antes. Se levantó, envainó sus armas, volvió a coger el arco, y apenas tardó un segundo en apuntar y disparar tres flechas más.

Cuando la lince llegó a la siguiente hormiga, el insecto ya estaba cayendo. El ataque de Gjaki había sido más efectivo de lo que esperaba, pues su enemiga había abierto la boca para Escupir ácido. En lugar de ello, se había tragado una Bola de Oscuridad, que la había destrozado por dentro.

Eldi vio pasar a la felina como una exhalación, y como Saltaba sobre la siguiente hormiga, que estaba mirando amenazante a la vampiresa. Eso empujó a la hormiga hacia un lado, haciéndola presa fácil para la vampiresa o el alto humano. Así que la lince siguió hacia la siguiente.

–¡Eh, no te adelantes!– se quejó la vampiresa.

Sin detenerse, la felina miró un momento hacia atrás. Cuando Gjaki le sacó la lengua, ya había dejado de mirarla.

–Son como niños– se encogió de hombros Goldmi.

–En serio...– se quejó Eldi, al ver que su compañera perseguía a la felina.

No le quedó más remedio que rematar al insecto, para lo que esta vez utilizó Aguantar, dejando la lanza fija en el suelo. Una Flecha Tosca en una de las patas acabó de desestabilizar del todo a la hormiga, que cayó sobre la lanza con todo su peso, clavándose hasta el fondo.

–Le va a costar sacarla– pensó Eldi.

Al hacerlo, su asistente dejó lo que estaba haciendo y se dispuso a descuartizar a aquella hormiga, para sacar así la lanza incrustada en ella. La encargada de recoger las armas, se quedó mirando, a la espera.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora