Asalto a las ruinas (V)

211 46 0
                                    

Goldmi se había escondido detrás de un árbol, para que no la vieran usar Escalera de Viento. Utilizando los escalones de viento, ella y su hermana se subieron a una rama bastante alta, oculta entre las hojas.

Un poco antes, había creado un Clon vegetal, al que incluso había puesto ropa. Esperaba poder distraer a sus enemigos al menos unos preciosos momentos.

Estos se acercaron cautelosos, vigilantes ante la amenaza que suponían las flechas de su enemiga y la luz del sol. Aunque tampoco demasiado despacio, pues no querían que escapara.

La habían visto desaparecer tras un enorme tronco, pero no sabían si se había escondido allí o se había alejado más.

Mientras se acercaban, Goldmi disparó hacia arriba un par de grupos de tres flechas. Controló su trayectoria con Disparo Curvo para que cada grupo cayera alrededor de diferentes enemigos. De esa forma, no podían saber de dónde venían, dónde estaba escondida.

El maná de cada grupo de tres flechas interactuó con las otras dos para crear sendas Trampas de Viento. Sabía que no podía matar a sus enemigos sólo con eso, pero sí causar daño y caos. De hecho, incluso más de lo que había previsto.

Las ropas con las que se cubrían la mayoría de los vampiros eran sencillas. Sólo unos pocos tenían ropas de combate, y aún menos de alto nivel. Por ello, si bien pudieron defenderse con más o menos fortuna de los cortes, sus ropas no tuvieron tanta suerte.

Puede que el brillo del sol no estuviera en su momento álgido, pero era más que suficiente para hacer gritar de dolor y quemar la carne expuesta de los vampiros.

Sabiendo que Krovledi no les dejaría retroceder sólo por un intenso dolor que no los mataría, al menos no en breve, se apresuraron a llegar al resguardo de las sombras de los árboles, donde se escondía su enemiga, y donde el poder del odiado astro era menor.

El primero en llegar bajo el árbol sobre el que se escondía Goldmi descubrió la silueta del Clon, y atacó sin dilación. Sólo cuando sus extendidas uñas atravesaron el cuerpo vegetal se dio cuenta de que no era real.

Quiso sacar su mano y retroceder, temiendo que fuera una trampa, pero no fue capaz. A causa de Enredar y la densa maraña de plantas que constituían el Clon, fue incapaz de retirar su mano antes de que varias flechas impactaran en él, y una felina cerrara su mandíbula en su cuello, triturando sus huesos y acabando con su vida. Inmediatamente, volvió a trepar por el tronco, antes de que el resto de sus enemigos supieran qué había pasado tras el árbol.

La siguiente en llegar encontró el cadáver de su compañero junto a la figura del Clon. Incluso antes de darse cuenta de que no era real, retrocedió un paso, pues aquel cadáver le advertía del peligro que acechaba.

Desde la distancia, condensó unos Dardos de Sangre que lanzó hacia la figura de plantas, clavándose en ella. Al mismo tiempo, dos más llegaron, cada uno por un lado. No dudaron en atacar, mientras la vampiresa que había llegado primero empezaba a sospechar, pues su enemiga no se había inmutado ante sus dardos.

Como en el caso anterior, sus ataques penetraron en el Clon y fueron atrapados por él. Aunque, en ésta ocasión, las flechas no fueron disparados a ellos directamente sino a través de Billar. De esa forma, rebotaron en un árbol unos metros más allá antes de llegar a los vampiros y atravesarlos, gracias a la potencia de los proyectiles y a Flecha Penetrante. Toque Purificador completó el daño.

–¡Las flechas vienen de allí! ¡Esta figura es falsa!– indicó a los que llegaban la vampiresa que había atacado con los Dardos de Sangre.

Junto a los demás, fue en esa dirección, ignorando a sus compañeros atrapados, cuyas heridas les quemaban por dentro.

Goldmi no se apresuró a rematarlos. Por ahora, lo más importante era ganar tiempo para hacer realidad el plan de Gjaki, y mantener su posición oculta ayudaba a ello. Además, su hermana alada le había informado que no quedaba mucho.

No tardaron en reunirse media docena de vampiros, mientras que unos veinte más estaban llegando.

–Aquí no está... ¿Se ha movido?– se preguntó uno de ellos.

–Déjame ver si está arriba– se ofreció otro, Levitando.

Apenas había ascendido tres metros cuando un fuerte golpe impactó en él, haciéndole perder la concentración y empujándole contra el tronco, justo donde había aparecido una flecha después de haber rebotado un par de veces con Billar. Además, una poderosa fuerza de viento le había infligido numerosos cortes en apenas unos instantes

El ave albina había caído en Picado, atacado con Choque envuelta en viento, y alejado con Eslalon antes de alzarse de nuevo. Se había coordinado a la perfección con su hermana elfa.

–¿¡Qué ha sido eso!? ¿¡De dónde ha venido!?– se preguntó una de ellos.

Todos estaban mirando la escena boquiabiertos, lo que fue aprovechado por la lince para saltar sobre los malheridos vampiros que aún trataban de liberarse. De hecho, lo hubieran logrado si unas raíces no se hubieran también Enredado en ellos sigilosamente.

El primero fue cogido por sorpresa y el cuello quebrado, mientras que el segundo estaba alerta. Con su brazo libre, intentó oponerse a su enemiga cuadrúpeda. Sin embargo, eso lo dejó indefenso ante la flecha que entró por la parte posterior de su cuello.

Goldmi había aprovechado que difícilmente podían ver el proyectil desde la distancia, y que estaban distraídos por el ataque de su hermana alada.

La flecha penetró por el cuello, amenazando con tomar su vida. Por si fuera poco, la lince se sirvió la distracción para atacar.

–¡Aaaaaargh!

El vampiro apenas tuvo tiempo de gritar antes de que unas garras penetraran su estómago y unos colmillos se cerraran en su cuello.

El grito alertó a los otros vampiros, que parecían haber olvidado que la arquera tenía una peligrosa compañera. La felina miró hacia ellos un instante, y se dio media vuelta. De un Salto, se alejó hacia unos matorrales, y poco después se perdió de vista.

–No hace falta que huyas tan despavorida. No te siguen– le informó su hermana alada, sin desperdiciar la ocasión para burlarse de ella.

–¿Quién huye? Los estoy distrayendo mientras tú vuelas plácidamente, y apenas das un golpecito de vez en cuando– contratacó la felina.

La elfa suspiró, mientras Gjaki observaba pacientemente a través de un Murciélago.

–Yo también quiero hermanas como esas– se dijo la vampiresa.

La ayuda de seres inteligentes y su coordinación con Goldmi le daban un poco de envidia. No pudo sino recordar que en el pasado había luchado junto a ellas, unos recuerdos que eran extrañamente vívidos.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora