Escogiendo el añillo ideal

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Emily's pov

El tiempo corría rápido, ya habían pasado tres meses, lo que significaba que cada vez quedaba menos para la boda de Aria y Ezra; no sólo eso, sino que Hanna y Cece comenzaron a trabajar juntas desde que la embarazada le diera la sorpresa y la verdad es que su negocio iba en buen camino. Spencer se trasladó a Los Angeles para estar con Toby, no tenía problemas en ir a cualquier parte, era una abogada excelente y muchos bufetes se peleaban por ella; aunque ahora estuvieran en Los Angeles todos sabíamos que volverían a Rosewood en cuanto Toby encontrara un puesto de policía, ya que era el lugar en el que se sentían más cómodos.

Ali y yo seguíamos tan enamoradas como siempre, parecía que éramos unas adolescentes, y cada vez que pensaba en que tenía que comprarle el anillo más ganas me daban de casarme con ella. Deseaba más que nada que fuera mi mujer, y así poder demostrar a todos que me pertenecía, con ella viviría el resto de mi vida. Por eso la alianza que le iba a comprar tenía que ser digna de su belleza y especial al mismo tiempo, quería que fuera única, que sacara esa sonrisa tan perfecta que tenía al mirarla. Por eso hoy había quedado con Han y Cece para comprarlo, logré que mi futura suegra convenciera a Ali para ir a visitar a su tía y ya de pasó matar el tiempo que teníamos y que no nos pillara con las manos en la masa.

Tuve que explicarle que me habían puesto un entrenamiento de natación por la tarde y así poder evaluar a cada miembro del equipo para poder corregir los errores que tenían, ya que dentro de poco sería el campeonato. No me gustaba nada mentirla de esa manera, pero era por una buena causa y en cuanto pudiera le compensaría por eso.

Me había levantado pronto con la intención de preparar el desayuno a mi rubia, como siempre, pero fue ella esta vez la que me dejó perpleja. Después de vestirme y arreglarme bajé las escaleras y la encontré en la cocina acabando de hacer el manjar que posaba sobre la mesa: tostadas, mermelada y mantequilla para acompañarlas, zumo de naranja recién exprimido, bol de leche con cereales con frutos rojos y huevos revueltos. Me quedé en la puerta observando al ángel que tenía como novia, daba igual que hubieran pasado años que siempre conseguía dejarme con la boca abierta, me imaginaba a nosotras haciendo el desayuno a nuestros hijos mientras ellos estaban sentados en la mesa disfrutando del momento. Sólo de pensar eso conseguía sacarme una sonrisa de oreja a oreja.

- Cielo esto huele de maravilla y ya no te digo la pinta que tiene- me acerqué abrazándola por detrás y dándole un beso en la cabeza- yo que quería preparartelo y te me has adelantado.

- Siempre eres tu la que lo hace- se dio la vuelta colocando sus manos alrededor de mi cuello- ¿no crees que de vez en cuando me toca impresionarte a ti?- preguntó mirándome fijamente a los ojos.

- Tienes razón- le di un tierno beso en los labios- pero no te acostumbres, ya sabes que tu eres más dormilona, lo que significa que puedo adelantarme muchas veces- me burlé sacando la lengua.

- Idiota- me dio un golpe en el hombro con su puño.

- Si, pero soy tu idota- dije siguiéndola a la mesa con una sonrisa pícara.

Giró la cabeza y se quedó observándome con una ceja levantada durante unos segundos, justo cuando iba a volver a hablar me interrumpió.

- Si, es verdad- se acercó a mi- eres mi idiota y de nadie más, solo mia- apuntó su dedo contra mi pecho.

- Solo tuya- respondí besándola apasionadamente.

Después de ese gran desayuno fuimos al instituto como rutina de todas las mañana de la semana, agarradas de la mano y comentando lo que haríamos después de las clases.

- Me da pena no poder estar contigo en el entrenamiento, al parecer mi madre quiere que vaya con ella a visitar a mi tía- dijo haciendo pucheros- si hace mucho tiempo que no la vemos ni hablamos con ella ¿por qué ahora?- se quedó pensativa.

Mi amor verdadero (Emison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora