Emily es una joven californiana que se muda a Rosewood tras la muerte de su padre. El pueblo fue lugar donde creció su madre, y será ahí donde encuentre a su amor verdadero.
Ser la nueva alumna de un instituto no es algo que agrade mucho, sobre tod...
Con el paso del tiempo, seguimos nuestra rutina diaria: colegio, instituto, días de familia, noches fugosas con mi mujer...pero ante todo pasión y felicidad, esa alegría que llenaba tu cuerpo, esa energía que no paraba de recorrer por tus venas cada vez que veías a tus seres, aquellos que te daban la vida con una simple mirada. Todos los días era cautivada con cuatro pares de ojos: el hermoso azul de Tay, esas brillantes órbitas que te sacaban una sonrisa cada vez que las veías; la exquisitez del azul-verdoso de Lauren, ojos atrayentes que te dejaban boquiabierta; el color cálido marrón de Nate, sensación de calor y relajación que causaban, y finalmente el azul de Ali, el color tan profundo e hipnotizante que te transportaba a otro mundo.
Cada uno de ellos era espléndido a su manera, y no podía estar más alegre de poder tener una familia tan perfecta, de que cada día, sus sonrisas fueran las causantes de mis palpitaciones del corazón, porque ante todo, yo vivía por ellos.
Hoy era un día especial, y si utilizaba tal vocablo era porque casi a la esquina de las navidades, estábamos en una boda. Y no una cualquiera, hoy se casaba Elena, nuestra amiga y compañera de trabajo, y ahí estábamos, sentadas en los bancos de su jardín, tapado por supuesto, ya que hacía bastante fresco, mientras veíamos cómo la bella morena caminaba después de Lauren, que era la niña de las flores. Y tras ella, Tay andaba con Nate, el encargado de llevar los anillos por ser el más pequeño, y su hermana caminaba con él para controlarlo. Nuestros pequeños iban hermosos, y mi rubia no hacía más que sacarles fotos a medida que daban un paso y yo los observaba embobada. Pero si ellos estaban espléndidos, su madre rebosaba magnificencia, jamás entendería cómo Ali era capaz de crear tanta exquisitez, como lograba dejarme sin aire, el vestido que llevaba era perfecto, ideal para acentuar sus curvas y con escote, suficiente para tener visible parte de sus pechos. Intentaba centrar toda la atención en los demás, aunque a veces era complicado, y más cuando nuestras pieles estaban a milímetros de tocarse; y debía añadir que estaba teniendo pensamientos impuros, muy impuros. Claro que era normal, no había día que no tuviera imagen de su perfecta sonrisa.
- Deberían haberte contratado a ti como fotógrafa por todas las fotos que estás sacando- susurré en su oído.
- Están tan monos cielo- giró la cabeza dándome un beso- y tú estás tan sexy- murmuró seductiva.
- No hablemos de quién está más sexy- besé su mejilla- su supieras qué pensamientos he tenido- volví a susurrar en su oído.
- No eres la única sabes?- me miró de arriba a abajo mordiéndose el labio inferior.
Por exigencias exclusivas de mi mujer, Han me creó un traje especial para la boda, uno que tuviera tirantes, por supuesto. Claro que no me iba negar a la idea de llevar eso si era lo que le gustaba a Ali, porque cada vez que veía cómo sus ojos se tornaban de un color más oscuro al mirarme, sólo hacía que subiera mi lívido.
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No había vocablos para describir lo hermosa que iba ella, el tiempo se congelaba cada vez que la miraba, donde sólo existíamos ella y yo, instantes que me daban tiempo a soñar. Llevaba un vestido negro, no muy holgado, con escote, de esos que me volvían loca, tacones negros, y en cuanto al maquillaje ideal, marcando sus labios con un color rojizo.
