Así es cómo brilla

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Emily's pov

Tras una gran libidinosa noche, donde las caricias, los besos, los toqueteos y los gemidos fueron los protagonistas, acabamos rendidas y nos quedamos dormidas en cuestión de segundos. Los cuerpos desnudos pegados el uno al otro, con las piernas entrelazadas, y mis brazos rodeando su esbelta figura, todo ello con su alborotado pelo cubriendo gran mayoría de mi pecho y mi barbilla apoyada en su cabeza. Y así fue cómo nos quedamos dormidas las pocas horas que quedaban para que comenzara a iluminarse de nuevo la mañana dando lugar a un nuevo día.

Por mucho que cayera cansada y hubiera descansado un rato, llegó un momento en que mis ojos no pudieron más y se abrieron contemplando el comienzo de luz que empezaba a adornar la habitación, junto con los sonidos de los pájaros de alrededor que lograban hacer de sus cantos un gran desvelo. Me senté con delicadeza sin interrumpir el sueño de la rubia que dormía junto a mí, y en cuanto mi espalda quedó apoyada contra el cabecero, comencé a hacer lo que durante muchos años había estado haciendo cada vez que me levantaba y era la única despierta: apreciar a mi mujer.

Sólo tenía visión de una cuarta parte de su cuerpo, pero para mí era suficiente; ya que me bastaba con poco para poder disfrutar de su hermosura. El cabello rubio tapaba la cara, por lo que bajé la mirada hasta contemplar la parte de arriba de su espalda, incluso pude tener visión de su pecho izquierdo, ya que estaba medio volteada. La piel de Ali era suave, tan suave que cada vez que la acariciabas sentías ese placer que nunca querías que se fuera; sus pechos eran voluptuosos y con unos pezones y areolas claras, a diferencia de las mías, que eran más oscuras. Bajando de la tripa, sus caderas se ensanchaban de tal manera que hacían que la mitad de su cuerpo cogiera curvas que fueran corrompidas a los ojos de cualquiera. Unas piernas medianas y lo suficientemente tonificadas eran las que daban casi por terminado la guía de vista de su cuerpo, ya que finalmente sus bonitos y suaves pies con las uñas pintadas de rojo eran los encargados de dar el último toque bello al conjunto que creaba toda su figura.

Desconocía la causa por la que mucha gente se dirigía con palabras obscenas al cuerpo de mi rubia, cuando en realidad para mí era una obra de arte hecha a la perfección. Ali tenía una agraciada figura, y aunque también fuera fuerte, precisaba de amor; necesitaba ese dulce tacto enternecedor que hiciera mantenerlo vivo, y yo me encargaba de esa labor, de hacerle recordar que había muchas cosas hermosas en ella.

- Buenos días preciosa- susurré al ver movimientos de su cuerpo sabiendo que aunque no estuviera completamente desvelada, pronto lo estaría.

- Mmmm buenos días- dijo con esa voz mañanera que encontraba de lo más sexy.

- ¿Qué tal has dormido?- acaricié su brazo con sutileza.

- Todo lo que he dormido bien, pero la otra parte de no dormir muy bien también- me miró con una gran sonrisa.

Cuando me miraba era como si cada pizca de aliento se me fuera quitado de los pulmones y flotara en el aire como si de humo se tratase; cada vez que me besaba sentía que el mundo paraba, dejándonos a las dos solas deambular por él unidas. Cada vez que sostenía mi cara entre sus manos era como si deshiciera todos los nudos interiores; esto y muchas más cosas era en parte lo que significaba enamorarse, una historia que no querías que terminara, algo que no podías permitir perder, ya que te hacía sentir completa. Y ese sentimiento me causaba Ali cada que vez que me hacía cualquier cosa, pero sobre todo cada vez que me miraba con esos hipnotizantes ojos azules que te incitaban a hundirte en ellos.

- Me alegra saber eso- sonreí de oreja a oreja.

- ¿Orgullosa de tu trabajo?- echó una sonrisa.

- Orgullos de todo, pero sobre todo del resultado- me bajé hasta su nivel teniendo sus labios cerca de los míos y plantando un beso en ellos.

- Ahora si que son buenos días- cerró los ojos saboreando cálido toque de mis labios contra los suyos.

Mi amor verdadero (Emison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora