Mi amor verdadero (Emison)

Día de las olimpiadas

Alison's pov

Hoy era un gran día para Em, y como sabía que no había pegado mucho ojo por los constantes movimientos en la cama, me levanté en un instante en que permanecía dormida para preparar el desayuno a todas. Deseaba que mi morena sintiera los menos nervios posibles, no era por si los alumnos iban a ganar alguna medalla o no, sino porque en los últimos días tuvo varias discusiones con Paige, daba igual la de veces que le dijera que no era recomendable ni ideal que ellos apenas tuvieran tiempo para dormir, para ella era más importante conseguir algún premio que su salud; sin embargo, mi mujer le daba más importancia al estado de ellos, y que vencieran o no, no era lo más importante, ya que les decía que bastante afortunados eran en poder estar ahí, y que si ganaban alguna medalla genial, pero que si no lograban ninguna, no sería el fin del mundo.

Le di un beso a la dueña de mi corazón y salí a hurtadillas para no despertarla, aunque antes de bajar las escaleras, me cercioré de que nuestras pequeñas estaban durmiendo, y tras ver que permanecían en sus sueños, fui hacia la cocina, donde empecé a organizar el almuerzo para todas nosotras. Estaba colocando los últimos objetos cuando escuché el sonido de las escaleras indicando que alguien bajaba, por la manera en la que emitía el sonido, sabía perfectamente la persona que en segundos entraría por la puerta. 

- Buenos días cielo- dije antes de que pudiera formular alguna palabra.

- ¿Cómo sabías que estaba aquí?- preguntó sorprendida.

- Bueno- di la vuelta para poder verla- muy sencillo- me acerqué sonriendo- he escuchado el sonido de la escalera, y por los pasos he sabido al instante a quién pertenecían.

- Muy lista- pellizcó con suavidad mi nariz.

- Lo sé- comenté orgullosa.

- Veo que has hecho el desayuno- rodeó mi cintura con los brazos.

- Para mi mujer y nuestras preciosas hijas- rodeé su cuello con mis brazos- hoy es un día importante y hay que empezarlo con energías.

- ¿Ves por qué eres perfecta? Mira todo lo que has hecho, logras que una simple cosa parezca grandiosa- besó mi frente.

- Cielo, sólo he preparado el almuerzo, no es gran cosa- me reí- además, tu sueles hacerlo también.

- Ya, pero lo tuyo es más especial, y mírate, ni siquiera te has preparado y estás tan increíble y hermosa como siempre- me miró directamente a los ojos- ¿cómo es posible ser tan maravillosa?

- Em- escondí la cara en su pecho.

Siempre conseguía sacarme los colores, no sé cómo lo hacía, pero con cualquier comentario, mínimo que fuera, lograba que mis mejillas se tornaran de un color rojizo. También era cierto que no me molestaba, sólo que evitaba que me viera porque sabía que si no, seguiría con esas palabras tan encantadoras con las que me derretía el corazón, me encantaba el efecto que tenía en mí, Emily Fields era la única persona que me conquistaba de esa manera.

- Te quiero- dijo abrazándome.

- Yo también te quiero- cogí su cara y la besé con puro amor.

- Tus besos de buenos días son mágicos, mira cómo consigues hacerme sentir con sólo un simple roce de tus labios- cogió mi mano y la colocó en su pecho, donde su corazón latía a gran velocidad.

Saber que el corazón le  palpitaba tan rápido con un ingenuo tacto mío, hacía que me derritiera en el interior, notaba mis piernas temblar de lo débiles que estaban, el ritmo de la sangre aceleraba con los segundos, y ya estaba notando pequeñas gotas caer por mis mejillas. Emily, mi gran amor, estaba en frente, con mi mano apoyada en su pecho, diciéndome del sentimiento  que la causaba, no aguanté más, volví a coger su cara para unir nuestras bocas.