Conversación con Taylor

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Emily's pov

Las navidades habían terminado y con ello vinieron otra vez los días de trabajo, días de colegio para los niños que aunque después de dos semanas sin tener que levantarse temprano, se quejaban de tener que volver a levantarse pronto, pero enseguida les cambiaban las caras en cuanto cogían uno de sus regalos y lo llevaban consigo a la escuela. La vuelta al cole no fue tan mala como Ali y yo esperábamos, todo el mundo disfrutaba en las vacaciones, y lo gozaban tan bien, que se te olvidaba que a la vuelta de la esquina volvían esas fechas en las que tenías que volver a la rutina de siempre: irse pronto a la cama para poder levantarse temprano con ganas de ir a la escuela, y a la que más le costó amoldarse de nuevo al horario por mucho que no fuera mucho tiempo, fue a Taylor. Parecía mentira cuando decía que a nuestra pequeña rubia se le pegaron las sábanas el primer día de vuelta al cole, ya que Lauren era más parecida a mi mujer en cuanto a madrugar, claro que comprendía que tras días de levantarse más tarde de lo normal, le costara levantarse a nuestra princesa.

Estábamos a principios de febrero, el tiempo pasaba volando y durante las dos últimas semanas de enero, vinieron a colocar la piscina que Ali compró como mi regalo. Cuando vi la foto me pareció grande, pero verla con mis propios ojos hizo que la perspectiva cambiara, la zona de agua aparentaba más grandioso que en la imagen, y nada más ponerla pudimos estrenarla con una tarde de juegos. Me encantaba tener una piscina en casa, y todos los días le agradecía a mi mujer del gran y acertado regalo que había hecho, de que sabía que conocía muy bien todo lo que significaba para mi, y que el echo de que me conociera tan bien como a su propia palma de la mano, hacía que me enamorara más aún de ella, si es que era posible, ya que mi rubia era la excelencia en persona, y no había nadie quien pudiera superarla. 

Hoy era sábado e iba a pasar la mañana con nuestra hija mayor, porque Ali iba a ir a hacer unas compras con Hana y sus hijos, y como dijo que no hacía falta que fuera ya que iban a ser compras de ropa, algo que las dos rubias adoraban, acepté en quedarme en casa y comenté que estaría nadando en la piscina. Claro que cuando Tay escuchó eso, enseguida cortó diciendo que deseaba nadar conmigo, que quería que le enseñara nuevos trucos, por lo que al final se quedó en que mi mujer iría con los más pequeños, y yo me quedaría con la hermana mayor. 

Abrí los ojos encontrándome con los rayos de sol reflejando nuestros cuerpos, sonreí ante aquel cálido tacto contra mis brazos, pero era aún más favorecedor ver a la que después de tantos años, todavía lograba derretirme con su hermosura, una bella rubia con esbelta figura, con sus curvas y todo, que era algo que me enloquecía, y ya si hablaba sobre sus radiantes ojos, me moría ahí mismo. Dormía apaciblemente, el pecho le subía y bajaba lentamente, al ritmo de la respiración, escasos mechones tapaban parte de su cara, pero no era suficiente, ya que aún seguía teniendo visión de su excelencia. Era temprano, y el sol había salido calentando todo aquello que cubrían sus rayos, aunque yo ya estaba más que templada, bueno más que yo mi corazón, latía a una velocidad inexplicable y se derretía al mismo tiempo; no tenía ni idea de porqué reaccionaba de esa manera, pero sabía muy bien que la causante era la rubia que dormía a mi lado.

- ¿Sabes que observar tanto es de mala educación?- preguntó una dulce y sexy voz.

- ¿Y quién dice eso?- sonreí.

- La chica que tienes al lado- abrió un ojo haciendo que me derritiera aún más.

- Te refieres a mi mujer- aguantaba las ganas de besarla.

- Si, lo dice tu mujer- abrió el otro ojo deleitándome con una impresionante mirada.

- ¿Así que es un delito mirar a mi mujer?- levanté la ceja desafiante.

- No he dicho que sea un delito- echó una risa.

- ¿Entonces qué es?- volví a cuestionar. 

- Mala educación- mantuvo su respuesta.

Mi amor verdadero (Emison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora