Los tirantes siempre me han gustado en tí

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Alison's pov

La noche de la fiesta fue maravillosa, diría sublime, pero me faltó apreciar y palpar más a mi morena con su traje de camarera. Cece y Han consiguieron lo que durante meses estaban esperando, y para ser sinceros, no fue nada fácil, ya que había otras marcas que se peleaban para tener la firma, aunque finalmente las rubias fueron las suertudas de llevarse el premio. Me hubiese gustado que Em hubiera visto el momento en que tanto mi hermana como Han firmaron el contrato, pude apreciar los nervios que tenían por el temblor de las manos, incluso alguna pequeña gota de sudor, pero fueron invisibles para el contratista. Sabía que era un gran instante, y aún así por hacer un favor a nuestra amiga, se llevó opiniones y palabras infames de esa valiente alimaña que tuvo como jefa, me aguanté todo lo que pude, pero en cuanto tuve la ocasión no pude reprobarla y le solté todo lo que tenía dentro.

Emily era perfecta de la manera en la que era, tenía un corazón tan grande que jamás te respondería de mala manera, siempre buscaba el lado bueno de todo el mundo, su lado compasivo y leal eran dos de las muchas cualidades que me enamoraron de ella. Pero debía remarcar que cuando se tenía que poner agresiva lo hacía, por eso decía que era mi pitbull. Sin embargo, yo era de más carácter por mucho que no lo mostrara, por eso cuando alguien tenía la decencia de meterse con mi familia, en especial mi mujer, les crujía el cerebro con mis vocablos. De ahí a que cuando me vino la oportunidad de oro, le dije todo lo que pensaba a esa víbora con pelos y señales, de echo pude haber sido peor, pero decidí que con lo que la dije fue suficiente para un comienzo.

Después de estar durante varias horas, llegamos tarde a casa, bueno temprano diría yo, ya que eran pasadas las tres de la mañana, y como estábamos agotadas, nos fuimos directas a la cama. Estar entre los brazos de mi sirena era uno de los placeres más confortables que existía, para mí no había lugar más seguro que ella; además podía escuchar perfectamente el latido de su corazón, algo que me relajaba, sobre todo sabiendo que era la causante de que el órgano bombeara tan fuerte contra su piel. Hoy en día todavía seguía agradeciendo de que se mudara aquí, porque si no lo hubiera echo, ahora mismo no se que hubiera sido de mí, aunque como muchas veces ella relataba, si el destino quisiera que nos encontrásemos, lo hubiésemos echo, de una manera u otra, y siempre me agarraba a esa teoría.

- Buenos días preciosa- habló con su dulce voz.

- Buenos días cielo- sonreí dándome la vuelta para encontrarme con esos iris tan marrones que me derretían.

- Estoy aquí- rió al ver que no había nadie en su lado de la cama.

Volví a girarme, y en el instante en que mi cara quedó apoyada en la almohada, la vi, ahí estaba, agachada, con el brazo arrimado a la mesilla de noche y mirándome con una gran sonrisa. En ese momento no existía nada más, todo lo de alrededor se congeló, y lo único funcional que vieron mis ojos fueron esas órbitas marrones que tanto adoraba. Sus ojos brillaron, siendo la luz la causante de que se vieran más vivos. El oscuro color marrón era suave, del mismo tono que un capuchino; y un anillo de oro colgado dentro de su iris agregando otra capa de profundidad a sus ya hermosos ojos.

Sus órbitas eran un nogal tan rico como el suelo de la tierra, teñido con el color del chocolate caliente en una noche fría de invierno que te envolvía con una manta, envolviéndote en su calor y haciéndote sentir como en casa. Si los observabas de cerca, te revelaba el pensamiento exacto que cruzaba las maravillas de su mente, haciendo recalcar la felicidad en su color mate. El color de sus ojos eran del tipo de chocolate que se derretían al mínimo calor de amor o de alegría.

- ¿Ali?- pasó la mano delante de mi cara.

- Perdona, decías?- salí de mis pensamientos.

- ¿Estás bien? te has quedado aturdida- echó una risa.

Mi amor verdadero (Emison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora