Mi amor verdadero (Emison)

Feliz año nuevo

Alison's pov

Habían pasado seis días desde Navidad, y hoy estábamos a 31 de Diciembre, lo que indicaba que era noche vieja, fecha en la que nos despedíamos del año vivido y dábamos entrada a un nuevo año con alegría y amor. Cuando Em y yo estuvimos conversando sobre no comprar nada para nosotras, en el fondo las dos sabíamos que por mucho que dijéramos que lo que teníamos era suficiente, íbamos a comprar algo para la otra. Y así fue cómo las dos nos sorprendimos mutuamente con los obsequios, que hubiera pagado una piscina para nuestro jardín la dejó absorta, y no era una piscina cualquiera, cogí la mas grande y asequible para nuestro edén. Mi morena se merecía lo mejor, y darle ese regalo era obsequiarla con recuerdos de su infancia y adolescencia, donde parte del tiempo lo pasaba en las frías o cálidas aguas, entrenando duro para ser la mejor nadadora, aunque para mi ya lo fuera. Era mi sirena y deseaba que tuviera una de las cosas que más significaba para ella, además estaba ansiosa por verla con los niños en el agua, Emily tenía su encanto natural, y eso lo demostraba con cualquier cosa.

Lo que si que no me esperaba fue el contenido de aquel sobre que me dio como regalo, conociendo a mi mujer, confiaba en que sería algo espléndido, pero fue más allá de eso, sólo tuve que leer un simple vocablo para darme cuenta de lo que era. Empezando por la "p" y terminando por la "s", eran cinco letras las que formaban una palabra con un gran significado, una ciudad maravillosa para mí, aunque si hoy en día era una de mis favoritas, no era por lo que yo amaba cuando era pequeña, si no porque pasé los mejores días con el amor de mi vida, donde fue en uno de ellos en el que me pidió matrimonio en lo más alto de la Torre Eiffel, y por eso tenía una réplica del monumento con una foto nuestra en ella, porque cada vez que la miraba, los recuerdos me llevaban a aquel instante lleno de emociones. Volveríamos a la ciudad del amor, aunque esta vez seríamos más, íbamos a ir la familia, Em, los niños y yo, y estaba más que deseosa de poder relatar lo que hicimos aquellos días, cómo no me esperaba que su madre alquilara la zona de arriba de la torre Eiffel para tener una cena romántica, y menos de lo que me esperaba después, quería que nuestros hijos supieran de nuestra historia, que al crecer fueran ellos quién lo contaran y vivieran sus propias vivencias.

Giré la cabeza para contemplar al ser más espléndido de la tierra, la hermosa morena dormía a mi lado apaciblemente, su cuerpo estaba girado hacia mi, lo que me daba ocasión de apreciar aún más su belleza. Tenía una mano colocada en mi cintura, la otra estaba aplastada por su cuerpo, el pelo a medio esparcir por la cara, pero tenía suficiente visión de sus facciones, lo que hacía que se me saliera una gran sonrisa. Acerqué los labios a su cabeza y planté un dulce beso en su frente, corto pero suficiente para dejar parte de mi esencia, amaba a mi mujer más que a nada en este mundo, nadie podía comprender el amor que tenía por ella. Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana sentándome en el asiento que teníamos, contemplando el paisaje que teníamos desde nuestro lado de la casa. El blanco color de la nieve me llevó a aquellos año en los que era pequeña y me despertaba temprano sentándome al lado de la ventana para observar y pensar en lo que quería ser de mayor, en todo lo que desearía tener, de cómo sabía que no quería un príncipe sino una princesa, de que algún día me casaría con la persona que me robaría el corazón, aquella de la que estaría perdidamente enamorada. Y aquí estaba, frente a la morena que tan loca me tenía, con la que tenía tres maravillosos hijos, y con la que pasaría el resto de mi vida hasta mi último aliento. 

- ¿En qué piensas?- sentí dos brazos rodear mi cintura.

- En ti- respondí girando la cabeza para apreciar esos hermosos ojos.

- ¿Serán cosas buenas no?- besó mi moflete con dulzura.

- Siempre lo son- eché una risa- ¿cómo es que te has despertado? cuando me he levantado estabas dormida profundamente.