El alta

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Emily's pov

Me tuvieron dos días en observación, 48 horas en el hospital para cerciorarse de que no hubiera ninguna complicación y todo estuviera tal y como debía estar. Sentía que ya podía respirar oxígeno limpio, ya no notaba ese dolor ni asfixia cada vez que mis pulmones se llenaban de aire y lo expulsaban más tarde. Después de lo sucedido, por fin era capaz de decir que tenía luz verde, lo que indicaba que no volvería a pasar otra noche en esa habitación blanca con ese hedor tan específico, y que volvería de nuevo con nuestros pequeños, a casa, donde todos estaríamos reunidos.

Estaba en la cama sentada esperando a que el médico viniera para darme el alta, ya que debía de hacer los papeleos y parecía que hoy había bastante actividad en el hospital. Sin embargo, por mucho que tuviera que aguardar, tenía a mi rubia sentada en el sofá mientras leía una de esas revistas de moda que tanto a ella como a Han le gustaban. No tenía una clara visión de su rostro, sólo en esas ocasiones en las que llevaba un mechón de pelo hacia su oreja y haciendo que parte de su perfil tuviera visión. Me mantenía en silencio observando su belleza mientras ella devoraba en silencio las palabras escritas en esas hojas, y daba igual que fuera una revista, periódico o libro, siempre tenía esa esencia de leer que me cautivaba.

En ciertas ocasiones me apetecía decirla algo, aunque viendo lo concentrada y bella que estaba, lo pensaba de nuevo y me retractaba quedándome en silencio y sin apartar la mirada de ella, como si fuera una mirona. Vestía unos pantalones vaqueros oscuros, con una blusa blanca de tirantes adornada con flores, un jersey azul marino, tacones con un poco de plataforma y el pelo suelto, pero se acaba de hacer una trenza de lado haciendo que por fin ya no tuviera obstáculos para verla, por lo que todo era un gran punto positivo.

Si por mi fuera, me quedaría toda la vida admirando su belleza, no importaba el tiempo que estuviera observándola, porque siempre me parecería poco. No la tenia tan cerca como cuando se sentaba pegada a mi lado, pero percibía ese ligero olor a vainilla que tanto la caracterizaba y que tan loca me tenía.

Ahora que estaba en un gran silencio y con la mirada en ella, me vino a la cabeza aquella vez en la que estuve en aquella silla sin apartarme de su lado, esa ocasión en la que rezaba cada día por que despertara y volviera hacia nosotros. Recordaba a la perfección cómo le dije que luchara con fuerzas, pero que si decidía irse después de tanta lucha también lo entendería, por mucho que fuera la decisión más complicada que tuviera que tomar. Fue uno de los momentos más difíciles que había vivido, y ya ni me imaginaba para nuestros pequeños; y sólo el echo de pensar en decirles que si por alguna casualidad hubiera ocurrido que su madre hubiese muerto, se me encogía el corazón hasta tal punto de no poder respirar con normalidad.

Aparté la sábana que cubría mis pies y me levanté yendo hacia el sofá y sentándome a su lado, teniendo en seguida su atención en cuanto mi trasero tuvo contacto con el diván. En cuanto tuve contacto con sus órbitas azules, todo mi mundo se paró, centrando la atención exclusivamente en sus ojos, esos que tanto te pedían hundirte en ellos. En ese instante sólo existíamos ella y yo, no había nada más alrededor, mi única visión y atracción era la rubia que ocupaba mi corazón.

- Hola- sonrió una vez había dejado la revista en la mesa.

- Hola- cogí su mano y la llevé hasta mis labios plantando un dulce beso en ella.

- ¿Cómo te encuentras?- me miró con esos ojos azules tan hipnotizantes que poseía.

- Mucho mejor- acaricié la palma de su mano con el pulgar.

- Me alegra saber eso- apoyó su mano libre en mi moflete y se acercó más besando mis labios con ternura- mi heroína.

- Esa soy yo- sonreí a medida que apoyaba la frente contra la suya.

Mi amor verdadero (Emison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora