Feliz Navidad

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Emily's pov

Habían pasado algo de cuatro meses de que hubiéramos comenzado de nuevo con la rutina: el final del verano, la preparación al cole, comienzo de las clases, trabajar... Volver a los hábitos de los que ya estábamos acostumbradas, por mucho que a veces no lo pareciera, pero tenía sus cosas buenas, porque nos encontrábamos con gente a la que no habíamos visto en tiempo. Un ejemplo de ello fueron Elena y Mark, que al pasar sus vacaciones en Europa para que s familia conociera a su hijo, no tuvimos tiempo de vernos, y cuando empezó el curso fue el primer día que coincidimos tanto mi mujer como yo con la morena.

Elena era otra más de la familia, la conocimos cuando llegó a trabajar a cubrir una baja que al final terminó siendo trabajo fijo. Recuerdo el primer día que la vi, coincidí con ella en la sala de profesores mientras se preparaba bien las hojas que entregaría en clase con algo de nerviosismo. Era normal sentir ese desasosiego cuando eras la profesora nueva o primer día de clase, y más en el instituto, porque con la adolescencia las hormonas se alteraban y nunca sabías el tipo de alumnos que tendrías en clase. 

Mi primer día como profesora fue genial pero algo vergonzoso al mismo tiempo. Estaba tan atacada de los nervios que recordaba haber llegado a mi despacho correspondiente una hora antes sólo porque necesitaba practicar el pequeño discurso que escribí la noche anterior. Quería dar buena impresión, que la di al final, aunque también hice que los alumnos se rieran porque en medio de mi disertación movía tanto las manos que perdí la cuenta de la cantidad de veces que se me cayó la carpeta. 

Al ver así de agitada a Elena, me acerqué a ella y le relaté mi experiencia de primer día como profesora. No sé si fue la manera en la que lo conté o que tal vez la historia le hubiera parecido graciosas, pero al final logré que entre risas calmara sus nervios y fuera más decidida a su presentación. Todos pasábamos por eso alguna vez, daba igual el tipo de trabajo, el primer día era como la fecha de dar buena impresión y de no querer disgustar a los demás. 

Ahora estábamos en una de las fechas que más cariño tenía: navidad. Nunca llegué a comprender de dónde me vino ese gusto específico por esas fiestas, aunque desde siempre mis padres me habían comentado de lo feliz que me hacían esas vacaciones. Después de tanto tiempo, ese gusto nunca desvaneció, era más, incluso me atrevía a decir que era más fuerte, porque ahora compartía la fecha con nuestros hijos. Las navidades tenían dos partes muy buenas, una era que al ser vacaciones no teníamos que ir a clase, y la otra que el espíritu con el que nos inundaban las películas, canciones y actividades era imposible no sentirse feliz.

Esta nochebuena nos reuniríamos todos, mi madre, la de Ali, Cece, Jason y sus hijos y nosotras; todos juntos celebrando un año más que habíamos pasado. Como todos los años, llevaba puesta la famosa camiseta negra con letras blancas en la que se podía leer a la perfección "esta chica ama la navidad". Pero no era la única que la llevaría puesta, ya que hice más para las chicas, tal y como prometí aquel día tras convencer a Han de que se la pusiera. Me alegró mucho cuando la rubia quejica nos envió una foto con la prenda puesta, se quejaba de lo viciada que estaba con la navidad, pero en el fondo a ella también le encantaba. 

 

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Mi amor verdadero (Emison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora