35. LA PLATA (Argentina)

24 7 1
                                    


Diego y Marina llegaron a La Plata en la mañana del día anterior, jueves, y se alojaron en un hotel del centro. Recién ayer, en la tarde, ella tuvo la primera comisión directiva con sus jefes, en la que hubo un único y urgente punto a tratar: la significativa y extraña quiebra de una de las Navieras más importante e influyentes del país.

La Steiner-Trans-Cruceros es una empresa enteramente nacional, sin ningún aporte de capital extranjero, dedicada al transporte de pasajeros a bordo de transatlánticos y cualquier otro tipo de embarcación de lujo. Sus buques recorren el Atlántico, de norte a sur, desde hace medio siglo. Sin embargo, en el último año, las acciones han bajado de forma sorprendente y vertiginosa, sin que nadie haya podido explicarse, hasta el momento, las causas de tan extraordinaria quiebra.

Marina Bordonaba es una de las dos mujeres presentes en la sala donde se celebra la sesión (la otra es una de sus superiores: la doctora Mónica Cubillas, Gerente General del Consorcio Portuario Ensenada–La Plata). En los minutos previos, han estado comentando los últimos avatares de la empresa naval ahora naufragada. El espinoso asunto tuvo lugar cuando ella todavía trabajaba en Buenos Aires, precisamente, en el departamento responsable de los movimientos que se manejan en puerto sobre este tipo de transportes. La reunión ha ido bien en líneas generales. Teniendo en cuenta el problemático tema a tratar y la cantidad de inconvenientes que esto va a ocasionar en los distintos departamentos implicados en el caso, es de suponer que, en las próximas comisiones, el asunto se agrave sin remedio, hasta que entre todos puedan encontrarle una explicación convincente.

Sin embargo, a Marina le está prohibido compartir su suerte con Diego. Cuando más tarde se encuentre con él en el hotel, tendrá que simular que nada pasa, para no tenerle que darle explicaciones. (Recién iniciada la relación, y teniendo en cuenta el importante cargo que ella ocupa dentro del Ministerio, a petición del hombre, acordaron no hablar nunca sobre sus respectivos trabajos; a menos que fueran asuntos sin trascendencia o algún que otro chisme relacionado con el entorno. Pero esto, por desgracia, no es ni una cosa ni la otra). No le queda más remedio que guardarse su desconfianza sobre el caso y contarle, escuetamente, que todo ha ido bien. De cualquier manera, es hoy viernes cuando se han de tomar las decisiones importantes sobre el futuro de la Steiner-Trans-Cruceros. Entre todos los reunidos, van a tener que juzgar si existe en el mundo alguien interesado en su compra y con el suficiente capital para hacerse con ella o, en último extremo, tomar la lastimoso determinación de sacrificarla; conscientes de que el país no está, en aquel momento, en una posición que permita asumir los gastos que conlleva un emporio como aquel.

Luego podrán regresar a Mar del Plata.

La comisión estaba fijada para las cuatro de la tarde, de modo que tuvo tiempo de almorzar con Diego antes de salir para el ministerio. Marina confía en que todo se resuelva rápido y no se demoren demasiado en llegar a la conclusión final. De hecho, al despedirse de Diego en el restaurante, le dijo que podrían terminar a última hora de la tarde y, con un poco de suerte, tomar el último vuelo de regreso a Mar del Plata. Pero sus expectativas se vienen abajo, nada más entrar en la sala de juntas y percatarse de que las cosas no van a ser tan sencillas como esperaba que fueran. Le extraña ver en aquel lugar a alguien que, en modo alguno, tendría que haber estar allí, si en verdad el problema se hubiera solucionado y únicamente quedara darle un último vistazo a los planes de futuro de La Steiner. Algo nuevo tiene que haber aparecido para que aquel figurante, por demás desagradable para ella, se haya unido a la comisión.

El personaje en cuestión es el Secretario del Ministerio, a quien Marina no le tiene la más mínima confianza y mucho menos afecto. De por sí, nunca le gustaron los políticos y este lo es en toda la extensión de la palabra. La mujer siente las miradas optimistas que le dirigen sus compañeros, pero no termina de entender qué demonios tiene que hacer un representante del Ministerio en un asunto como aquel. A menos que le interese sacar tajada del asunto, cosa que no tendría que extrañarle demasiado.

La Peor de Mis LocurasWhere stories live. Discover now