39. SANTA MARTA

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Estos son los últimos días que los muchachos disfrutarán en el periodo vacacional de invierno y tienen que aprovecharlos como mejor puedan. El próximo lunes se reanudan las clases en la universidad; toca rendir en los estudios y aparcar las fiestas.

Carolina le ha pedido a su papá las llaves de la cabaña de la playa, que él le ha prestado gustoso, y van a pasar allá el fin de semana, desde el viernes en la tarde hasta la noche del domingo, a pesar de la insistencia de Sergio en que deberían ir mejor a la hacienda del interior.

Valentina y Adela no han vuelto a discutir, entre otras cosas porque no se hablan, más allá de lo imprescindible, desde el enfrentamiento que tuvieron en La Casona. Pese a todo, la abuela quiere que estén juntas, por lo que les ordenó acompañar a sus primos a la casa de los Solís. Pero eso sí; Rosalía tuvo buen cuidado en advertir a sus hijos que estén pendientes de ellas, las vigilen en todo momento y no permitan que les compliquen el paseo. Saben que Adela va a estar acompañada y protegida por Eduardo, pero no se fía de lo que pueda hacer su hermana, si en una de esas le da por ponerse a malas con ella. En cualquier caso, todos ellos van a procurar pasarlo bien estos últimos días de asueto, si no divertidos, al menos relajados.

Raúl y Javier han invitado a Ana María y Sofía. A última hora, Ana les pidió permiso para llevar a su hermana Isabel, que vive con ella desde que se divorció unos meses atrás. Por lo demás, estarán los mismos de siempre; todos los Álvarez de Arauca y Eduardo, el nieto de la Nana.

Evidentemente Sergio ha hecho hasta lo imposible por escabullirse del paseo, pero a menos que invente una excusa razonable o se enferme de repente, no se va a poder rehusar a acompañarlos. Se le ocurrió insistir en que fueran a la hacienda, donde él tendrá la opción de pasar el tiempo entretenido con los trabajadores, sin resultar una molestia para los otros, pero no le hicieron demasiado caso. Así las cosas, por más que no sea de su agrado volver al lugar de su primer encuentro amoroso con Carolina, no le queda otro remedio que acompañarlos y rogar para que las horas pasen volando y pueda regresar cuanto antes a la normalidad de su vida.

Hoy sábado pasaron el día en la playa del complejo privado donde se ubica la casa, y en la noche prepararon un asado en el parque de atrás al lado de la piscina. Por el momento parece que los ánimos están calmados, sobre todo porque Valentina, afortunadamente, ha hecho amistad con la hermana de Ana María y se la han pasado conversando entre ellas, bastante divertidas por cierto. Esto al menos ha evitado que los demás tengan que preocuparse de sortear un enfrentamiento entre ella y su hermana. Y por fin se han ido a descansar, satisfechos de haber pasado el día sin mayores contratiempos.

Sin embargo, esa noche no todos pueden dormir bien.

Sergio, aunque mitigados ya sus deseos de regresar a La Casona, gracias a la tranquilidad que se respira en aquella parte del parque, no puede soportar estar tan cerca y tan lejos de Carolina. Tiene muy presente lo que sucedió con ella en aquel mismo lugar, hace apenas unas semanas, y eso ha terminado por desvelarlo. Antes que quedarse dando vueltas en la cama, inquieto, decide salir a la terraza para ver si logra sosiego. Mira a lo lejos el negro y ruidoso mar, desde la barandilla sobre la playa, y analiza por enésima vez qué fue lo que pasó con la muchacha, que todavía no alcanza a comprender. Tan abstraído está que no ve acercarse a su hermano hasta que lo tiene al lado. Y, por la cara que trae, tampoco Javier pudo conciliar el sueño, aunque ignora cuáles pueden ser los motivos de su desvelo.

–¿Y entonces qué? ¿No puedes dormir? –pregunta el joven, palmeándole la espalda con suavidad.

–Aja. Me siento agitado. No sé qué me está pasando –se excusa, yendo a sentarse en la hamaca, junto a la sala–. Esta noche voy a pasar derecho.

–Pues qué dicha, los dos desvelados –bromea el joven–. Mejor dicho: espérame acá que voy por unos jugos y hablamos.

–No, deja esa vaina. Vamos para el cuarto que no son horas de estar acá.

La Peor de Mis LocurasWhere stories live. Discover now