Marina tiene miedo, está aterrada en realidad. Aunque no por lo que le pasó a ella que, ahora sabe, no fue más que un pico de presión, causado por el estrés al que estuvo sometida en los últimos días. Tiene miedo, pero es por Diego. El doctor Turchetto le contó lo que había pasado en la sala de espera. No pudo advertirle a tiempo para que no le contara, pero entiende que el médico ha pasado su informe sin ninguna mala intención. Lo malo en este caso, lo peor de todo, es conocer la reacción que tuvo Diego al enterarse, y eso ya no tiene vuelta atrás. Por eso se siente morir.
Gracias a Dios encontró a Sara en el hospital, precisamente en el momento que más la va a necesitar.
Sara Mendoza es una amiga de la infancia de su mamá. No han tenido ningún contacto en los últimos meses, desde que se vieron en Pinamar, cuando su problema con Víctor Alemán. Pero la conoce desde que vino al mundo y en su situación, es el único afecto del que va a poder disponer. Sin Ariel ni Marcela al lado suyo, Sara es la única persona allegada que la puede contener, ahora que presiente que todo su mundo se va a venir abajo.
¿Y qué otra cosa puede esperar? La relación con Diego ha estado siempre pendiente de un hilo. Sus continuas separaciones y su falta de confianza a veces; unido a lo que pasó recién, que sin duda va a tener nefastas consecuencias, hace que comprenda que, el sueño que vivió a su lado, está a punto de concluir allá mismo, en aquella habitación de hospital. Aunque no por falta de amor, porque, si de algo está segura en esta vida, es de que él la ama. Solo que el amor no le va a alcanzar para perdonarle lo que hizo. Como tampoco a ella le va a alcanzar su amor por él, para cubrir el frío que va a sentir en el alma cuando no lo tenga más. Así fuera que lo haya decidido en medio de la bronca, Diego pensó en regresar a Colombia sin ella, ahí nomás cuando comprendió que no tienen un futuro, juntos. Y si bien ahora está el bebé, ni siquiera por él van a poder continuar la relación. Su hijo no va a crecer al lado de su papá, porque, aunque él no lo quiera, ella se va a marchar muy lejos; a cualquier lugar donde no tenga que ver en brazos de otra mujer al hombre de su vida.
Ahora sabe que todos estaban equivocados. Ella tuvo razón al haber temido hablarle de su embarazo. Sobre todo Marcela y el abuelo, erraron en sus predicciones, por más convencidos que estuvieran de que él se iba a sentir feliz al saber. Marina, sumida en el terror de perderlo, piensa que su negativa a contarle siempre estuvo justificada. Diego no quería tener aquel hijo y ella, al igual que hizo Fernanda años atrás, había actuado en contra de su voluntad. Por eso está enojado, y con toda razón. Si no fuera así, ¿por qué, aún sabiendo que existe, o precisamente por saberlo, decidió regresar a su país sin preocuparse por hablar con ella?
Lloró mientras el doctor le contaba lo que sucedió en la sala de visitas. Pero antes de salir, el médico ordenó a la enfermera que le administrara un calmante, que les permita controlar las constantes del bebé sin la agitación de la madre. Luego, más calmada, ella misma le contó a Sara, a grandes rasgos, su relación con los Álvarez de Arauca y su historia de amor con Diego. Una historia de amor de la que no se va a poder separar más nunca, aunque él no quiera saber en el futuro ni de ella ni de su hijo. Sin embargo, cuando preguntó a la mujer porqué nadie había pasado a verla, sabiendo que toda la familia está en la sala, Sara le dijo que su médico había prohibido las visitas, a excepción de Diego si tiene a bien acercarse por allá. Entonces se le ocurrió pensar que tal vez él sí venga. Vendrá, no a saber del bebé o de ella, sino a terminar la relación, para que entre los dos no quede ninguna cuenta pendiente. Por eso lo está esperando. Y lo esperará toda la vida si es necesario. Así se muera de amor y el dolor de perderlo la mate, va a aceptar lo que él quiera que sea.
La enfermera que lo esperaba en la sala de visitas, hace seguir a Diego por un pasillo lateral, fuera de la zona de terapia, que lo desorienta un poco. Si el doctor se fue por el otro lado, ¿adónde lo llevan a él?
