26. SANTA MARTA/MAR DEL PLATA

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Con los preparativos del viaje, la tramitación de los documentos que Luisa necesita para mudarse a la Argentina y la liberación del expediente, que precisa para seguís sus estudios allá, que, aunque ella ya tiene bastante adelantado, están a falta de la correspondiente firma de Diego, los dos días, hasta la salida del vuelo, han pasado sin que apenas se dieran cuenta. En el momento de la marcha tan sólo Valentina, todavía muy enojada con su padre, no ha salido a despedirlos; suponiendo que, el desprecio, creará remordimientos de conciencia en su progenitor.

Diego siente que la relación con su hija haya quedado en esos términos, pero sabe que, únicamente si él acepta renunciar a Marina, las cosas entre ellos podrán volver a estar como antes. Obviamente, eso es algo que ni siquiera se ha planteado hacer. Han sido muchos días de alejamiento; muchas horas de inquietud y demasiados deseos reprimidos, como para no haberse dado cuenta de que necesita a aquella mujer mucho más de lo que se atrevió a imaginar nunca. Quizás lo de su hija no sea un atropello de niña consentida; quizás Valentina tenga sus razones y hasta puede que sean válidas. Pero lo que él está sintiendo en el alma, ese dolor en el centro del pecho que lo ahoga, es algo que ni a sí mismo se puede explicar. Lo que sí sabe es que, solamente al lado de Marina, puede calmar ese desasosiego que lo lleva, a veces, al borde de las lágrimas por no poder tenerla.

Su mamá se disgustó mucho con la pronta partida, a pesar de que entiende sus razones para regresar cuanto antes a Mar del Plata. No obstante, la hizo sentir mejor cuando le prometió que no tardaría en volver a verlo, aunque se guardó para sí la idea de hacerlo con la que ya considera su mujer.

Luisa es la única que en verdad ha disfrutado con los trámites del viaje. Para ella supone emprender una vida nueva en todos los aspectos, pero, sobre todo, desea y necesita salir de una vez de las faldas de su mamá y alejarse de ese mal amor, de ese amor dañino, que le causa dolor y sufrimiento. Desde el momento en que salga de La Casona, con destino a un mundo desconocido, todo va a ser delicioso para ella; una aventura que quiere guardar para siempre en su corazón. Por eso, cuando Jacinto los haga subir al carro de la casa para llevarlos al aeropuerto, ella va a abrir bien los ojos a todo cuando aparezca en su camino; lo va absorber en su memoria para no olvidarlo nunca.

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La organización de las valijas en la salida. La excitación irrefrenable de Luisa. Los pasos desorientados de Nadia, que quiere tenerlo todo a mano y que nada quede fuera de su control. Diego se siente agotado, aún antes de subir al avión. En cualquier caso, le basta recordar que va a encontrarse con Marina, para que se le ilumine el rostro y una descarga de adrenalina consiga estimular sus cinco sentidos. En la última llamada que le hizo en la mañana, acordaron los detalles de su llegada: ella los va a esperar en la sala privada de la zona VIP; ellos irían en su busca. De este modo podrán arribar con calma, pasar el control de aduanas y encontrarse lejos de la multitud.

Con estos planes establecidos, los tres abandonan el avión –que tomó tierra en el Aeropuerto Internacional Astor Piazzola, de Mar del Plata, pasadas las nueve de la mañana, tras quince horas de vuelo y dos escalas–, y emprenden el camino a través de la pasarela de llegada, como cualquier otro viajero con menos ansiedad que ellos. Diego le gasta bromas a Luisa, mientras le pide a Nadia que saque los billetes de salida, a fin de tenerlos a la mano antes de entrar en el pasillo, donde, sin duda, se formarán las habituales colas en cuanto cualquier pasajero despistado se demora demasiado en pasar el trámite.

Tan distraído está, conversando con las dos mujeres, que no mira hacia el grupo de personas que esperan la llegada de familiares y amigos, fuera de la sala privada, al otro lado de las barreras de seguridad. Mientras examina los pasajes que la secretaria le muestra en su mano, echa un vistazo alrededor, sobre el hombro de la mujer, fijándose en la masa de gente que espera.

La Peor de Mis LocurasWhere stories live. Discover now