82. La Nana

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Procuran llegar a la fiesta cuando ya está comenzada. De esta manera evitan al menos que sus papás comiencen con las preguntas que, sin lugar a dudas, no va a poder eludir más tarde. Teme sobre todo a su mamá. A ella va a ser imposible ocultarle lo que está pasando y antes que mentirle, prefiere esperar el momento adecuado para hablarle del asunto. David tiene claro que esto será lo primero que harán por separado; él tendrá que contarles solo, ya que está seguro de que, su todavía esposa, no va a querer dar ninguna explicación por lo que ha decidido hacer.

No bien llegan al centro de la reunión, son agasajados por parientes, amigos y conocidos. Ambos entienden que por ellos mismos, está de más simular que todo sigue como siempre, si la realidad es que en breve la ciudad entera va a poder constatar lo contrario. Pero por los chicos tendrán que mantener las formas si no quieren dañarles la celebración con sus malas caras. David muestra su mejor sonrisa forzada y, por supuesto, no piensa tomar un solo trago de licor que, seguramente le va a caer mal y hará que pierda el control. Alejandra, por su parte, librará su propia batalla por mantener la calma y no va a dejar que los demás intuyan lo más mínimo sobre sus problemas maritales. Por más incómodos que estén uno al lado del otro, este va a ser su lugar para lo que resta de noche.

Es obvio que no debió ni siquiera pensarlo, pero en una de las muchas rondas que hizo por el gran salón saludando a unos y a otros, David se vio juzgando a cada varón presente en la reunión; tratando de descifrar cuál de ellos será el atrevido que le está quitando a su esposa. Que ya se la quitó, mejor dicho. Porque eso sí, ella se lo dejó claro, lanzándole a la cara con manifiesta altanería, que "hay otro hombre en su vida". Aunque en este momento, por más que especule, no va a ser capaz de adivinar quién es.

En cualquier caso, buscando una huida a sus lúgubres pensamientos, se encontró ante la idea de hacer aquello que se había propuesto evitar; agarrar una botella del exquisito ron que su abuelo hizo traer de la finca del interior y evadirse en el rincón más apartado de la casa para emborracharse hasta caer muerto. Pero ¿por qué? Y ¿por qué no? Sencillamente, porque él no es de ese tipo de personas que le huyen a las complicaciones de la vida enmascarándose detrás del alcohol. Todos los problemas tienen una solución; y si no la tienen, mala suerte. De nada sirve querer escapar de ellos. Pero lo más triste, el más triste de todos sus pensamientos aquella noche, fue darse cuenta, dentro de la serenidad que mantiene, de lo poco que le está importando que suceda aquello que para otras parejas resulta ser lo más terrible de sus vidas. ¿Divorcio? David cree que sufrió más al enterarse de la separación de Diego e Irene, puesto que creía que su hermano había encontrado la felicidad al lado de esa mujer, de lo que está sufriendo ahora, cuando es el fin de su propia pareja. Y si necesita un consuelo para su mal, únicamente ha de ver que Alejandra tampoco parece ser la más feliz de las mujeres presentes en la fiesta. Su esposa está librando su propia batalla con los invitados, entre los que sin duda se encuentra el hombre que ha elegido para continuar su vida lejos de él. El hombre con el que, indudablemente, preferiría estar a solas lejos de allí. En algún momento la vio hablando con su hermana –de la que dijo no ser la mejor de las amigas–, seguramente contándole las discusiones que han tenido y hablándole de hacia dónde caminan sus vidas, ahora que ella decidió pedirle el divorcio. No tiene más que ver el rostro de Rosalía, que lo mira ofreciéndole una sonrisa tranquilizadora, sin darse cuenta de que sus grandes ojos claros no pueden evitar transmitirle el dolor que siente por él.

¿Por qué le parece que están sufriendo más los demás que él mismo?

Para David está resultando tan agobiante la velada que no ve el momento de que todos los invitados desparezcan y pueda tomarse ese trago que tanto necesita, sin temor a emborracharse, porque ya no va a tener que enfrentarlos con sus cuitas. Pero ya es entrada la madrugada –en el momento en que los jóvenes se retiran al jardín para continuar la fiesta en la piscina y el último de los asistentes a la fiesta les da las buenas noches–, cuando se reúne con sus padres y el abuelo y les pide hablar con ellos en privado.

La Peor de Mis LocurasWhere stories live. Discover now