Fugo Pannacota

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Ira

El trabajo en Passione nunca fue fácil, cada vez que iban a una misión siempre regresaban heridos, no en un estado fatal pero siempre había uno que otro hueso roto, quemaduras, o hasta algo dislocado. La misión que apenas habían terminado no fue algo distinto a lo usual, pero Fugo había quedado muy mal herido, tal vez de las peores heridas que había tenido durante su vida como mafioso.

El muchacho se encontraba tirado en el suelo, la sangre a su al rededor decía bastante de lo grave que estaba, los demás apenas habían terminado de luchar y ya se estaban reuniendo a su al rededor para inspeccionar la situación.

- ¿¡Pero qué mierda te sucedió, Fugo?! ¡¿Cómo fue que terminaste así!?.- La voz enojada de la fémina dejó a todos sin habla, nunca la habían escuchado con ese tono, ni en las peleas que tenía ocasionalmente con Fugo, ella siempre fue la voz de la razón entre todos.

- Hay que mantener la calma, Giorno puede arregl-

- ¡¿Quieres que mantenga la calma cuando Fugo está así!? ¡Giorno ven aquí ahora!.- Abbacchio ni siquiera pudo terminar de hablar, pues el grito y el tono de la fémina lo dejaron a la mitad. Más que sorprendido se quedó en silencio, asintiendo para darle espacio al rubio que podría arreglar a su pareja.

- N-Necesito un poco de espacio.- Obedeció a las palabras de Giorno, alejándose un poco mientras sanaban a Fugo. Su sangre hervía más que nunca, Fugo se había lastimado de gravedad por salvarla a ella ¿Por qué lo hizo? Sabe bien que puede protegerse sola.

- ¿En qué carajo estabas pensando, Fugo? ¡Pudiste haber muerto, idiota!

- L-Lo siento, pensé qu-

- ¡No, no lo hiciste! Sabes quien que podía sola ¿Por qué tomaste un riesgo tan tonto? ¡Sabes lo fuerte que soy! ¡No debiste!

- No lo... no lo pensé, perdón.- Mordió su propio labio, sentándose una vez recuperado. Iba  a levantarse pero su pareja ya lo tenía bien abrazado, como si lo fuera a perder en cualquier momento. Los brazos del muchacho terminaron descansando sobre su cintura, recibiendo el abrazo después de todos los gritos enojados de su pareja-. Nunca te había visto perder así la compostura.

- Estaba muy asustada ¿Qué hubiera hecho si te perdía? Nunca más vuelvas a hacerlo, idiota...- El suave murmullo en su oído fue lo que tranquilizó a todos, la verdad es que todos estaban sorprendidos por la actitud que había tenido la fémina, hasta el propio Fugo.

- Está bien... no me pasó nada ¿Ves? Me pudieron arreglar a tiempo, no volveré a tomar un riesgo tan grande.

- Por favor, no lo hagas nunca más.- Se separó de su pareja, ayudándolo a levantar con cuidado, mirando avergonzada al resto de la Gang-. Perdón por haberte gritado, Abbacchio... igual a ti, Giorno, perdón.

- Está bien, estabas con los nervios de punta, es nuestra culpa.- Abbachio negó con la cabeza, dándole unas palmadas en la espalda a la fémina. Giorno de igual manera solo sonrió, restándole importancia a lo que había pasado.

Revisaron todo una vez más, dando por terminada la misión para poder irse a casa, Fugo tenía si brazo sobre el hombro de la fémina, apoyándose en ella para caminar con cuidado, no había dicho ni una palabra después de eso, una mezcla de sentimientos en su interior lo tenían bastante pensativo a decir verdad, y no sabía como expresarlos.

- Te veías muy ardiente así de enojada.- Recibió un codazo por parte de su pareja, siguiendo su camino con un leve sonrojo en las mejillas.

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