Dio Brando Part1

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Dio Brando veía a todos como menos, no había nadie que se igualara a su persona con excepción de Jonathan Joestar y aquella mujer. Ni el mismo Dio entendía que era lo que tenía para estar así de confundido por ella, literalmente veía a todo el mundo como una mera herramienta y juguete, pero ella tenía algo diferente que hacía estragos en su mente.

- Dio, si te sigues metiendo en peleas ya no voy a curarte.

- ¿y quién dijo que te necesitaba? Tsk... puedo hacerlo solo.- Volteó la cabeza, soltando un gruñido cuando la fémina pasó el algodón con alcohol sobre la herida en su rostro-. ¿por qué no te vas?

- Yo tampoco lo entiendo.- La mala mirada que le dio al rubio hizo que se callara, gruñendo de vez en cuando ante cada toque de alcohol. Siempre era así, la fémina se encargaba de limpiar y curar cada una de sus heridas, Dio era bastante problemático así que era su pan de cada día.

- ¿No tienes nada más que hacer?.- A pesar del tono que utilizó el rubio la fémina sabía que era una pregunta casual, después de todo el no sabía expresarse del todo bien con ella, ni con nadie.

- Tengo que estudiar algunas cosas... pero me di un respiro, la semana de exámenes se acerca y debo aprovechar para sacar las mejores notas, esos idiotas piensan que por ser mujer no soy lo suficientemente buena para estudiar con ellos.

- Como si esos imbéciles pudieran ser mejor que tu.- Dio soltó un suspiro molesto, frunciendo el ceño bajo las manos de la fémina-. No le debes probar nadie a nadie, tu conoces tu valor pero... no estaría mal que los aplastes como los simples insectos que son, demuéstrales quien manda sobre ellos.

- Oh... gracias, eso fue lindo.- Soltó una risita al ver el sonrojo en las mejillas del rubio, terminando de poner una gasa sobre su mejilla-. Listo, por favor no vuelvas a meterte en alguna pelea.

- Tsk, solo dije la verdad, y... no es mi culpa que esos imbéciles me hagan enojar, se lo merecían.

- ¿Por qué fue esta vez?

- No es algo que necesites saber.

- Pues me gustaría saber, después de todo soy yo quien se encarga de curarte ¿No?

- Agh... puede que hayan estado hablando mal de ti, pasé sin darme cuenta por tu facultad y encontré a ese grupo de idiotas sin cerebro hablando de una chica de su curso, por lo que decían supuse que eras tu.

- O-Oh... eso, en realidad fue muy lindo, Dio.- La enorme sonrisa que tenía en ese momento se comparaba con el sol, para Dio el verla de aquella manera valía todos los golpes del mundo, pero nunca se lo diría-. Pero no tienes que meterte en problemas por algo así, he aprendido a ignorar las críticas, siempre habrán idiotas de ese tipo en mi camino.

- Tu eres especial, aún no descifro qué es pero... no eres igual al resto, aunque seas una tonta.

- ¿Gracias? Aún así creo que todos tenemos potencial, simplemente unos no lo aprovechan y terminan queriendo hundir a los demás.- Se encogió de hombros, soltando una risita-. Y es en serio, deja de meterte en problemas porque si, estaré bien... no quiero verte lastimado nuevamente ¿O será que lo usas como excusa para venir a verme~?

- Absolutamente no ¿Por qué yo, el gran Dio haría algo como eso? No te creas mucho.- Desvió la mirada hacia la ventana, soltando un gruñido cual perro enojado-. Aparte, no es que venga aquí solo para eso, eres la única que tiene el privilegio de curar mis heridas, no cualquiera podría tocar mi rostro.

- Uhm~... entiendo, entiendo~... Ya que estás aquí ¿Quieres tomar algo de té? El día está algo frió, no vendría mal~.

- Si le haces esa propuesta al gran Dio, no podría rechazarla.

- Si si, señor Dio... siéntate en el mueble, ya te lo traigo.- Soltó una risa, caminando hacia la cocina para calentar un poco de agua y poner el té, mirándolo de reojo-. ¿Te ha ido bien en las clases?

- Obviamente, soy el más inteligente de todos, nadie se asemeja a mi.

- También eres el más hablador, el más presuntuoso, y... el más atractivo ¿Por qué no?

- Oh...- El rubio no pudo conjugar una oración después de aquello, mirándola con un sonrojo en las mejillas y una falsa mueca de fastidio-. Uhm, tu tampoco estás mal, para ser tu.

- Gracias por el...¿Halago? Supongo que cuenta como eso.- Después de unos minutos regresó con las tazas, dejando una frente al rubio mientras ella se sentaba a su lado-. Listo, su té está servido, amo Dio~.

- ¡D-Deja de hablar así!

- ¿Por qué, te molesta~?

- Ugh, eres de lo peor.

- No creo que el gran Dio se vuelva tan débil ante un pequeño coqueteo~.- La fémina soltó una carcajada mientras disfrutaba de su té, mirándolo de reojo-. ¿Dónde quedó ese fuerte chico que se enfrenta a cualquiera, eh~?

- Tsk, te mostraré dónde está.- La expresión decidida de Dio fue opacada por el sonrojo en sus mejillas, pero eso no lo detuvo a tomar a la fémina del rostro, uniendo sus labios con algo de desespero. Fue corto pero bastante hambriento, como si buscara llegar más profundo y no tuvieran tiempo. Se separó con una sonrisa ganadora, aún sin quitar aquel hermoso sonrojo de sus mejillas-. ¿Y qué te pareció eso, eh?

- V-Vaya... es... fue... bueno.- El rostro rojo de la chica le sacó una risa a Dio, habiendo cumplido su cometido.

- ¿Solo bueno?

- Genial, lo admito.

- Más te vale... ahora si, creo que puedo perder mi tiempo escuchando lo que hiciste hoy.

- Bien...

La tarde se fue entre pláticas, la fémina hablando más de lo que Dio lo hacía, nunca admitiría que le gustaba escucharla hablar, tal vez... y solo tal vez dejaría que aquella muchacha se quedara a su lado cuando lograra sobrepasar a Jonathan, era la única que merecía estar a su lado.

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JoJo ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora