Dio Brando

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-¡Mujer!

-Dio, odio que me llames así, no soy un animal.- La fémina rodó los ojos, soltando un suspiro al verlo tirar la puerta-. ¿Qué pasó?

-Escuché que habrá un evento por el aniversario de nuestra universidad.

-¿Si? Escuché algo acerca de eso, pero realmente no le presté atención.

-Pues ahora lo sabes.

-¿Y qué pasa con eso?.- Alzó una ceja, esperando a que el rubio siguiera hablando pero solo obtuvo un silencio y un lindo sonrojo en las mejillas de su compañero-. Dio, dímelo.

- Pues, te haré el honor de poder ir conmigo.

-¿En serio?.- Soltó una risa, negando con la cabeza-. Pues, no tengo nada que hacer ese día, creo que iré.

-Bien, iremos a comprarte un hermoso vestido, todas te envidiarán.

-No es necesario y lo sabes.

-Tienes que vestirte a mi altura.

-Pff~... claro, Dio.

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-Mujer, llevo esperando mucho tiempo por ti.

-¡Cállate Dio! Tu fuiste quien escogió esto, ahora dame tiempo para arreglarme.

-Tsk, realmente eres molesta.- Volvió a tocar la puerta, haciéndose a un lado cuando escuchó cómo la fémina se acercaba para abrir-. ¿Qué tanto te...?

-¿Y bien?.- Le regaló una sonrisa de superioridad única al darse cuenta de que el rubio estaba sonrojado, su boca abierta con sorpresa y sin poder articular una oración-. ¿Te gusta?

-Estás... bastante decente.- Desvió la mirada con algo de vergüenza, terminando de arreglar su traje-.  Tsk, quita esa tonta sonrisa de tu rostro y vayamos rápido.

-Como quieras~.- La fémina salió junto al rubio, charlando como siempre durante el trayecto hacia el salón. Todo el recorrido Dio la pasó observando con una pequeña sonrisa, sin poder ocultar lo feliz que se veía por verla así.

Llegaron al poco rato, los dos aún en su pequeña burbuja, saludando a quien se acercaba aunque realmente no duraba mucho, pues la intensa mirada de Dio ahuyentaba a cualquiera que se acercara demasiado a su pareja de aquella noche. Dio no sentía ninguna clase de apego emocional por nadie, desde que su madre murió había decidido que todos serían sus simples peones y que nadie merecía estar a su lado, pero algo en su corazón volvió a la vida cuando conoció aquella mujer.

Terca, no le hacía caso, emocional, era todo lo que odiaba en los demás, pero sorprendentemente a el no le molestaba si venía de ella, hasta le parecía interesante pasar a su lado. No demoró mucho en desarrollar más que una amistad por ella, pero no podía demostrar eso, el era el gran Dio Brando, todos morían por estar con el, todos darían lo que fuera para estar bajo sus pies ¿por qué ella no? ¿por qué ella parecía inmune a todo eso? ¿qué era lo que tenía que tanto le atraía de ella si era lo opuesto a lo que deseaba?

En algún punto de la noche la fémina se escapó de sus brazos, y sin darse cuenta el rubio comenzó a beber más de lo que debía. No podía controlarlo a veces, se odiaba a si mismo por aquello pues le recordaba al imbécil de su padre, y Dio no aborrecía nada en el mundo como lo hacía con el.

JoJo ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora