Joseph Joestar

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Castigo

- Hey ¿vas a ignorarme de verdad?.- Habían terminado de entrenar, la fémina hablaba con Ceasar mientras Joseph revoloteaba a su al rededor, sediento de la atención dela muchacha-. Vamos, no puedes hablar en serio ¿Por qué hablas con Ceasar y conmigo no?

- Oh Suzie Q, gracias por las toallas.- Las dos chicas se sonrieron, y la más alta tomó con cuidado la toalla que le tendía la joven rubia-. ¿Quieres acompañarme a comprar unas cosas el viernes? Necesito hablar contigo de muchas cosas~.

- ¡Claro! Estaría encantada, le avisaré a Lisa Lisa que estaremos afuera ese día.

- ¡Deja de ignorarme!

- Ceasar, vamos a descansar ¿Te parece? Me siento molida por el entrenamiento de hoy.

- No hay problema, bella, encontré un libro que de seguro te va a gustar, pasa por mi habitación después para verlo.- El rubio le guiñó el ojo bastante coqueto, haciendo que Joseph enloqueciera más.

- Gracias, lo recogeré cuando termine de bañarme.- La fémina salió de ahí con una sonrisa, pasando de largo a los dos muchachos.

- ¿Qué hiciste, JoJo?

- Nada...

- No creo que te esté ignorando por nada, peor ella que es la persona más paciente del mundo para aguantarte como novio.

- Bien, tal vez... solo tal vez olvidé que teníamos una cita ayer

- ¿Y... de casualidad, cuando te diste cuenta?

- Hoy en la mañana.

- JoJo, eres un idiota.

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La tarde había transcurrido normal, la fémina se encontraba leyendo el libro que Ceasar le había prestado en total silencio junto al balcón de su habitación, el joven Joestar entró después de haber tocado la puerta durante media hora, sentándose junto a ella mientras la veía con ojos de cachorro bajo la lluvia. 

- Amor, sé que soy un idiota, ya me disculpé muchas veces.- La fémina seguía sin siquiera mirarlo, pasando las páginas conforme avanzaba con su lectura. Lo único que se escuchaba eran las súplicas de Joseph, y de vez en cuando el como pasaba de página-. Odio que no me hables, tu voz es lo que me da fuerzas todos los días, no me gusta que esté siempre en silencio ¿Qué debo hacer para que me perdones?.- Terminó por arrodillarse frente a ella, abrazando su regazo como un niños, haciendo un puchero-. Haré lo que sea, sé que soy el hombre más idiota del mundo, en serio lo lamento, pero por favor, háblame, deja de castigarme de esa forma.

No recibió respuesta de su pareja, el silencio en la habitación se hizo peor, y bastante rendido optó por simplemente acurrucar su cabeza en el regazo de su pareja, dejando que ella siga con su lectura.

Pasó media hora más y la fémina terminó con el capítulo, dejando el libro a un lado mientras sonreía, Joseph aún se encontraba pegado a su regazo, jugando con los adornos del vestido que llevaba puesto su pareja.

- Joseph, en realidad ya no estoy enojada, solo quería que tuvieras un castigo por lo de ayer.- Los ojos verdes de Joseph brillaron como nunca al escuchar su voz, levantándose para tomarla entre sus brazos y pegarla a su pecho, repartiendo besos por todo su rostro-. Ya perdí la cuenta de cuantas veces te has disculpado por eso, me sentí mal pero luego Suzie Q me dijo que te lo merecías, así que seguí.

- Nunca lo volveré a hacer, nunca vuelvas a hacer eso cariño, ya te dije que haré lo que sea y yo cumplo con mi palabra, haré todo lo que quieras pero por favor nunca vuelvas a ignorarme así.

- Quédate a dormir hoy ¿puedes?

- ¡Claro que si! Si no me disculpabas pensaba quedarme aquí sentado durmiendo en el suelo.

- Eso es muy lindo de tu parte, Joseph.- La fémina tomó al castaño de las mejillas, dejando un beso sobre estas con una sonrisa. Más emocionado que nunca se echó en la cama con su pareja, abrazándola con todo su cuerpo, como si se fuera a ir en cualquier momento-. Hey chico grande no voy a poder dormir así~.

- Es que te extrañé mucho, quería golpear a Ceasar porque se estaba aprovechando de eso.

- Y sabes que tengo ojos solo para ti ¿No?

- Lo sé pero Ceasar es un idiota y me saca de quicio.

- Y así es tu mejor amigo ¿No~? Tranquilo tonto, mejor cállate y abrázame~.

- Ah, te amo muchísimo por favor nunca vuelvas a hacer eso.

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