Leone Abbacchio

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Paz

Las noches libres de misiones eran lo mejor para la pareja, solían ver películas, ir a un concierto, cualquier cosa estaba bien para ellos, les gustaba pasar los días en calma después de vivir una vida tan ajetreada en Passione.

Ese día la actividad de la tarde era escuchar música, Leone había puesto uno de sus discos favoritos, abriendo las cortinas para poner el ambiente, la luz de la luna y las estrellas eran el mejor paisaje que podían tener, no había nada mejor que estar a solas con su pareja acostados, leyendo, o haciendo cualquier cosa mientras escuchaban música. La fémina había traído muchos productos de belleza esa noche, dejándolos todos en la cama. Mascarillas, bálsamos, cremas, cualquier cosa para cuidar el rostro, sabía que Abbacchio había tenido una semana pesada así que hoy sería un día de relajación completa.

- Cariño, siéntate y quítate la camisa.- Leone obedeció sin chistar, la fémina lo ayudó a recogerse el cabello en una coleta baja, abrazándolo por detrás. Terminó de arreglar su cabello y le puso un cintillo, no quería mojar su cabello ni mancharlo con alguna crema, el peliblanco no decía nada mientras lo hacía, así que la fémina tomó ese silencio como una afirmación para seguir-. Buen chico.

- Tu también haz lo mismo.- Chasqueó la lengua con verguenza, dejándose hacer por completo por su pareja. No iba a negar nada, en el fondo atesoraba esos momentos donde su pareja simplemente lo mimaba y se encargaba de él-. Por favor.

- No me lo debes pedir, amor.- La sonrisa que le dio fue suficiente para el, cerrando los ojos al sentir que la fémina le colocaba una mascarilla encima. Estaba algo fría, pero nada que no pudiera soportar. La fémina se había cambiado de puesto, sentándose sobre su regazo para poder colocar todo sobre el rostro de su pareja, soltando suaves risitas al verlo tan calmado-. Ahora falta el bálsamo... uhm, tengo una idea.

-¿Uhm?.- Soltó un ligero murmullo, ni se molestaba en abrir los ojos pues estaba bastante cómodo así, aunque no pudo evitar sorprenderse un poco al sentir los labios de su pareja sobre los de el, tenían un sabor más dulce de lo usual y estaban más suaves. Abrió los ojos después de separarse, dándose cuenta del bálsamo especial que estaba utilizando en ellos-. Te estás aprovechando ¿Eh?

- Sh~... solo estoy haciendo mi trabajo.- La fémina simplemente sonrió, tomando algo de crema para esparcirla sobre su pecho, utilizando sus manos para cubrir hasta sus hombros con esta. Se levantó de su regazo, posicionándose tras el para hacer lo mismo en su espalda, esta vez dando suaves masajes sobre los músculos de esta.

 Bien, admitiría que le gustaba hacer esas cosas para tocar el cuerpo de su pareja sin problema, no era nada nuevo para ella el ver su bien trabajado pecho y su gran espalda y disfrutar de la visa, pero le gustaba más cuando estaba relajado, con aquella leve sonrisa en el rostro y la guardia baja, le daba una paz inmensa. 

Siguió con los masajes por un buen rato, recorriendo su cuerpo, apreciando cada pedacito de este con sumo cuidado, la vida de un mafioso de Passione no es la más calmada, pasaban prácticamente todos los días con el estrés hasta la cabeza, noches sin dormir, heridos, pero vivían esa vida juntos, los dos se apoyaban el uno al otro dentro del equipo de Bucchiarati y eso era lo único que necesitaban para estar felices.

- Cara... debo devolverte el favor también.- Se volteó hacia ella, sonriendo levemente para levantarse, arrodillándose frente a ella con una sonrisa. Tomó algo de crema entre sus manos, tomando una de sus piernas con cuidado para comenzar a masajear, apretando un poco donde estaba más tenso, disfrutando del suave contacto con su pareja sin problemas.

Hizo lo mismo que la fémina pero en sus piernas, levantando un poco la camisa que traía puesta, una de las camisas que Abbacchio ya no usaba, y lo único que llevaba puesto en ese momento, recorriendo con sus fuertes manos la tersa piel de su pareja. Realizó la misma acción con sus brazos, llegando hasta sus hombros apenas, observando cada una de las reacciones de la fémina.

Se levantó con cuidado, sentándose tras ella para darle un masaje también, pues compartían el arduo trabajo siempre, sabía cuan estresada llegaba a estar, a veces más que el pues se preocupaba demasiado por cada uno de los miembros de la Gang, hasta del mocoso de Giorno, el cual no era de su total agrado. Pero no podía negar que su presencia le hacía bien a su pareja, no se preocupaba tanto por las heridas de los demás ahora que tenían un stand así de su lado.

- ¿Estás pensando en algo, Leone?

- Uhm... nada en particular, solo en lo mucho que te amo.

- Cursi.- Soltó una risita, negando con la cabeza. Con cuidado volteó el rostro, pidiendo un beso de manera silenciosa, el cual no fue negado por Leone. El suave movimiento entre sus labios los relajó aún más, era perfecto a decir verdad, no podía pedir mejor vida que esta-. Yo también te amo.

- Voy a hacer que Moody Blues repita eso por siempre.

- Si lo haces haré que Ocean Master te patee el trasero ¿Entendiste?

- Uhm... no estaría mal.- Se encogió de hombros, soltando una risita como si nada, recibiendo un golpe en el hombro por parte de su pareja-. Hey, no dije nada malo.

- Entendí a lo que te referías, pervertido.

-¡AAaaaaaaa!.- Se escuchó un grito desde afuera, la puerta se abrió de golpe para dejar ver a Narancia y Mista con una cámara, los dos se volteron a verlos sin quitar las sonrisas llenas de amor que tenía, escuchando un "click" por parte de la cámara que sostenía Narancia-. Listo, reto cumplido.

- Los voy a matar.

- Leone no.

- Leone si.

La tranquila noche de cuidados se convirtió en un griterío, nadie sabe quien era peor, Narancia gritando por su vida, Mista llamando a Bruno para que lo ayude mientras se reía o los gritos enojados de Abbacchio en contra de esos dos. A pesar del escándalo no podía estar más que feliz, su vida no había sido la mejor pero se sentía bien tener una familia como ellos.

- Mista, imprime esa foto y me la das, por favor.

- A sus órdenes, señora Abbacchio~.- Los dos rieron desde su lugar, negando con la cabeza-. Creo que debes detenerlo o en serio matará a Narancia.

- Déjalo correr un rato más, aún no se acuerda que tiene la mascarilla puesta.

- Oh... 

- Toma más fotos, por favor~.

Días después la foto que Narancia había tomado ya se encontraba enmarcada en el cuarto que compartían ambos, las caras de felicidad de los dos siendo lo primero que veía la fémina al despertarse todas las mañanas.

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