Bruno Bucchiarati

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Beso

- Buenos días.- La campana de la puerta alertó a la fémina de la llegada de Bruno, recibiéndolo con una radiante sonrisa. Ya era costumbre para el joven Capo el visitar aquella floristería casi todos los días antes de la hora del almuerzo, los chicos ya ni se molestaban en preguntar de dónde había sacado tantas flores, y es que después de unas semanas comenzó a llenar su oficina con cientos de ellas.

- Oh, buenos días, Bruno.- La joven continuó con su trabajo, arreglando las flores que se encontraban en la entrada, mirándolo de reojo-. ¿Vienes por lo habitual?

- Si, por favor.- Se paró junto a la caja, soltando una risita al verla intentar levantar una gran caja, acercándose a ayudarla-. No es malo pedir ayuda a veces.

- Eres mi cliente, no podría obligarte a hacerlo~.

- Pero yo quiero hacerlo.- Le hizo una seña para que la dejara del otro lado de la caja, negando con la cabeza-. Debes tener algunos problemas al atender el negocio sola.

- Soy bastante fuerte~... y bueno, creo que apareces cada vez que necesito ayuda, aunque no quisiera molestarte.

- No es una molestia en absoluto, cara.- La linda sonrisa que le dio el pelinegro no fue ignorada, el corazón de la fémina comenzó a latir más rápido y sus mejillas se sonrojaron sin poder evitarlo, en serio Bruno Bucchiarati era un ángel-. Por cierto ¿Cómo te ha ido? ¿no han llegado clientes problemáticos?

- Por suerte no, como vienes seguido aquí los chicos malos casi ni aparecen~... y creo que tengo más señoras que vienen a preguntar por ti seguido, eres un rompecorazones~, ¿debería ponerme celosa o algo?.- El tono juguetón que utilizó mató a Bruno, no pudo ocultar en sonrojo en sus mejillas pero su expresión casi no cambió, aparentaba bastante bien.

- Bueno... no creo que seas celosa ¿o si? Además es bueno para el negocio~.

- Oh~, tienes razón, puedes promocionarme si quieres ¿Sabes?.- Los dos soltaron una risita, mirándose de reojo. Bruno había terminado de dejar las cosas en su lugar, parándose frente a la fémina con una linda sonrisa-. Bueno, solo si quieres, no es que te esté presionando~.

- Con mucho gusto lo haré, tienes las mejores flores de toda Italia, sería un desperdicio que no te compraran.

- Gracias... tu, uhm...- Bruno estaba muy cerca de ella, podía sentir su respiración, los latidos de su corazón y la tierna mirada que tenía sobre ella, unos pocos centímetros más faltaban para poder besarlo, aquellos labios eran su sueño pero sabía que nunca podrían estar juntos ¿Uno de los Capos de Passione con alguien como ella? No, de seguro Bruno podría tener a quien quisiera a sus pies, ella no era nada.

- ¿Sucede algo, cara?.- La suave voz de Bruno la sacó de sus pensamientos, agachándose un poco para verla a los ojos, apoyando una de sus manos en su mejilla para que conecten sus miradas-. Te veías algo triste ¿pasó algo?

- N-No... es solo que...- Volvió a mirar sus labios, soltando un suspiro para intentar calmarse, realmente era imposible si lo tenía así de cerca.

-¡Bucchiarati, nos mand...!.- Mista había entrado de prisa, deteniéndose en la entrada al verlos tan cerca. Los dos se separaron de inmediato, la fémina con el rostro rojo de la vergüenza y Bruno con una pequeña sonrisa, casi imperceptible-. J-Jefe, perdón por la interrupción.

- No pasa nada, Mista.- Arregló su traje, mirando de reojo al pistolero-. ¿Sucedió algo importante?

- Llegó un correo... eh, creo que debería venir, los demás ya están listos.

- En un segundo voy, puedes adelantarte y decirle a los demás que iré enseguida.- Mista solo asintió, disculpándose con algo de vergüenza para salir de ahí.

- Perdóname cara, pero debo marcharme.- El pelinegro volvió su atención a ella, apoyando una de sus manos en su hombro.

- No, está bien... es tu trabajo.- Se encogió de hombros, intentando restarle importancia-. Podemos seguir conversando en otra ocasión, vuelve a salvo.

- Volveré sin ningún rasguño entonces...- Acortó la distancia entre los dos, agachándose para plantar un suave beso en sus labios, subiendo su mano hacia su mejilla para alargar el contacto, moviendo sus labios suavemente sobre los contrarios sin mucha prisa-. Perdón por el atrevimiento, cara, pero... nos interrumpieron hace rato.

- B-Bruno...- El pelinegro soltó una risita al ver aquella adorable expresión, dejando otro beso en su frente.

- Tu también tenías ganas de eso ¿No? Espérame por favor, cuando vuelva podremos hablar de ese beso, más tranquilos.- Se alejó con la misma sonrisa tranquila, despidiéndose con la mano ya estando en la puerta.

- Mucha suerte... tienes que regresar si o si, o me enojaré...¿Entiendes?

- Claro que si, cara... Nos vemos.

Bruno salió de la floristería con el corazón latiendo a mil, la fémina en iguales condiciones, los dos con la promesa de por fin hablar de aquellos sentimientos que habían luchado por ocultar todo este tiempo.

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