De vuelta a Londres|Joseph Quinn

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•Parte 3•

Bajando del tren, en la plataforma ya vacía, ajustaste le bufanda que llevabas puesta, manteniéndote un poco protegida del frío viento. Tus pasos no eran seguros mientras caminabas por una calle bastante familiar, de inmediato sentiste una rara sensación en tu estómago, no estabas segura si era algo bueno o malo.

Volver al lugar donde creciste y pasaste la mayor parte de tú vida, no se suponía que se sintiera así, una rara ansiedad, sin embargo, apretaste los dedos casi sin darte cuenta, que estaban alrededor de tú bolsa.

En un intento de ignorar la molesta sensación, suspiraste, centrándote en apreciar la corta pero familiar ruta hasta la casa de tú madre, cada esquina de la calle, rincón y grieta traían de vuelta recuerdos, enviando olas de melancolía sobre ti.

La casa de tu madre era como cualquier otra casa de la misma calle, aunque lucía un poco triste por la falta de hojas en los árboles y arbustos. Te detuviste frente a ella, mirándola atentamente, preguntándote internamente por qué, cada vez que regresabas, la casa parecía un poco más pequeña de lo que recordabas.

Por fin abriste la puerta para apresurarte a entrar y cortar la poca distancia que había entre tú madre y tú, con ganas de un abrazo, suspiraste profundamente el aroma del perfume de la mujer, que se encontraba en el lindo jersey rojo que llevaba puesto.

-No puedo quedarme mucho tiempo. -Dijiste, dando unos pasos hacia atrás y deshaciéndote de la bufanda y desprendiéndote del cálido abrigo que llevabas puesto. -Debo terminar unas presentaciones para mañana.

-Estoy bien, gracias por preguntar. -Sonrió tu madre con burla. -Bueno, puedes quedarte todo el tiempo que quieras. -Sonreíste agradecida. -No te preguntaré si quieres té, sé que te has convertido en una amante del café desde que te mudaste a Italia.

No pudiste evitar reír ante el comentario de la mujer.

-¡No es así! -Reíste un poco. -Solo que el café es más delicioso que el té. -Respondiste mientras te dirigías a la sala de estar. -Así que ¿Preparo café para ti también? Sabes que me queda delici...

Tú voz se apagó dentro de tú garganta cuando te diste cuenta de que no eran las únicas personas ahí.

-Ahí estas. -Dijo la madre Joe, levantándose de donde estaba sentada, extendiendo los brazos para abrazarte.

Seguidamente Joe también se puso en pie, enderezándose rápidamente, cuando la mujer te abrazo, te las arreglaste para darle una pequeña sonrisa a Joe, a lo cual él respondió con otra pequeña sonrisa, pero, aun así, él no dijo nada.

-Te juro que no sabíamos que ibas a venir. -Dijo la madre Joe separándose de ti. -Acabamos de dar un paseo, y Joe está aquí porque está haciendo una investigación sobre algún proyecto suyo, del que no tengo la menor idea. -Rió ella un poco, instándote a sonreír educadamente. -Espero que no te molestemos.

Con los pies sin poder moverlos de donde estaban, miraste a las dos personas que ahora estaban sentadas en el sofá, tus ojos se reunían con el par de ojos marrones que no esperabas ver.

-Oh no, no te preocupes. Por favor quédense, estoy aquí para recoger algunas cosas nada más. -Respondiste rápidamente, moviendo la cabeza mientras la madre de Joe miraba a su amiga.

-¿Te los puedes crees? Mírala. -Susurró la madre de Joe. -Ha cambiado mucho. Toda grande. -Agregó, mirando a su hijo. -Y tú también, Dios, tienes arrugas y todo eso.

-¿Por qué dices eso? Gracias, madre. -Respondió Joe con una risa. -Es justo lo que quería escuchar.

No querías admitirlo, pero escuchar su voz movió algo dentro tuyo.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora