Un americano|Joseph Quinn

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•Parte final•

Joe estaba ahí a las tres, tal como dijo que iba a estar e incluso después de tu turno tenías toda la energía de siempre. Lista para estar cerca de Joe, porque todo esto era emocionante.

-¿A donde quieres ir? -Preguntaste al salir, sabiendo que estar afuera con Joe era algo arriesgado.

Joe sugirió Starbucks, aunque fue una broma, y te reíste.

-La gente nos verá ahí. -Dijiste.

Él frunció el ceño confundido entre sus pensamientos. Eso él lo sabía, la gente los vería ahí, pero, ¿no era eso lo que querías? ¿Qué te vieran con él?

-Sabes qué. -Dijiste mientras detenías el paso. -Puedo hacer un café fantástico en mi casa para nosotros. -Estrechaste los ojos mientras parecías pensar en algo. -¡Vamos!

Joe tardó un segundo en entender lo que estaba sucediendo.

Estabas llevando a Joe a tu casa. Tú departamento. Era algo tan directo, que el cerebro de Joe no podía ponerse al día lo suficientemente rápido con la realidad de la situación en la que se encontraba tan de repente.

Hiciste que te siguiera como si fuera un cachorro perdido. Querías algo de Joe. Pero simplemente él no esperaba que fuera esto.

Pero bien.

Estaba dispuesto a ir contigo.

Eras hermosa, pero algo aterradora. Pero era el tipo de diversión aterradora, y aunque siempre sentía que estaba un paso atrás, te siguió sin protestar.

Al entrar, inmediatamente te disculpaste.

-Lo siento, olvide... es que ayer... ¿sabes como a veces te llevas una taza de té caliente a la cama? Hice eso ayer; la taza en una mano el celular en la otra... -Habías hecho un desastre la noche anterior.

Te adentraste en la cocina donde empezaste a hurgar en los armarios.

-Y por lo general lanzó mi celular a la cama, y luego pongo cuidadosamente la taza de té en mi mesita de noche, pero esta vez... -Giraste para ver a Joe de pie en medio de tu departamento, con la mirada perdida en tu sofá. -Fue cuando me di cuenta que la cama estaba llena de té mientras ponía con cuidado mi celular en la mesita de noche.

Suspiraste mientras tomabas algunos granos de café que habías encontrado.

Te habías ido a dormir al sofá esa noche y no te habías molestado en ordenar un poco el desastre. Tus cobijas, mantas, almohadas e incluso tu pijama desordenada habían hecho un gran desastre en tu sala de estar.

Joe lo miró fijamente hasta que dejó que una pequeña sonrisa se apoderara de su rostro. Una chica nunca antes le había mostrado su cama tan fácilmente. Aunque fuera algo temporal. Ahí es donde habías dormido.

Joe pensó que entendía lo que querías. Y él te lo iba a dar de inmediato.

Se unió contigo en la cocina, se inclinó contra el mostrador y te vio hacer café con una sonrisa presumida en tu rostro. Te llevo mucho más tiempo que en la cafetería, pero parecías mucho más ilusionada ahora mismo, y Joe miró tus movimientos expertos mientras deambulabas entre más historias.

Cuando por fin terminaste, te diste la vuelta hacía Joe con dos tazas de café, y él supo que está era su oportunidad.

Dejaste de hablar, lo miraste atenta y Joe encontró el valor para hacer lo que estaba pensando.

Se adelantó, dejó que sus manos encontraran tus caderas y sonrió a medida que se acercaba.

Pero no sonreíste.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora