Somos una vez en la vida|Eddie Munson

681 78 3
                                    

Había pasado exactamente un mes después de recibir la carta de Billy. Habías estado contando los días, marcándolos con una equis en tu calendario. Por fin habías asimilado la carta y todo lo que decía, excepto por la última parte, pero ya luego lo averiguarías. Ahora mismo estabas ansiosa por saber a lo que se refería Billy sobre un viaje con tus amigos.

Te habías levantado temprano ese día, como aún eras una chica desempleada, aprovechaste el tiempo e hiciste algo que nunca habías hecho, preparar el desayuno.

-Wow ___, muchas gracias. -Agradeció Vicky mientras tomaba asiento.

-Tenia que agradecértelo de alguna manera. -Dijiste, teniendo entre tus manos la segunda taza de café que bebías. Caminabas de un lado a otro ansiosa.

-¿Qué bicho te picó? -Preguntó Robin, mirándote confundida. -Deberías dejar ese vicio del café.

-Imposible. -Negaste. -Ya pasó un mes. -Explicaste. -Se supone que deberían llegar instrucciones, ¿recuerdan?

-Oh, cierto. Lo había olvidado. -Mencionó Robin. -Pero no te obsesiones __, espero que tú plan no sea pasar todo el día esperando al chico del correo. -Entrecerró Robin los ojos.

-No. -Negaste. -Claro que no.

-Entonces, ¿qué harás hoy?

-Pues obvio que buscar trabajo. -Respondiste, sabías que mentías. Robin tenía razón, tú plan del día era pasar todo el día esperando al chico del correo.

-¿Y como te ha ido con eso? -Preguntó Vicky.

-Pues... -Ladeaste la cabeza mientras pensabas que decir; en ese momento se escuchó el timbre del departamento. Salvada por la campana.

No lo pensaste ni un segundo más, corriste hacía la puerta, abriéndola una vez que tú mano llegó al pomo de la puerta. Tu sonrisa desapareció y fue reemplazada por una mueca llena de confusión. Steve estaba de pie ahí. Él nunca subía al departamento entre semana, siempre tocaba la bocina como loco desde abajo, dentro de la comodidad de su auto. Tampoco vestía tan mala entre semana y por supuesto que no era normal verlo con una botella de vino, a medio beber, un jueves a las 7 de la mañana.

-¿Qué diablos te paso a ti? -Preguntaste luego de verlo de arriba a abajo.

-Me despidieron. -Respondió Steve, haciendo un movimiento exagerado con sus manos.

-¿Qué? -Parpadeaste perpleja.

-Está mañana mientras me preparaba para ir a trabajar me llamó mi jefe. -Steve te empujó levemente, entrando en el departamento. -Dijo que estaba despedido, que no me presentara hoy. Ya no te necesitamos en la empresa Harrington. -Steve cambió su voz al mencionar la última frase, haciendo comillas con sus dedos.

-Es un idiota. -Asentiste. -Te dijimos que debías renunciar.

-No puedo creerlo, ¿tu jefe tenía que escoger un día entre semana para despedirte? -Apareció Robin. -¿Ahora quien me llevará al trabajo?

-Estoy ebrio, no puedo conducir. -Steve se lanzó al sofá. Buscó sus llaves y las tendió hacia Robin. -Mi auto está abajo.

-¿Viniste hasta aquí, así? -Preguntó Vicky, arrebatándole las llaves antes de que Robin las tomara.

-Me despidieron Vicky. Quiero morir. -Respondió Steve desde el sofá.

-Estará bien. -Dijiste, haciendo un movimiento con tu mano.

-¿Steve y __ juntos? -Preguntó Vicky a Robin.

-Pues normal. -Se encogió de hombros Robin, pensando. -Pero Steve está ebrio así que... pueden haber problemas.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora