Día de San Valentín|Eddie Munson

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Eran las 4 de la tarde del día de San Valentín, y decir que hasta ahora el día había sido decepcionante... bueno, eso era un gran halago.

No había sido del todo malo. Eddie te había despertado en la mañana con un beso en la frente, susurrando promesas de una gran sorpresa cuando regresara de su trabajo, por la tarde. Cuando finalmente te obligaste a levantarte de la cama alrededor del medio día, entraste a la cocina para luego ver qué te había dejado un ramo de rosas rojas junto con una nota que decía:

"No soy bueno con las palabras, pero para ser justos, no sé si hay palabras que digan lo feliz que estoy de estar a tu lado para siempre. Feliz primer día de San Valentín de casados, mi amor.

Con cariño Eddie".

Y claro, ese pequeño detalle te había hecho feliz. Tú misma no podías creer que fuera el primer día de San Valentín que estaban pasando como pareja casada. Pero no importaba cuántos corazones de chocolate comieras o cuántas botellas de champán bebieras, no podías cambiar el hecho de que habías estado mal emocionalmente, y no tenías idea de cómo arreglarlo.

Así que, en lugar de pedir ayuda, hiciste lo que cualquier ser humano normal haría en esa situación; encendiste la televisión para ver una estúpida película romántica, envolviste el oso de peluche que Eddie te había dado el año pasado entre tus brazos y comiste helado de fresa directamente del recipiente.

Ni siquiera te habías dado cuenta de que ibas por la tercera película romántica del día hasta que Eddie entró en la casa, dejando un beso sobre tu mejilla.

-¿Es esto lo que realmente haces cuando no estoy en casa?

Le diste una sonrisa de lado, dando tu mejor cara de felicidad para él. El día de San Valentín era una de sus fiestas favoritas, y no había forma de que pudieras luchar contra él para que no te consintiera ese día.

-No siempre. -Respondiste. -Solo en ocasiones especiales.

-Hablando de ocasiones especiales. -Dijo para inclinarse para dejar un beso sobre tus labios. -Feliz día de San Valentín.

Dijo mientras se alejaba un poco, extendió los manos, revelando la obra que había estado haciendo durante las horas extras que había estado trabajando la semana pasada.

Él levantó una clase de rosa en metal, que decía "Eddie y ____" grabado a un lado. No era el regalo más práctico, pero para ti, significaba mucho.

Las lágrimas se derramaron por tus mejillas mientras tomabas el trozo de metal de sus manos, sosteniéndolo cerca del pecho.

-Gracias cariño. -Te las arreglaste para hablar entre sollozos, con el pecho pesado con una extraña sensación de amor y culpa.

Eddie casi de inmediato se dio cuenta de que esas no eran lágrimas de felicidad, lo que lo llevó a atraerte hacía él, dejando suaves besos en la parte superior de tu cabeza.

-¿Qué pasa? -Preguntó mientras frotaba pequeños círculos sobre tu espalda.

-Nada. -Mentiste, tratando de frenar el flujo de lágrimas. -Estoy súper feliz de que hayas hecho esto para mí.

Él dio un profundo suspiro, sosteniéndote cerca mientras los llevaba a ambos hacía el sofá. Tirando de ti para colocarte sobre su regazo, te giró para que estuvieras frente a él y empujó tu cabello ahora mojado lejos de tus mejillas.

-No puedo solucionar el problema si no sé qué es. -Dijo él. -Por favor dime qué pasa.

-No pasa nada. -Insistes. -Estás son lágrimas de felicidad.

-Si dije o hice algo... -Comenzó a decir, pero lo interrumpiste, colocando una de tus manos sobre su mejilla, deslizando tu pulgar con delicadeza.

-Nunca podrías hacer nada para molestarme. Bueno, excepto cuando dejas la ropa sucia tirada por ahí.

Se rió antes de dejar un largo beso sobre tu frente.

-Te amo tanto. Por favor, ven siempre a mí si necesitas algo. Por algo soy tu esposo.

Te derretiste entre sus brazos, envolviendo tus brazos alrededor de su cuello.

-He estado... -Empezaste hablar, pensando en que decir. -He estado un poco... mal últimamente.

-¿Qué quieres decir? -Preguntó él en un susurro, colocando su mano en el centro de tu espalda.

-He estado muy triste. Y cansada. Y me siento mal. Ni siquiera recuerdo cómo se siente ser mi yo normal. -Explicaste. -No dije nada porque sabía que estabas ocupado en el trabajo.

-Oye. -Te detuvo, su mano se movió de tu espalda a tu cabello, sus dedos juguetearon con el suavemente. -Nunca dudes en decirme algo solo por el trabajo. Eso puede esperar. En el momento en que deslizaste este anillo en mí y dije "acepto", te convertiste en mi principal prioridad.

Los dos se quedaron así durante un tiempo, disfrutando de la comodidad del abrazo. Eddie te sostuvo fuerte contra su pecho.

-Te amo. -Susurró.

-Yo también te amo. -Respondiste, dándole una sonrisa real esta vez.

-Ya que es el día de San Valentín. -Dijo cuando vio la sonrisa entre tus labios. -¿Puedo demostrarte lo mucho que te quiero, mi hermosa... -Dejó un beso. -Increíble... -Dejó otro beso. - Y maravillosa esposa?

Te reíste para luego inclinarte sobre él, dejando un beso lento y apasionado sobre sus labios.

-Me... -Dejaste un beso más. -...encantaría.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora