Compañero de piso|Joseph Quinn

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•Parte 2•

Te ralentizaste y frenaste el auto a lo largo del pavimento arbolado. Inclinada un poco sobre el volante, mordiéndote ligeramente el labio inferior, tus ojos se inclinaban de un lado a otro en tu rutina habitual de buscar un espacio para el estacionamiento.

Volvías de visitar a tu familia, eran las dos de la tarde y no tenías mucha esperanza. En todos los años que habías vivido en tu departamento, nunca lograbas estacionar justo fuera de él. Siempre terminabas al final de la calle.

Te lanzaste de nuevo a tu asiento. Tenías que rodear la cuadra, probablemente más de una vez, y luego probablemente terminarías estacionando a una milla de distancia.

¡Dios mío!

Casi por poco golpeas un Range Rover, quien salía de uno de los espacios y casi te metes directamente en él. Te detuviste abruptamente; miraste el parabrisas del Range Rover y un "lo siento" salió de tu boca, hacia el otro conductor.

Era tu vecino.

Por un momento, no estabas segura de que hacer, así que solo te quedaste allí sin moverte mientras él asentía con la cabeza, para que luego se desviará y se alejara de ahí. Miraste por tu espejo retrovisor y observaste las nubes de humo alrededor del escape de su auto mientras se alejaba.

Típico. Lo habías hecho de nuevo. Te encontraste con él en una situación vergonzosa. Deprimida, te desplomaste sobre el volante, cerraste los ojos y reprodujiste la última escena en tu cabeza, con la mirada que te dio mientras se iba.

Espera un minuto. Si se acaba de ir, eso significaba...

Allí donde estuvo el Range Rover estacionado, justo enfrente de tu departamento, viste lo que cualquier otra persona lo describiría como espacio de estacionamiento, era casi como un milagro moderno.


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-¿Crees que tienes tiempo para un viaje rápido a Zara? ¿Me ayudas a comprar algo para ponerme para mi cita de mañana? -Tu amiga acababa de aterrizar.

Solo habían tenido algunas oportunidades para verse; le habías dado una llave para que pudiera entrar a tu departamento cuando quisiera, como había hecho ese día.

-Me temo que estoy ocupada más tarde. -Sabías que un viaje rápido a Zara llevaría a más tiendas y no tenías tiempo para eso hoy.

-¿Demasiada ocupada para Zara? -Tu amiga sonaba incrédula. -Pero hay ofertas estos días.

-Lo sé, pero mi nuevo compañero de piso se va a mudar. -Explicaste.

-Oh, cuéntame más. -Inmediatamente se levantó, y se preparó para obtener más información.

-Vio la habitación el sábado e iba a mudarse ayer, pero tenía trabajo. Aunque creo que solo fue una excusa, pero... no lo sé.

-¿Es un él? -Tu amiga levantó las cejas con interés.

-No puedes probar a mi compañero de piso. -Le advertiste mirándola.

-El pensamiento nunca se me pasó por la cabeza. -Te miró ella indignada.

Ahora tu elevabas las cejas.

-Está bien, está bien. -Respondió ella, agitando su copa de vino. -Entonces, ¿cómo es?

-Él es... -Tenías que pensar un segundo. -Tiene los ojos marrones. Y mierda, eso es todo lo que sé de él. -Confesaste, dándote cuenta de que le dijiste que no dejara el asiento del inodoro levantado, pero no le habías preguntado nada sobre sí mismo. -Supongo que lo averiguaré esta noche.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora