Te diste cuenta de inmediato de que sus manos habían dejado de tocarte. Así es como sabías que la situación se había vuelto grave.
Joe sabía exactamente como lastimarte, y no era solo quedarse callado, o ignorar tus palabras, o negarse a hablar... No, era la falta de besos cuando llegaba a casa, o el hecho de que acababa de ir a ducharse y cerrar la puerta (¿cuando fue la última vez que cerraron la puerta de su casa? ¿Alguna vez lo habían hecho?)
Sus manos que ya no te tocaban. Sus dedos ya no buscaban tu piel.
Las yemas de sus dedos que ya no acariciaban tu piel cuando estabas en la cocina preparando la cena.
O sus manos que se enroscaban alrededor de tu cuerpo, solo para aferrarte a él mientras veían la televisión juntos sobre el sofá.
Incluso la palma de su mano que no encontró tu brazo u hombro cuando hiciste un comentario que lo haría reír.
Joe se movió hábilmente a tu alrededor en el baño esa mañana, sin un solo toque. Ni siquiera un golpe en la cadera o un masaje sobre tu hombro.
Nada.
Joe se guardó las manos para si mismo, y lo había hecho desde que llegó a casa el día anterior. Podías sentirlo raro cuando entro y retrocedió con dureza cuando salió. Casi te hizo contener la respiración en su presencia, suspirando profundamente con frustración cuando te dejó sola de nuevo.
Y, lógicamente lo entendiste.
Estaba pasando por mucho.
Joe estaba muy tenso. En lo profesional y en lo privado. Y luego, para sumar a todo, se le había aconsejado a Joe que realmente dejara de fumar de verdad esta vez, porque la gente empezó a preguntar qué marca de cigarrillos fumaba, y mierda, si había algo que Joe no quería ser, era mala influencia.
-¿Joe?
-¿Qué?
Te preguntaste si estar molesto e irritado en realidad podría significar algo dulce, solo por ser Joe.
Pero había algo que Joe sabía, y era que a pesar de todo esto todavía estarías allí para él cuando lo necesitara.
Últimamente no le habías preguntado a Joe sobre sus sentimientos. Sus pensamientos. Habías razonado en qué Joe vendría a ti una vez que estuviera listo, pero, ¿y si no lo hiciera?
-¿Es necesario lavar esto?
Sostuviste una de sus camisas que había dejado tirada sobre una silla en la habitación.
-No, yo... -Joe suspiró, cerró los ojos con frustración. Al menos así lo vez. -Eso ya no me queda bien.
Miraste la camisa. No parecía que a Joe ya no le quedara esa camisa. Pero no ibas a poner a prueba su palabra.
-¿Quieres deshacerte de ella?
-No, solo déjalo. Lo haré más tarde.
-Joe, solo intento que la habitación sea vea menos desordenada.
Tal vez ese había sido el problema. No habías estado organizada últimamente, dejando que el desorden aumentara hasta que tuvieras un momento de claridad y quisieras limpiar a fondo todo en cinco minutos. Tal vez había molestado a Joe, y era la razón del por qué no beso tú frente ayer, como hacía siempre que te quedabas dormida en el sofá.
Joe probablemente pensó que habías sido perezosa y que habías dejado el lugar desordenado.
-Una camisa no marcará la diferencia _____, solo déjala en la silla. Necesito revisar mi armario más tarde, así que todo estará más desordenado, de todo modos.
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One Shots | Joseph Quinn/Eddie Munson
أدب الهواةOne Shots de Joseph Quinn/ Eddie Munson.