Cinco días|Joseph Quinn

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•Parte 3•

Aprendiste de la forma más difícil de que Joe dormía con el televisor encendido; con volumen alto. Sea lo que sea que estuviera viendo, era ruidoso.

El sonido que venía de arriba solo se detuvo cuando fuiste a tomar una ducha por la mañana, y pensaste que sería mejor que Joe tenga esa maldita televisión encendida ahora mismo porque este es el momento perfecto para ver televisión, ahora que todos en la casa estaban despiertos.

Conseguirte un par de tapones para oídos iba a entrar en la lista de cosas por hacer en ese día.

En la ducha vinieron recuerdos de la noche anterior. De cómo Joe parecía estar siempre sosteniendo dos tragos, o de cómo jugueteaba con uno de sus anillos durante la cena, dándote cuenta de que estabas haciendo lo mismo. De cómo había hablado con personas importantes, solo por un segundo decía hola, intercambiando algunas palabras amables e inmediatamente iba a buscarte de nuevo para pararse a tu lado. De cómo te había presentado a cada persona que se detenía hablar con él, y simplemente les daba tu nombre. Sin ocupación. Solo tú nombre, sin más información.

Veías sus caras confusas y no dudabas en explicar qué trabajabas para Joe. Todos ellos se relajaban al instante cuando se enteraban que no eras alguien importante. No había necesidad de impresionarte, y así toda la atención volvería a Joe mientras hablaban de la película que acababan de ver, de todas las personas que estaban involucradas y luego de todas las cosas que sabían sobre Joe.

La gente seguía diciéndole cosas a Joe sobre si mismo, y era algo extraño pero Joe actuaba como si fueran conversaciones totalmente normales.

No entendiste lo que significaba cuando te dijeron: "Joe tiende a vagar", porque cada vez que te alejabas de él, incluso solo para darle un poco de espacio, te buscaba. La primera vez que lo hizo, estabas segura de que solo era para comprobar de que estabas bien, pero luego siguió sucediendo. Incluso cuando fuiste al baño, encontraste a Joe justo afuera de las puertas, algo despistado mientras salías.

Pero luego alguien apareció y se le acercó, llevándoselo.

La gente amaba a Joe.

Y tenían una buena razón para hacerlo, lo sabías. Viendo de cerca como Joe hacía contacto visual intenso con cada persona con la que hablaba, realmente las escuchaba atentamente.

Te hizo darte cuenta que el hechizo bajo el que estabas era algo que todos experimentaban. Y parecía que Joe ni siquiera se daba cuenta de su efecto sobre los demás.

Intentaste mezclarte un poco, encontraste a otros asistentes personales y después de hablar de las celebridades, solo descripciones algo vagas, todo el mundo estaba atado a esos extensos acuerdos de confidencialidad, lo cual estaba bien, no conocerías a la mitad de las personas importantes de todos modos, descubriste que literalmente no había nada más que tuvieras en común con ellos.

La mayoría tenían alrededor de diecinueve años, vestidos como si fueran ellos las celebridades, todos ansiosos por ser influencers con temas para Instagram perfectos. Y tú solo estabas en un trabajo temporal, persiguiendo algo de dinero, y si, habías tenido suerte.

Tuviste mucha suerte.

Tomaste dos sorbos de una copa hasta que viste cómo Joe estaba bebiendo del suyo, luego decidiste qué tal vez sería mejor que te mantuvieras completamente sobria. Así que pasaste el resto de la noche rechazando bebidas que venían de Joe hasta que empezaste a sentirte algo grosera por eso.

-¿Te estás divirtiendo? -Preguntó Joe cuando empezó a beber de más.

-¿Y tú? -Reíste.

-¡Claro que sí!

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora