Pesadilla|Eddie Munson

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Te sentaste un instante, sentías el corazón tan acelerado que fue increíble que no estallara en tú caja torácica, tus mejillas estaban mojadas, y ni siquiera te habías dado cuenta que estabas llorando, rápidamente pasaste la manga de tú pijama para limpiar aquellas lágrimas.

Una vez que lograste controlar tú respiración, volteaste a mirar a tú lado, suspiraste aliviada cuando viste su forma dormida a tú lado.

Con mucho cuidado acercaste tú mano a la mejilla de él, acariciando suavemente con tus nudillos, él hizo un pequeño y suave sonido, antes de excavar su cara contra su almohada, acomodándose. Lo miraste durante unos momentos, observando atentamente cómo subía y bajaba su pecho por la tranquila respiración.

Estaba vivo.
Estaba justo a tú lado, durmiendo profundamente.

Solo había sido una horrible pesadilla.

Creíste que ya lo habías superado, pero esa noche te había demostrado que estabas equivocada. Era una de aquellas pesadillas que hace tiempo no tenías, donde lograbas ver a Eddie morir lentamente mientras tú permanecías congelada en tú lugar sin poder hacer nada para ayudarlo, perdiendo la vida en el Upside Down.

Pero eso no había pasado, no era real.
Él había sobrevivido y estaba bien, durmiendo a tú lado.

Las pesadillas no eran reales. Pero sin embargo... se sentías reales, se sentían como si volvieras a vivir aquel horrible día.

-¿Ángel? -Escuchaste la voz de Eddie, llamándote con el típico apodo de toda la vida. Él no abrió sus ojos marrones, si no que puso su brazo alrededor de tú cintura atrayéndote hacía él. -Es tarde.

-Lo sé. -Murmuraste mientras te dejabas llevar por él, acurrucándote a su lado, mientras tú mente divagaba en todo tipo de pensamientos horribles. Querías dormir, pero el miedo te ganaba, así que intentaste todo lo posible para combatirlo, sin querer experimentar otra pesadilla. -Te amo, Eddie.

-Te amo. -Respondió él, mientras le daba un ligero apretón a tú cuerpo, volviendo a roncar suavemente en cuestión de momentos. Escuchaste su suave respiración, lograste escuchar su corazón latiendo, pues te encontrabas aferrada a él, e intentaste recordarte a ti misma que todo estaba bien, que tú estabas a salvo y que él también. Pero no ayudó.

Te lograste quedar dormida en algún momento de la noche, aunque no era lo que querías, al menos caíste en un sueño sin pesadillas.

Cuando te despertaste nuevamente, buscaste a Eddie a tú lado, este no se encontraba en la cama, fue cuando el pánico se apoderó de ti.

-¿Eddie? -Lo llamaste.

Pero no obtuviste respuesta, rápidamente bajaste de la cama corriendo a la sala de estar de su pequeño departamento; Eddie se volvió una vez que te oyó entrar para darte una mirada curiosa, se encontraba hurgando en la nevera en busca de algo para desayunar, pero se detuvo una vez que vio tú cara de pánico.

-¿Qué pasa, ángel?

-Desperté y no estabas ahí. -Tú voz sonaba pequeña, casi patética, sonaba más como un lloriqueo que otra cosa. -Me preocupé.

-Estoy bien. -Sacudió la cabeza él con diversión mientras te daba una pequeña sonrisa. -Tenía hambre, eso es todo. Debo irme a trabajar dentro de poco.

-Oh... cierto. -De inmediato de preocupaste, estarías separada de él todo el día ¿Como podías asegurarte de que estuviera bien cuando pasaría todo el día fuera de casa?

Eddie salió de la cocina y se acercó a ti, colocó un dedo debajo de tú barbilla girando tú cara hacía la suya, para que lograras verlo, su corazón se rompió un poco al observar en tus ojos una gran preocupación.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora