Somos una vez en la vida|Eddie Munson

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Eddie estaba ebrio pero estaba lo suficientemente consciente para darse cuenta de lo que sucedía, había soñado con esto por muchísimo tiempo. Lo había imaginado de mil formas y nunca se le ocurrió qué sucedería en un momento así.

Eddie besó tu cuello, dejando besos por tu piel, besos que cada vez bajaban un poco más. Se detuvo un momento para voltear a verte, miró tus ojos y frunciste el ceño.

-¿Qué ocurre? -Preguntaste.

-¿Estás segura de que quieres hacer esto?

-Estoy segura de que quiero hacer esto, Eddie. No te preocupes. -Intentaste sonreírle, tranquilizándolo.

Para ti, esto sería cosa de una noche. Era Eddie, uno de tus mejores amigos. Podías acostarte con él para desahogarte y luego seguir con su amistad. O bueno, al menos eso pensabas en tu pequeña cabeza ebria.




Abriste los ojos, dándote cuenta que esa no era la habitación donde debías estar. Volteaste y te encontraste de frente con la espalda desnuda de Eddie y su cabello desordenado, gracias al cielo, de la espalda para abajo estaba cubierto aún por la sábana. Sin querer mirar, bajaste tu mirada hacia tu cuerpo, encontrándote con que solo estabas usando una de las camisas de Eddie.

Con mucho cuidado y sin emitir ningún ruido, te levantaste lentamente de la cama, cuando lo lograste, empezaste a tomar tu ropa, que estaba toda tirada en el suelo, cuando lo lograste, de puntillas caminaste hacia la puerta, girando el pomo con extremo cuidado, deteniéndote cuando viste a Eddie moverse un poco entre sueños, luego aprovechaste y saliste de ahí.

Suspiraste con alivio.

-¿Qué hacías ahí?

-¡Mierda! -Gritaste y de inmediato te tapaste la boca, volteando a ver a una Vicky recién levantada, mirándote mientras enarcaba una ceja, esperando una explicación.

-Nada. -Negaste. -Debía decirle algo importante a Eddie pero, bueno, está dormido. -Te encogiste de hombros.

Vicky te miró, luego puso su mirada sobre tu ropa, que traías amontonaba en tus manos y por último desvió su mirada a la camisa que traías puesta, que era obvio que pertenecía a Eddie.

-Por favor, no le digas a nadie. -Suplicaste.

-No lo haré. -Rió Vicky. -Ahora métete a tu habitación y cámbiate, los demás no tardarán en despertar.

-Te adoro. -Susurraste y de inmediato te adentraste en tu habitación.

Aunque habías dormido muy poco, aún no te caías del sueño, así que decidiste tomar una larga ducha caliente para luego salir y colocarte algo cómodo. Te sentías un poco cansada por todo lo que habían hecho durante el viaje, no habían tenido ni un solo día de descanso. Habías disfrutado tu cumpleaños y ya pronto regresarían a casa.

Ahora, volviendo al tema de Eddie. Fue cosa de una sola noche, era tu amigo y seguiría siendo tu amigo. Él lo entendería. Debías dejar salir todo eso que tenías acumulado dentro y no tenías ganas de acostarte con el primer chico que se apareciera en frente. Así que esto solo fue sexo sin compromiso. De hecho, en tu mente siempre rondaba esta idea, ya nadie se tomaría el tiempo de enamorarte o dedicarte tiempo, no después de que tú último novio murió. Sentías que ya nadie se atrevería a querer estar contigo, era un pensamiento algo tonto, pero al fin y al cabo eso te afectaba.

Bajaste a desayunar algo, todos se encontraban ahí, excepto por Eddie y Chrissy, quienes seguían durmiendo.

-¿Donde se metieron anoche? -Preguntó Steve al verte. -Casi hubo una inundación de tanto que llovió.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora