-¡____, no! -Joe se alejó rápidamente de ti cuando presionaste tus pies contra sus piernas. -Aleja esos bloques de hielo, ¡apártalos de mí! -Se quejó.
Volviste a encontrarte con sus piernas, a pesar de sus quejas, presionaste tus pies fríos sobre su piel cálida. Joe intentó alejarlos de él, haciéndose a un lado.
-¿Ves esta línea? -Joe se volvió hacia ti y empujo su mano a la mitad del colchón. -¿Ese lado? Todo tuyo. -Volvió a tomar asiento y te empujó.
No podías parar de reír.
Cuando te habías devuelto a tu lado de la cama, para satisfacción de Joe, él usó su mano para trazar una línea invisible entre los dos. -Ningún pie tuyo cruzará esta línea.
-Joe, me estoy congelando. -Te quejaste entre risas.
-Ya lo noté.
-¡Eres prácticamente un horno! -Tus pies se colocaron hacia él, yendo esta vez por sus muslos.
Joe gritó mientras hacían contacto y usó sus manos para tomarte rápidamente de los tobillos y hacerte una vez más a un lado.
-Sé que te da calor, ¡estos bebés te enfriarán! -Te reíste mientras Joe sostenía ambos pies y los volvía a colocar sobre la cama, lo más lejos posible de él.
-Ponte unos calcetines, no lo sé. -Sugirió él antes de volver acomodarse en su lado, volteándose, listo para dormir un poco.
-¿¡Y sacarlos de la cama!? ¿Estás loco? ¿Qué sugieres? ¿Qué camine con las manos en busca de unos calcetines? -Está vez los empujaste sobre la piel de su espalda desnuda, incapaz de contener la risa, sintiendo como Joe se alejaba de ti al mínimo contacto.
-¡De acuerdo! -Joe se sentó y se levantó de la cama.
-¡No, Joe! ¡Ven! -Te quejaste todavía entre risas, pero sin arrepentirte de nada.
Joe se acercó a una cómoda y tomó un par de calcetines. Sin mirar, los arrojó por encima de su hombro, golpeándote en la cara. Solo tardó un segundo más en lanzar una sudadera, que también aterrizó sobre ti. Luego con rapidez salió de la habitación y regresó segundos después con unas mantas, lanzándolas justo encima de ti.
-Cariño...
-¡Espera! -Joe se apresuró a callarte.
Tomó los calcetines y se sentó a tu lado en la cama. No fue amable en lo absoluto, y la frustración juguetona solo te hizo reír mientras Joe hacía todo lo posible para lograr colocarte los calcetines en tus pies. Luego te ayudó a colocarte la sudadera, tirándola sobre tu cabeza, dejando un montón de cabello cubriendo tu cara. Te apresuraste a apartarlo, y antes de que te dieras cuenta, Joe te estaba metiendo entre las mantas. Gruñía cómicamente mientras se aseguraba que las mantas estuvieran cubriéndote bien. Y terminó colocando el edredón sobre ti antes de volver de nuevo a su lado de la cama.
-Muy bien, que duermas bien, cariño. -Dijo alegremente, mientras te daba un rápido beso sobre tus labios para luego volverse a su posición original para dormir.
Si no eras claustrofóbica, esto seguramente lo habría podido provocar.
Te quedaste ahí un par de minutos, incapaz de moverte, francamente. Joe había hecho un buen trabajo arropándote.
Ahora mismo estabas muriendo de calor.
Obvio que se lo dirías.
-¿Um, Joe? -Intentaste usar un tono suave, ya habían pasado unos minutos, así que esperabas que estuviera despierto.
No respondió.
-¿Aún estás despierto?
Silencio.
-Quinn.
-¿Mm? -Es todo lo que dijo.
-Es que... hace calor.
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One Shots | Joseph Quinn/Eddie Munson
أدب الهواةOne Shots de Joseph Quinn/ Eddie Munson.