-Dios mío, cariño. -Comenzó tu compañera de trabajo, inclinándose para limpiar una mesa.
Era una chica joven, una chica llamada Anna que todavía estaba en la universidad, que te agradaba mucho, lo suficiente para llamarla tu hermana del trabajo. Sí, estabas haciendo lo que tenías que hacer; los papeles se habían acabado, y necesitabas pagar las cuentas de alguna manera, así que estabas sirviendo mesas en un pequeño restaurante en el corazón de Londres. Era un trabajo horrible y lo odiabas, pero no tenías otra opción.
Después de tu corta temporada en la comedia, habías audicionado y enviado cinta tras cinta, pero nada realmente bueno llegó. No tuviste tanta suerte como otras personas, y a veces pensabas en ir a la universidad adecuada para poder obtener un título significativo y conseguir un trabajo real y renunciar a todo el asunto de la actuación, pero no podías hacerte eso a ti misma. Tu orgullo era demasiado fuerte, y después de Joe, estabas decidida a no volver a sabotear tu propia vida. Así que no salías y continuabas enviando cintas.
-Nunca adivinarás quien acaba de entrar.
-¿Kate y William? -Reíste, limpiando las migas de pan de otra mesa. -No, espera, son Meg y Harry.
-No. -Rió Anna. -¿Has visto Stranger Things?
Te encogiste de hombros.
-Bueno, la primera temporada. -Dijiste. -Sé que la cuarta acaba de salir.
-Sí, bueno, Steve y Eddie de Stranger Things acaban de entrar. -Dijo Anna. Apenas podía contener su emoción, y volteaste los ojos mientras reías. -¿Podrías encargarte tú? No puedo atenderlos, estoy demasiado nerviosa.
-Claro. -Dijiste; era una hora de almuerzo lenta, y una mesa significaba dinero. Especialmente si estos tipos tenían un programa en Netflix. -Pero vas a tomar mi próxima mesa.
-Hecho. -Respondió Anna.
Le sonreíste mientras apretabas el nudo de tu delantal, y te acercaste a la única mesa llena de todo el lugar. Dos hombres la ocuparon, uno frente a ti y el otro de espaldas. El que estaba frente a ti, lo reconociste, era Steve, lo recordaste cuando viste la primera temporada. Con su gran cabello, era imposible confundirlo, pero no tenías ni la más mínima idea de cómo se llamaba. El otro tipo, bueno, no podías verlo bien, no desde la parte de atrás de su cabeza.
-Hola, caballeros. -Les diste la bienvenida, sonriendo primero a "Steve" y luego dirigiste tu atención al otro chico. -Bienvenidos a...
Se te cayó el bolígrafo, y el aliento quedó atrapado en tu garganta. Joseph. Era Joseph. Parecía igual de sorprendido al verte, con sus grandes ojos marrones, sus mejillas pálidas y las lágrimas comenzaron a salir de tus ojos sin aviso.
-Oh, Dios mío. -Susurraste.
No podías respirar, tu corazón latía con demasiada rapidez en tu pecho. En realidad, era él. Él estaba ahí.
-En realidad, lo entiendo, en serio. -Se rió "Steve".
-Oh, Dios mío... Wow. -Dijo Joseph, con una sonrisa en su cara. -Ho... ¿Cómo estás...? ¿Cómo has estado?
-Estoy bien. -Respondiste y él se puso de pie para abrazarte.
Pusiste tus brazos alrededor de su cuello y lo abrazaste, con la mano en su nuca, apreciando como ocho años podían cambiar a una persona. Olía diferente, se sentía diferente, incluso parecía que hablaba diferente. Su cabello se veía más oscuro, tenía vello facial, tenía pequeñas arrugas al lado de sus ojos, pero todavía tenía sus hermosos ojos marrones, los mismos que te habían atraído en aquellos años atrás.
-He estado bien. -Repetiste. -Tú, ¿cómo estás?
-Sí, estoy bien. -Respondió él con una risa. -Han pasado... ¿Qué? ¿Ocho años? El tiempo vuela.
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One Shots | Joseph Quinn/Eddie Munson
Fiksi PenggemarOne Shots de Joseph Quinn/ Eddie Munson.