Cinco días|Joseph Quinn

624 77 11
                                    

•Parte final•

Te despertaste mientras sentías que alguien quería quitarte algo. Tirando de algo.

Todavía estaba oscuro y tu alarma aún no sonaba, pero alguien estaba tratando de quitarte algo, y entre sueños te quejaste y abrazaste los brazos más cerca de tu pecho mientras te acurrucas más sobre ti misma.

-Oye. -Susurró alguien.

-No. -Te quejaste suavemente mientras fruncías el ceño, agarrando más fuerte, aferrándote con tus dedos.

Estabas calientita, cómoda y definitivamente no estabas lista para ser sacada de tu sueño feliz. No habías tenido una noche de descanso tan buena en días.

Escuchaste una suave risa.

-Oye. -De nuevo. -¿Puedo recuperar eso?

¿Qué hora era?

Espera.

¿Donde estabas?

Pestañeaste con un ojo cerrado aún, reconociste la habitación y luego...

Joe.

Inmediatamente dejaste ir la mano de Joe, dándote cuenta que habías tomado su brazo para acurrucarte, aferrándolo como si fuera un peluche, con dedos todavía entrelazados.

-Lo siento. -No podías ya ni confiar en tu propio cuerpo.

-Está bien, um, era cómodo.

-Oh, Dios mío. -Gemiste frunciendo el ceño.

Joe rió.
Volteaste para mirar la pared de almohadas que se había mantenido un poco, pero eso probablemente fue porque habías usado una de las partes del cuerpo de Joe para tu propia comodidad.

Dos días más. Cuarenta y ocho horas, y luego estarías fuera de aquí y estos sólo serían vergonzosos recuerdos lejanos. No había razón para entrar en pánico por nada de eso ahora. Podrías hacerlo más tarde, cuando volvieras a sostener tu propia mano en la cama de nuevo, como una persona normal.

Joe se levantó y salió primero, dijo que iría a ducharse arriba y salió casualmente. Como si esto no fuera nada incómodo.

Pero esta bien. No había que preocuparse. Hoy se entregarían los demás muebles, tenias que construir esa cama, y todavía tenías un discurso de agradecimiento que escribir... mucho para mantener tu mente ocupada.

Y así la mañana paso sin más incidentes. Evitaste un poco a Joe, dejaste entrar al estilista, escuchaste a Joe llevarlo arriba, donde ahora almacenaba toda su ropa de diseñador, así que te dirigiste a su dormitorio donde empezaste tu tarea con los muebles.

Te habías convertido en una versión mucho más sudorosa de ti misma cuando te llamaron.

-Ven aquí, echa un vistazo. Estaba pensando definitivamente en el color negro, pero también hay otras opciones.

El estilista de Joe estaba de pie junto a un estante de ropa, donde sostenía lo que parecía ser un par de... ¿vestidos?

-¿Qué?

-Yo también estoy vestido de negro.

Joe extendió los brazos y se presentó, todavía con unos calcetines rojos brillantes, pero con un precioso traje negro. Uno irrazonablemente caro, estabas segura de eso. Cuando miraste hacia atrás al estilista, él sostenía un vestido en una percha hacía ti, miró el dobladillo de la falda y luego tus piernas.

-Sí, esto debería funcionar.

Estabas confundida.

-¿Tengo que ponerme esto?

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora