Compañero de piso|Joseph Quinn

1.1K 107 15
                                    

Parte1•

Mierda.

La vida era una mierda.

Tenías que aceptarlo ahora. Después de perder tu trabajo, tener dos tarjetas de crédito que necesitaban ser pagadas, un vecino del que vivías enamorada y que ni siquiera sabía realmente de tu existencia además de un anuncio que publicaste para un compañero de cuarto, en el que nadie parecía interesado.

La vida no te estaba convenciendo, todo era una mierda.

Aunque aceptarlo no hacía que doliera menos, y habías decidido que ese viernes por la noche, un baño caliente sería justo lo que necesitabas para sentirte mejor.

Equilibraste tu copa de vino al lado de la bañera para tomar una esponja y una barra de jabón. Levantando un muslo brillante por las burbujas, lo enjabonaste haciendo pequeños círculos en tu piel. Poco después dejaste la esponja a un lado, buscando la maquinilla de afeitar e inspeccionaste la cuchilla ¿Cuándo fue la última vez que la usaste? Ahora no lo recuerdas.

¿Ves? La vida era una mierda.

Le diste a la cuchilla un enjuague rápido y te pusiste a trabajar, cortando la espuma en trazos bien practicados. Espinilla, pantorrilla, rodilla, ¡Ay! Un punto de sangre aparece como una burbuja en tu pierna.

-Mierda. -Te apresuraste a tomar una toalla, doblándola como un vendaje improvisado para luego presionarla contra la rodilla.

Fue cuando de repente sonó tu teléfono. Lo escuchaste desde tu dormitorio y no te preguntaste quién podría ser. Estabas demasiado cómoda, así que decidiste que no era importante responder y te sumergiste de nuevo en el agua de burbujas perfumadas, esperando a que el teléfono dejara de sonar. Quienquiera que fuera, podía esperar.

Al final se detuvo. Pero eso solo tardó unos segundos cuando volvió a empezar de nuevo. Dudaste. ¿Deberías salir corriendo a responder? Tu mente rápidamente repasó la situación, por qué alguien te llamaría de nuevo en lugar de dejar un simple correo de voz, tu cerebro te mostró un montón de escenarios, cada uno peor que el anterior; así que terminaste saliendo del baño corriendo en busca de tu teléfono, en medio de la sala de estar completamente desnuda, goteando agua jabonosa en el suelo.

Era un número desconocido.

¿Saliste corriendo del baño por culpa de un extraño? O peor, ¿por un telemarketing?

-¿Hola? -Respondiste.

-Oye, estoy llamando por el anuncio, ¿de una habitación?

Un posible compañero de piso. Oh, no. De repente eras muy consciente de que podrías ser una posible casera, y deberías sonar como tal, pero estabas desnuda en tu sala de estar y te diste cuenta de que tus persianas no estaban cerradas hasta el final.

-¿Es el número correcto? -Preguntó él chico, pero fue sorprendido por un fuerte aullido de tu parte que se escapó de tu garganta mientras casi te deslizabas por el charco que habías creado sobre el suelo.

-Lo siento, sí. Hola. Es que estaba tomando una ducha. -Dijiste sin pensar, haciendo una pausa. No tenías que decir eso. -Sí, la del anuncio soy yo.

-Genial. -Dijo él, seguido de un silencio incómodo.

Posiblemente estaba decidiendo si terminar la llamada o no, pensaste.

-Me llamo Joseph. Joe. -Dijo aclarándose un poco la garganta.

-Genial. -Soltaste, cerrando inmediatamente los ojos por la vergüenza.

¿Qué tipo de reacción fue esa hacia alguien que se acaba de presentar?

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora