Estafadora|Joseph Quinn

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Hacía frío. Hacía un maldito frío de mierda. Pero preferías mil veces haber salido huyendo de aquella desastrosa cita, caminando por las frías calles de Italia, a altas horas de la noche; que seguir hablando con el idiota que habías conocido por Tinder. No querías pasar ni un minuto más con ese intento de chico malo que usaba el dinero de sus padres para impresionar a las personas; tú también usabas el dinero de tus padres. Pero era diferente, ¡era una empresa familiar! La diferencia era que no lo usabas para impresionar a nadie, solo vivías y ya.

Tu última relación había sido una mierda; eras una de las bisnietas de Pietro Ferrero. Sí, así de mucho dinero tenía tu familia. La mayoría de chicos que se acercaban a ti lo hacían por ganar fama, así que no confiabas mucho en los hombres.

Habías instalado Tinder solo por insistencia de tu mejor amiga, siempre decía que vivías inmersa en tu trabajo en la empresa familiar y que necesitabas salir, conocer a alguien, pasarla bien un rato. Pero te arrepentías increíblemente de haber instalado aquella maldita aplicación y estabas increíblemente arrepentida de haber aceptado aquella cita.

Era algo tarde por la noche, habías dejado tu auto estacionado un poco lejos del restaurante que había escogido aquel idiota que se hacía llamar Adam. Caminaste con rapidez hacia una de las esquinas de la calle, agarrando con fuerza tu abrigo, intentando mantener el calor.

Al llegar a la esquina debías llegar al otro lado de la calle, era un lugar algo solitario así que miraste atenta a ambos lados de la calle, para así evitar que un auto viniera hacía ti y te atropellara. Pero cuando miraste a la derecha sentiste un golpe y luego sentiste como caías con el trasero hacia el suelo con fuerza. Cayendo tu celular y tu bolso también, con algunas de tus cosas.

Un chico que andaba en patineta había chocado contra ti, parecía algo ebrio así que entendías porque había chocado contra ti, era eso o en serio patinaba muy mal. Él empezó a pedirte perdón varias veces, una y otra vez mientras te tendía la mano para ayudarte.

-No importa. -Negaste. -Solo vete. -Volteaste los ojos.

El chico solo se encogió de hombros, tomó su patineta y se largó de ahí. Dejándote en el suelo. Suspiraste, acomodando tu cabello hacia atrás, ya que todo había caído sobre tu cara, te pusiste en pie con dificultad y limpiaste un poco tu atuendo, te rompía el corazón, el abrigo largo que llevabas era uno de tus favoritos.

Miraste el suelo y volviste suspirar al ver tus cosas, así que te pusiste en cuclillas, intentando recoger todo, llaves, lentes de sol, lápiz labial, cartera y otras cosas que llevabas en tu bolso siempre. En ese momento, y para tu mala suerte, tu celular comenzó a sonar, te estaban llamando.

Tomaste el celular que aún seguía en el suelo y contestaste de inmediato al darte cuenta de que era tu mejor amiga, quien también tenía una clase de vida similar a la tuya, era familia de los Ferrari, solo que ella era un poco más extrovertida cuando de lujos se trataba. No te habías dado cuenta que por el golpe se había encendido la linterna.

-¿Aló? -Respondiste.

-¡Hola! Bombón. -Tú amiga. Alessia. Siempre te llamaba así por la referencia del chocolate Ferrero. -¿Qué tal tu cita?

-¡Horrible, Alessia! -Suspiraste, sosteniendo el teléfono con una mano e intentando acomodar tus cosas en el bolso, que por alguna razón ya no lograban entrar todas como en un principio, ¿qué magia era esa? ¿Acaso tú bolso se encogió en la caída?

-Ay __. -Suspiró ella. -La buena suerte es que mañana hay una fiesta de los Ferrari a la que tú y tu familia están invitados, lo sabías, ¿no? y debes ir. Presencia obligatoria de tu parte. -Sentenció;, obviamente ya lo sabías y tú familia también. Habían recibido una invitación hace un par de semanas. Esas estúpidas fiestas que preparan los ricos porque no saben en qué más gastar el dinero.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora