Somos una vez en la vida|Eddie Munson

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Pero todo esto había ocurrido hace 11 meses atrás, Billy había fallecido hace 4 meses. Aún no podías asimilarlo del todo. Había sufrido un aneurisma un viernes por la noche, reunidos en el bar de siempre, jugando billar y charlando sobre sus días. Él lucía normal, como todos los viernes. Pasó por ti a tu trabajo, te contó sobre su día, bebió una cerveza, jugo billar junto a Steve y luego sólo se desplomó en el suelo.

La ambulancia llegó en poco tiempo, toda la situación se sintió irreal. Volver a vivir lo mismo fue una de las más traumáticas experiencias que has tenido en tu vida, claro, quedó en segundo lugar luego de lo que él mismo médico que los había atendido anteriormente, te dijo lo que ocurría.

-Billy sufrió un aneurisma. -Mencionó, mirando a todos antes de fijar su atención en ti.

Sabías que algo andaba mal. Lucías frágil abrazándote a ti misma mientras el médico explicaba la enfermedad de Billy y cómo llegó a generarle lo que estaba sucediendo.

-¿Muerte cerebral? -Repitió Steve en un murmullo; palabras del doctor que no habías estado escuchando por estar dentro de tu cabeza.

-Billy no despertará más. Su cerebro no funciona. -Suspiró. -Lo desconectaremos en cuanto se despidan de él. -Dicho esto se retiró.

Agradecías al cielo tener los amigos que tenías, tú sola no habrías logrado superar todas las etapas. No solo la muerte de Billy era difícil, despedirse de él fue horrible, el funeral fue horrible, ver a Max después de tanto tiempo en el funeral te rompió el corazón. Todo eso te había hecho enfermar, no habías salido de casa durante casi todo este tiempo; hasta que tus amigos se preocuparon y decidieron actuar.

-Hola guapa. -Robin abrió la puerta de tu habitación. Estabas acostada sobre tu cama, acurrucada entre tus sábanas. Levantaste la mirada para observar a Robin. -Te hice té. -Dijo, acercándose a la mesita de noche para dejar la taza ahí.

-Gracias. -Dijiste, con las sábanas amortiguando el sonido de tu voz.

-Sé que no te va a gustar escuchar esto. -Comenzó Robin, subiendo a tu cama. -Pero los chicos vendrán y beberemos algo y estarás ahí.

-Robin. -Suspiraste.

-No, debes hablar con alguien más que no seas tú y yo. -Dijo ella. -Debes regresar a trabajar el lunes __, ya te dieron suficiente tiempo, te despedirán.

Sabías que tenía razón. Estaba sobreviviendo con tus ahorros mientras seguías pidiendo más días libres en tu trabajo.

-De acuerdo. -Murmuraste en respuesta.

-Genial. Toma una ducha. -Se quejó Robin.

-Lo haré, gracias por el consejo.

Esa noche por fin te distrajiste un poco. Lograste reír junto a los demás. Los chicos estuvieron felices de verte de nuevo y esperaban que se volviera a repetir pronto. Que volvieras a ser tú de nuevo. Era obvio que todos extrañaban a Billy, y habían tenido su duelo cada uno, pero la vida de cada uno debía seguir. Lo extrañarían cada día de sus vidas, pero preferían recordarlo lleno de felicidad.

Te preparaste esa mañana para ir a trabajar, en contra de tu voluntad claro. Esa mañana Vicky estaba ahí, así que había un desayuno preparado por ella en la mesa de la cocina.

-Gracias Vicky. -La miraste agradecida.

-No es nada. -Sonrió ella, mientras bebía una taza de café. -Panqueques hechos especialmente para ti.

-¿Lista? -Robin se adentro en la cocina, tomando asiento para desayunar también.

-Supongo que sí. Necesitaré un par de tazas de café más pero creo que sobreviviré.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora