El plan de Steve y Robin|Eddie Munson

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-Estás babeando.

Saltaste ante el sonido de la voz de Steve, casi dejando caer el vaso con café que estabas bebiendo. Te volteaste para mirarlo y darle una de tus mejores caras enojadas, lo cual lo hizo reír.

-No estaba babeando. -Te defendiste. -Estaba mirando esos libros de ahí. -Señalaste algunos libros que estaban en uno de los estantes superiores, en la biblioteca de la escuela.

-No sabía que Eddie era un libro. -Respondió Steve mientras tomaba asiento a tú lado.

Mierda. Steve te había atrapado con las manos en la masa y ahora no te dejaría tranquila.

Suspiraste profundamente, intentando calmar los nervios que aparecieron de repente, desviando la mirada de Steve.

-Parece que te gusta leer mucho en estos días. -Comentó de nuevo Steve.

-Steve. -Está vez reuniste valor para volver a mirarlo a los ojos, con tu mejor mirada de cachorrito regañado. -Por favor, no digas nada. Si de verdad eres mi mejor amigo, no dirás nada nunca.

Steve se quedó pensativo unos segundos.

-Bien. -Suspiró él.

Steve mordió el croissante que traía con él, algunas de las migajas cayeron por su suéter, que, sin querer, rozaste. Lo que no sabías era que, en ese preciso momento, Eddie levantó la mirada y los vio. Un profundo ceño fruncido se alojó en su rostro.

-Deberías decirle. -Habló Steve nuevamente.

-¿Decirle qué exactamente? -Tomaste una servilleta que tenías alrededor de tú pequeño vaso de café, y la acercaste al rostro de Steve para limpiar las esquinas de su boca, donde habían rastros de su bocadillo.

Él hizo un sonido para quejarse.

-¡Que estas enamorada de él! -Dijo mientras tomaba tú muñeca y así poder bajarla de su rostro.

Él te arrebató la servilleta.

-¡Cállate Steve! -Susurras alarmada, mirando alrededor para asegurarte de que nadie lo hubiera escuchado, al mismo tiempo que colocabas una mano sobre su boca.

Afortunadamente nadie los escuchó ni los miró.

Suspiraste con alivio.

-No estoy enamorada de él. Es... no lo sé. Algo así.

-¿Algo así? -Dijo Steve contra la palma de tú mano, para volver a tomar tú muñeca y bajar tú mano, una vez más. -Estas enamorada de él, él está enamorado de ti. ¿Por qué no hacer algo para que se dé cuenta?

-Porque estás equivocado. -Suspiraste profundamente.

Ojalá que lo que Steve decía fuera cierto. Habría hecho que todo fuera mucho mejor, más sencillo.

-No. -Negaste ligeramente. -Solo es mi amigo, al igual que tú.

-¿Perdón? -Río brevemente Steve, con burla. -Yo soy tú mejor amigo, no solo "amigo".

-Y el mejor de todos los tiempos. -Sonreíste mirándolo con ternura, mientras te levantabas de tú asiento y tocabas suavemente las mejillas de Steve, presionándolas. -No sé qué haría sin ti, Steve.

-Sufrir, tal vez. -Se burló Steve, bajando de nuevo tus manos de su rostro. -Afortunadamente nunca tendrás que averiguarlo. -Sonrió él mientras se ponía en pie también.

Sabías que tenía razón.

-Bien, como tú digas. -Respondes.

Dejas que él te envuelva en un pequeño abrazo apretado, relajándote ante su tacto. Además de ser un tonto, Steve siempre sabía qué decir, era amable y tenía un gran corazón.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora