Compañero de piso|Joseph Quinn

674 97 10
                                    

•Parte 3•

No sabías cual era el horario de trabajo de Joe, pero tuvo tiempo de beber contigo un jueves por la noche. Te diste cuenta de que Joe solo había vivido contigo durante un poco más de una semana, pero hasta ahora, durante casi todas las noches, la habían pasado juntos.

-Si no dejas eso, algún día tendrás un trasplante de pulmón. -Bromeaste.

No solías fumar y no planeabas hacerlo algo habitual, aunque Joe tenía el potencial para que empezaras a fumar a diario, ya sabes, ahora que era tu compañero de piso y socializaban todos los días. Estabas intentando aguantar todo el tiempo que pudiste y hasta ahora, estabas teniendo éxito.

-Estaré a tu lado cuando vayas a tu trasplante de hígado. -Bromeó Joe.

Habrías protestado, pero él tenía razón.

Fue demasiado agradable sentarse con un par de copas de vino y un par de cigarrillos para Joe. Ni siquiera dudó cuando le preguntaste si quería otra copa. Que le habrías dado, si no hubieras vaciado el último poco de vino en tu copa.

-Nos quedamos sin vino ¡Volveré en cinco minutos! -Dijiste desde la cocina, te colocaste los zapatos y saliste corriendo hacia la tienda de la esquina que estaba justo al final de la calle.

Al entrar en la tienda, le sonreíste a la señora detrás de la caja, para luego dirigirte rápidamente a la parte de atrás, donde guardaban el vino. Reflexionaste sobre cual botella elegir, siempre tomabas el que era tu preferido, pero tal vez esta vez deberías elegir algo diferente. Te dirigiste hacia los rojos. No, demasiado pesado, y el vino tinto te teñía los dientes. Volviste al blanco pero podría ser un poco de mal gusto, ¿verdad?

Normalmente no eras tan indecisa. Has comprado vino ahí cientos de veces y nunca dudabas ¿Qué era diferente ahora? Joe era diferente, y te diste cuenta de eso.

Joe probablemente estaría bien con lo que eligieras, pero no querías solo elegir algo. Especialmente después del incidente del jarrón hace un par de días. Suspiraste desesperadamente. Así que cerraste los ojos, y guiaste uno de tus dedos para que eligiera una botella. Pero en lugar de tocar una superficie dura, sentiste algo suave y cálido.

Tus ojos se abrieron y miraste tu dedo, que estaba incrustado en el hombro de alguien. El hombro de un hombre. El hombro de tu vecino.

Sentiste una opresión en tu estómago junto con una sensación de nauseas. Tomaste la respiración suficiente para luego tartamudear.

-Oh, lo lo siento. Solo estaba...

Mierda.

Esto era realmente terrible.

¿Por qué siempre tenías que parecer una idiota cuando estabas a su alrededor? No era raro que te ignorara. Te alejaste y fingiste mirar fijamente los estantes. Solo desearías poder tener una conversación normal con él solo por una vez, solo para demostrar que no eras una clase de lunática.

-Elegir vino nunca es fácil, ¿verdad? Pasas horas leyendo etiquetas y cuando llegas a casa casi nunca sabe cómo esperas.

¿Estaba hablando contigo?

Tus ojos viajaron desde sus pies, hasta su boca. Te sonreía. Tu corazón se hundió en tu pecho al darte cuenta de que probablemente no te reconoció.

-Nunca nos han presentado. Soy Thomas. Creo que vivimos uno frente al otro. -Dijo él.

Intentaste sonreír casual, pero estabas realmente nerviosa, sobre todo cuando te presentaste mientras le estrechabas la mano. Podrías jurar que parecía aferrarse a tu mano durante demasiado tiempo, pero tal vez eso solo fue una ilusión.

One Shots | Joseph Quinn/Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora