La música empezaba a darle dolor de cabeza a Steve. Atrás quedaron los días de ser el rey de los barriles y el maestro del beer pong. Ahora se encontraba preocupado porque una Robin ebria hacía preguntas demasiado personales a la gente que incluso estaba mucho más ebria que ella.
-Por favor, te lo ruego sinceramente _____, solo siéntate. -Dijo Steve mientras te quejabas.
-Steve, el juego acaba de empezar. Ni siquiera... -Un fuerte hipo cortó tus protestas arrastradas haciendo que Robin riera desde el asiento del lado.
Steve dejó salir un suspiro cansado, cerrando los ojos durante un momento antes de centrarse en ustedes dos.
-Bueno, vamos a jugar un juego nuevo. Se llama sentarse aquí mientras Steve hace una llamada telefónica. -Dijo, con los ojos puestos en ti y luego en Robin.
-Suena horrible. -Murmuraste, cruzando los brazos sobre el pecho y hundiéndote en el sofá.
-Sí, el nombre apesta. -Dijo Robin, tomando una bebida sin terminar que estaba en la mesita frente a ustedes.
Steve se la arrebató antes de que pudiera llevarla a sus labios, porque no era su bebida.
-Rob, deja de intentar beber todo lo que te encuentras. -Siseó Steve, dejando caer con dureza la bebida sobre una mesa fuera del alcance de Robin.
-Bueno, estoy algo deshidratada Steve, ¿me vas a dejar morir de sed? -Bromeó ella.
-Entonces te traeré agua. -Entrecerró Steve los ojos. -Pero primero déjenme hacer solo una llamada, ¿ok? No vas a morir de sed en tres minutos.
-¡Claro que sí! ¡Siento que mis células se desintegran mientras hablamos! -Exclamó con los ojos muy abiertos.
Volteaste a mirarla.
-¿Desintegrando? -Repetiste.
-Sí, cada segundo qué pasa ¡Poof! Otra celula muerde el polvo. -Confirmó ella dándote una sonrisa triste.
-No... -Steve se pellizcó el puente de la nariz.
-Eso es terrible. -Expresaste, con los labios haciendo pucheros y mirando a Steve con una expresión de alarma. -Eso es muy triste.
-Lo más triste. -Asintió Robin.
-Oh Dios mío. -Murmuró Steve.
-¡Tenemos que hacer algo Steve! ¡Sus células!
-¡Mis células, Steve! -Dijo Robin, burlándose de ti mientras sonreía.
Steve sentía que su dolor de cabeza crecía.
-¡Bien, de acuerdo! Iré a buscarte un trago. Solo quédense en ese sofá, ¿entendieron?
Cuando ninguno de ustedes protestó, con dos pares de ojos parpadeando hacía él, se apresuró a encontrar el teléfono de la casa, sabiendo que su tiempo era limitado antes de que ustedes dos se alejaran en direcciones opuestas. Era tarde y estaba cansado y necesitaba llamar a alguien que lo ayudara.
El teléfono sonó durante un tiempo, lo que le hizo temer que nadie fuera a responder hasta que finalmente el receptor contestó.
-Residencia Munson. -La voz de Eddie hizo que Steve soltara un suspiro de alivio de corta duración.
-Eddie, es Steve. -Dijo, presionándose cerca de la pared para evitar que dos chicas se balanceen peligrosamente y tropiecen junto a él con sus caras verdes.
-¡Steve! ¿A que debo este placer? -Eddie parecía que estaba comiendo algo, ya que sus palabras sonaban ligeramente apagadas.
-Necesito que vengas a buscar a tú novia. -Intentó no sonar como si estuviera rogando, aunque eso es exactamente lo que estaba haciendo.