Cap 22. La chica de Atlanta.

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LUCIEN HOFFMANN

Observo la ciudad desde la ventana de mi lujoso hotel en Atlanta. La noche envuelve los rascacielos, y las luces titilantes dan vida a esta urbe que no duerme.

Estoy acostumbrado al poder y al control. Soy Lucien Hoffmann, el máximo líder de la mafia en Luxemburgo. Junto a mi mellizo, León, gobernamos nuestra organización con mano de hierro.

No he venido a Atlanta por placer. Hay negocios que atender, acuerdos con americanos que requieren mi atención personal. A pesar de mi naturaleza reservada, sé cuándo y dónde debo mostrarme. La presencia física es una herramienta de poder que utilizo con maestría.

Esta noche decido explorar uno de los clubes nocturnos más exclusivos de la ciudad. Vestido con un traje oscuro que acentúa mi figura imponente, me mezclo con la multitud sin esfuerzo. A pesar de estar rodeado de gente, mi mirada se mantiene alerta, evaluando el ambiente.

Y entonces la veo. Una chica baila sensualmente en la barra, capturando la atención de todos los presentes. Sus movimientos son hipnóticos, y la seguridad con la que se mueve revela una fuerza interior que me intriga.

Camino hacia ella y decido hacerle una pequeña broma, quiero ver cómo reaciona.

En un descuido logro tomarla, le meto mi mano en su vestido y le coloco un billete de gran denominación.
Me sonrió pues ella lo nota de inmediato y empieza a bailarme como toda una teibolera, sus movimientos y miradas coquetas en torno a mi.

No soporto y me aproximo a ella diciendole.

Vamos nena, exfuerzate y bailame bien rico.— le digo. Ella lo hace y es coqueta, pero luego hace un gesto con sus dedos y se acerca a mi oído de manera sensual.

Para la próxima vez, nene; le metes tus billeticos en el culo a tu abuela.— me dice y se baja de una de la barra.

Sonrió que valiente y atrevida y en ese instante, se convierte en el centro de mi atención.

Vine a Atlanta por negocios, pero parece que la noche tiene algo más reservado para mí. Esta chica  es diferente a cualquier mujer que haya conocido, y no puedo evitar sentirme atraído por su energía y su audacia.

La sigo y les envío tragos, noto que está en un privado con amigos, se que no tiene pareja, o este no la dejaría hacer este tipo de espectáculos; ella toma un trago y luego va a una ventana, creo a despejarse la sigo;  hay algo en ella que quiero descubrir, algo que me llama de una manera que no puedo ignorar. La noche en Atlanta acaba de volverse mucho más interesante.

Luego de nuestra conversación donde al final solo conseguí mandarme por un tubo a la china, sobrio es toda una Pantera.

°°°°


Viajo nuevamente a Luxemburgo; últimamente hemos tenido algunos tratos con los Americanos, y tengo que viajar seguido.

Dejé a la chica en paz. Tengo muchas ocupaciones como para estar trayendo frustraciones a mi vida, pero no lo voy a negar, me ha encantado.

El vuelo durará alrededor de 11 horas, y trato de dormir. Tengo compromisos en la capital.

Cuando llego, mi hermano me espera. Hace algunos días fue la presentación de unos socios en Bélgica. Nuestro padre siempre ha querido unir las familias, pero su oportunidad murió cuando mi hermana Abril huyó de casa y se casó con un magnate americano.

El gran Filipe Hoffmann quería comprometerla con uno de los Lombart, líderes de Bélgica, específicamente con Yanka Lombart, pues ella es algo mayor para los gemelos.

No hay más mujeres en la familia, y esta es una de las razones por las que este par de patriarcas, me refiero a nuestros padres, han buscado posibles soluciones para consolidar una familia.

En fin, llego a mi penthouse en la ciudad y quiero un baño de tina para relajarme. Pienso en si llamar o no a Sylvia. No es mi novia ni mi pareja, e incluso no tenemos una relación formal, pero la follo cuando quiero; solo es llamarla y ya. Eso sí, a cambio de costosos lujos y regalos, muy caros por cierto.

Cierro los ojos y a mi mente viene esta chiquilla, es hermosa. Cómo movía sus caderas, me encantaría tenerla en mi cama, gimiendo.

Me sumerjo en la tina y me doy cuenta de que mi amigo está muy listo para una batalla. “¿Cómo te llamarás, pantera?” pienso.

Bueno, no me he presentado. Soy Lucien Hoffmann, el hermano mayor de mi mellizo, León Hoffmann. Tengo 25 años y heredamos de nuestro padre hace dos años el mando; todo lo hacemos en equipo con León y nos ha resultado excelente. Soy rubio, de ojos verdes grisáceos, musculoso, y hago mucho entrenamiento. Practico boxeo y tengo casi todo mi cuerpo tatuado; soy fan de la tinta.

Nunca me he enamorado, o bueno, eso creo, aunque sí tuve relaciones anteriores que fueron una total mierda.

Aunque siempre tengo miles de mujeres a mi alcance, soy exigente y no me conformo con cualquiera.

Me gustan las mujeres que no solo son bellas, sino que también tienen carácter y algo que me intrigue. Por eso, la chica de Atlanta se ha quedado en mi mente. Hay algo en ella, en su audacia y en su energía, que no puedo ignorar.

Me seco después del baño y decido no llamar a Sylvia esta vez. No quiero distraerme con ella. Me pongo cómodo y salgo al balcón del penthouse, mirando la ciudad. Luxemburgo tiene su propio encanto, pero mi mente sigue viajando a esa noche en Atlanta.

Leon llega más tarde.

Siempre ha sido mi compañero en todo. Nos entendemos sin palabras y compartimos las responsabilidades del negocio. Es un alivio tenerlo a mi lado en esta vida que puede ser tan demandante.

— ¿Cómo estuvo el viaje? — me pregunta, sirviéndose un whisky.

Largo, pero bien — respondo, aceptando el vaso que me ofrece. — ¿Qué novedades tenemos?

Lo usual. Algunos contratos que revisar, reuniones con los socios. Ah, y papá llamó. Quiere que vayamos a Bélgica la próxima semana para discutir un posible acuerdo con los Lombart.

— ¿Otra vez con los Lombart? — suspiro. — Parece que no va a dejar ese tema hasta que consiga lo que quiere.

Ya lo conoces — se ríe León. — Pero, cambiando de tema, ¿alguna aventura interesante en Atlanta?

Podrías decirlo. Conocí a alguien… diferente.

— ¿Diferente cómo?

Audaz. No se parece a ninguna otra mujer que haya conocido. Me rechazó de una forma que no puedo dejar de pensar en ella.

Eso sí que es nuevo — se burla León. — El gran Lucien Hoffmann, intrigado por una mujer que lo mandó a volar.

Exactamente. Y eso es lo que la hace interesante.

León se ríe y brinda conmigo. Sé que entiende. Siempre hemos compartido todo, incluso nuestras frustraciones y pequeños triunfos. Mientras seguimos hablando de negocios y planes, mi mente sigue volviendo a esa noche en Atlanta.

No sé si la volveré a ver, pero algo me dice que no he terminado con ella.

Termino mi whisky y decido ir a la cama. Mañana será un día largo y lleno de reuniones. Pero mientras me acuesto, cierro los ojos y dejo que mi mente viaje de nuevo a ese bar en Atlanta, a los ojos audaces de esa mujer que me ha dejado intrigado.

Quizá el destino tenga planes interesantes para nosotros.

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SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora