Cap 102. Cómo antes.

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MAKARENA

Despierto, y la luz resplandeciente acaricia mi rostro suavemente, siento unas manos grandes rodeándome y pegándome a su cuerpo como si su vida dependiera de ello.

Intento moverme, pero una punzada en mi vientre me hace quejarme.

Hum... ahí...— me quejo un poco, y de inmediato escucho movimiento. Sebak despierta, algo asustado.

Mi amor, ¿estás bien? ¿Te pasó algo? ¿Te lastimaste? —pregunta insistente mientras me revisa. Pero cuando retira la sábana, encuentra el motivo de mi dolor y, ahora, de mi vergüenza.

Mi cara se pone roja. Mi entrepierna está manchada de sangre, al igual que las sábanas y no sé qué más.

Prácticamente manché toda la cama y recién me doy cuenta. Incluso noto que hasta los pantalones de Sebak están manchados.

Intento levantarme rápidamente para limpiar el desorden, pero me es imposible, y otra punzada de dolor me detiene.

Ahuuu...— Sebak se da cuenta de mi vergüenza. Me toma el rostro y me mira.

Amor, tranquila, es normal—dice. Se levanta, va al baño y luego vuelve por mí.

Me carga en brazos como a una princesa y me lleva al baño. Me sienta en el lavabo, me quita la blusa y baja lentamente mis pantalones cortos de pijama y las bragas manchadas.

Quedo desnuda ante él. Toma un paño y limpia los rastros de sangre de mis piernas.

Me mira y dice: —Abre—refiriéndose a mis piernas.

Lo hago, y le muestro toda mi intimidad. Sebak, sin preguntar, toma el paño y me limpia rápido, pero con cuidado.

Luego me lleva a la tina, y mientras me baño y relajo, él sale. No sé a dónde va.

Cuando vuelve, trae otro paño, me carga, me saca del baño y me lleva nuevamente a la cama, ya limpia y como nueva.

Busca unas bragas de no sé dónde, al igual que un camisón, y me ayuda a ponérmelos, además de un tampón.

Me ofrece una aspirina y un té de no sé qué. Lo bebo. Sebak me acurruca en la cama y me mima, y eso me encanta.

—¿Amor, te sientes mejor? ¿Te apetece desayunar? —pregunta.

Asiento. —Sí, ya estoy mejor—respondo.

—¿Desayuno? —pregunta nuevamente, y solo asiento como una niña consentida. Sebak sonríe y me da un beso en los labios.

Me quedo fría. Prácticamente, desde que llegamos, Sebak ha estado comportándose como antes, cuando éramos novios.

Aunque reconozco que he bajado la guardia completamente, el lugar es de ensueño y quiero explorarlo.

Ahora estoy sentada en la encimera, y mi esposo, Sebastiáncito, prepara el desayuno: chocolate, panqueques y fruta con queso.

Tengo una bolsa de agua caliente en mi vientre, y Sebak me cuenta cómo encontró este lugar.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora