Cap 152. Por nuestros Chiquitos.

89 13 3
                                    

YANKA LOMBART


Acaricio su cabello mientras duerme en mi pecho. Venía destrozada, no sé qué pasó allá, pero es obvio que Mikael la rompió. Solo nos miramos mis hermanos y yo, junto con León.

Le quitamos parte de su ropa. Lucien nos dio más privacidad, aunque últimamente ha estado muy interesado en ella, pero después de dejarla, ahora vuelve…

Me duele el alma.

Creo que fue un grave error aceptar la petición de nuestros padres. —les digo. Le quitamos sus prendas y le ponemos un camisón. Salimos todos de nuestra habitación; tenemos que hablar sobre ella.

—¿Qué le habrá hecho ese maldito de Mikael? —responde Senne.

Esta tarde anunció la fecha de su boda, luego "charló" con Makarena. Me lo confirmó Michelle —dice León, y todos callamos.

Y ahora está destrozada, se siente utilizada y humillada. Quería irse y dejarnos a todos —expresa Sebak, algo estresado.

Mikael tuvo que haberle dicho cosas horribles. Ella no es tan inestable, es fuerte —León sigue comentando, y lo peor es que tiene razón.

—¿Sabrá sobre su embarazo? —comenta Sebak.

No lo creo. Conozco a Mikael, él se había enamorado. No creo que solo haya estado con ella por estar. Si se enterara del embarazo, no la habría dañado tanto —dice Senne, y al final acordamos amarla y convencerla de seguir con nosotros, sus esposos.

Lucien está muy inquieto, quiere saber qué está pasando, pero León se encargara de contarle.

Vuelvo a mi habitación con la intención de dormir abrazado a ella, pero ya mi cama está ocupada por Senne y León.

Pensé que estabas con Lucien —comento, con la intención de que León me deje un lugar junto a ella, pero él niega.

Ella es más importante en mi vida, y me necesita. No ves que lleva a nuestro hijo en su vientre —dice León, y acordamos hablarle del bebé.

Me acuesto a un lado de ellos. Al amanecer, Sebak le trae el desayuno y yo algo mejor...

Buenos días, conejita. Aquí hay otra conejita que quiere verte... —digo, y de inmediato ella grita de emoción.

Hola, mi chiquita. ¡Cuánto te extrañé! —solloza ella. Me parte el alma verla llorar.

Lo siento, mi amor conejita, no te volverás a separar de nuestros hijos, eso  te lo juro —le digo, y ella sigue abrazando y besando a nuestra pequeña.

Mira, mi Lucienne —le digo, tocando su vientre—, aquí está tu hermanito —completo, y ella me ve expectante.

—¿Hermanito? —comenta mi conejita chiquita, y ella asiente.

Sí, mi amor, un hermanito o hermanita.

Después de desayunar todos con mi conejita, ella se levanta y acaricia con suavidad el cabello de nuestra pequeña.

Con una sonrisa forzada, toma a Lucienne de la mano y la lleva al patio.

Desde la ventana, observo cómo juega con ella; sin embargo, su risa no es tan viva como otras veces.

Sé que está triste y melancólica. Lucienne corre tras una pelota y se ríe, pero mi conejita apenas la sigue con la mirada. Sus ojos, aunque centrados en nuestra hija, parecen lejanos, tristes y... resentidos.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora