Cap 113. No prometo nada.

84 10 0
                                    

MAKARENA


León se arrodilla frente a mí. No sé qué hacer, estoy agotada y todo esto me está volviendo loca.

Risitos —me llama—, quiero que me mires. — Hago exactamente lo que dice y lo miro.— Quiero que sepas que te Amo, ambos. Y que siempre será así. No es un capricho ni un momento. Es más grande que eso.

Puedo notar su arrepentimiento y amor hacia mí. También lo amo, lo deseo. Lo sé porque dolió y duele.

Pero he puesto capas en mi corazón desde niña y me hago la fuerte aunque no lo sea. Pero hoy, hoy León y mi Luci no me dejaron escapar, y mis muros caen.

Somos tuyos, Makarena —me dice mi lindo Luci, con su voz sexy—. Como tú eres nuestra. —termina León.

León sigue su camino de besos por mis piernas, subiendo poco a poco. Noto que Luci se dedica a quitarme la parte superior del pijama mientras León me baja los shorts y las bragas. No me dan tiempo ni de responder cuando, prácticamente, este par de dioses griegos ya me tienen desnuda.

León se quita su camiseta al igual que Lucien, y se interna en mi centro haciéndome sentir increíble y sublime.

Lame cada milímetro de mi piel, mis labios superiores los mordisquea y chupa, mi clítoris, y con sus manos acaricia mis nalgas y piernas.

Luci chupa y devora mis pechos con necesidad, como si no me follara seguido.


El calor entre los tres es abrumador. Mis pensamientos se disuelven cuando los labios de León se pierden en mi piel, besando y saboreando cada rincón de mí. Su lengua hace maravillas, recorriendo mi centro con una habilidad que me hace arquear la espalda y soltar un gemido involuntario.

Mientras tanto, Luci sigue devorando mis pechos, sus manos acariciando mi cintura, mis caderas, asegurándose de que cada parte de mí sienta su toque.

Dios, Luci... León... —susurro, perdida entre ellos. No puedo pensar, no puedo resistirme. Todo en mí se rinde.

Lucien me mira, con esos ojos que me derriten, y baja su mano entre mis piernas, acariciando mi clítoris con movimientos suaves pero firmes, mientras León no deja de besarme, mordisqueando y chupando, llevándome cada vez más al borde del abismo.

Eres tan nuestra... —gruñe Luci entre suspiros, apretando mis caderas contra su boca.

Mis piernas tiemblan. Estoy a punto de perder el control cuando siento que León se acomoda entre mis piernas, su lengua dejando paso a algo más profundo, más intenso.  No sé en qué momento se quitó todo y puedo ver su majestuosa hombria.

Mi respiración se corta, mi cuerpo se tensa, y la sensación de querer  tener a los dos sobre mí, dentro de mí, es demasiado.

Por favor... —gimo, sin saber exactamente qué estoy pidiendo.

León sonríe contra mi piel, su mano acariciando mi muslo mientras entra en mí, despacio, con firmeza. Lucien no se queda atrás; sus manos siguen explorándome, intensificando cada sensación hasta que ya no sé dónde termina uno y comienza el otro.

Hace lo mismo que León, y también puedo ver este hombre y toda su masculinidad.  Me alza en un segundo y quedó sentada a horcajadas en lucí, pegando mi espalda a su pecho.  Mientras León y ahora Luci, entran en mi.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora