Cap 149. Y de paso destrozada.

70 13 2
                                    


MIKAEL MAISTER


Makarena lame y chupa mi falo como si fuera una deliciosa paleta. La sensación es tan sublime y deliciosa que no lo soporto mucho y ya me estoy corriendo en su boca. Cuando lo hago, me es imposible dejar mi lado Dom y la tomo fuerte del cuello, diciéndole con voz firme:

Trágalo. — Ella lo hace aunque reviso su boca con mis dedos, y ella la abre.

La cargo a horcajadas y la llevo a la cama. Hoy es mi cumpleaños, y aunque no acepta ser mi sumisa, no significa que no es mía. Aunque sea por esta noche. La follaré tan fuerte como pueda.

Hoy será rudo y apasionado. Makarena es diferente a las otras mujeres que he conocido; con ella no me importa el contacto físico, y es lo que más deseo, amarla.

La tomo fuerte de su cabello y hago una coleta; con mi mano jalo su coleta hacia mí, y le rompo la ropa interior.

— ¡Ahhyyy, Mika, no seas bruto! — exclama, pero no dice más cuando ya la estoy penetrando fuerte y duro.

— ¡Ahyy! — se queja, pero la sujeto con fuerza por la cadera mientras con la otra mano jalo con fuerza su cabello.

Las embestidas son salvajes y rudas. Ella se queja un poco.

— ¡Hayy, Mika, estás siendo rudo! — me dice, pero gime y se queja un poco más.

Me concentro en las embestidas fuertes y certeras.

Ya siento que me corro, pero hoy quiero dejarla cansada y ansiosa de más.

La volteo de un solo movimiento y jalo sus piernas hacia mi pecho. Ella pega un pequeño grito por mi rudeza y movimientos, pero no la dejo reaccionar cuando nuevamente la estoy penetrando.

Con mi mano masajeo su clítoris y cuando ya está a punto de correrse y siento sus calambres, freno.

No te corras... —le digo y cambio su posición. Ahora tengo una pierna en mi pecho y la otra al lado de mis caderas, la torturo por algunos minutos frenando su orgasmo, hasta que ya no aguanta más y estalla, y yo junto con ella.

Caigo a su lado, y aunque no estoy acostumbrado a esto, me encanta su calor y compañía.

Ella me abraza y se duerme; la acaricio, y aunque estoy sudado y pegajoso por nuestra actividad sexual intensa, me siento en paz.

Me levanto y preparo una tina, la cargo a ella y la baño. Ella está algo somnolienta. Me baño con ella, la cargo nuevamente a mi cama y nos dormimos abrazados.

Despierto con el nuevo día. Ella aún duerme, pero verla de esta manera es tan tierna que me dan ganas de besarla.

Mis besos se profundizan y se convierte en una ronda de sexo mañanero espectacular, más aún cuando ella me cabalga de manera increíble y placentera.

Ella inicia su rutina pues aún está en prácticas y tiene compromisos... Yo también tengo los míos.

Los días han pasado y, aunque no hemos hablado sobre el tipo de relación que tenemos ni tampoco ha aceptado ser mi sumisa, las noches y mañanas se vuelven cortas con nuestra gran actividad sexual. “Ella es deseo y placer puro.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora