SOY MAKARENA GALLEGO. « La Reina ».

Cap 95. Perfecta.

LUCIEN HOFFMANN

—Ok, señora Hoffmann Lombart, como le decía, su dolor abdominal y el cambio de color en su piel se deben al fármaco anticonceptivo. Noto que presenta irregularidades en su tensión, lo mejor será probar con otro fármaco. Si persisten, debemos cambiar de método. —le dice el doctor a mi hermosa esposa.

Había notado un cambio en su color de piel, más pálida, e insistí en que viniera al doctor, aunque este es su nuevo ginecólogo. Los exámenes revelaron un problema leve en el hígado y por eso estamos aquí.

—Muchas gracias, doctor, entonces esperaré a que me llegue el periodo y ahí me podré inyectar nuevamente —le contesta ella, y salimos del consultorio.

—¿Y cómo les fue, mi conejita? —pregunta Yanka cuando salimos; no pudo entrar porque llegó tarde.

—Perdón por no ingresar con ustedes, ya sabes, trabajo —le dice, dándole mimos a mi Pantera.

Los llevo de camino a un restaurante. Hoy tendremos una cena importante, y tendré que viajar por unos diez días a América por negocios, pero ella aún no lo sabe. En realidad, no sé cómo decírselo, aunque vendré para su cumpleaños.

—No. No estoy de acuerdo. Es mi cumpleaños y no quiero una de esas fiestas aburridas, Yanka —le dice ella, pues ya tenemos planeada la fiesta en un castillo con invitados a bordo.

—Pero, mi conejita, ya tengo todo listo —insiste Yanka.

—No. Entonces no voy... me quedo en casa —dice ella.

—Es por tu cumpleaños, eres la invitada de honor —discute Yanka.

—Búscate un doble, le pagaré y que se haga pasar por mí, ¡esa es buena idea! —ríe.

—Quiero festejarle a mi esposa, no a una desconocida —dice Yanka, tomando su brazo.

—Luci, amor, ayúdame. No quiero, no me obliguen. Por eso me vuelo, y después se enojan... —Yanka y yo nos miramos. Makarena es complicada.

Y lo peor es que esta noche tenemos una cena de socios e invitados en casa. Ella no lo sabe y es la anfitriona.

—¿Qué es lo que quieres, mi vida? Ilumínanos —le pido. Ella sonríe y dice:

—Bueno, en realidad ya la organicé —dice, y Yanka abre la boca, asombrado.

—¡¿Qué?! No quiero fiestas de viejitos —dice.

—Será en una discoteca muy famosa. Ya la alquilé, solo el área VIP, con efectos especiales, DJ y barra libre. Vienen mis amigos de América y los que he hecho por ahí —dice contenta.

Aunque Yanka niega con la cabeza.

—¿Ya tienes todo listo? —pregunta Yanka. Ella asiente como una niña regañada.

—Ya repartí las invitaciones —dice.

Yanka la observa, al igual que yo.

—Y si no aceptábamos, ¿qué ibas a hacer? —le pregunta Yanka, serio, y hasta molesto diría yo. Ella mira hacia atrás y dice: