Cap 60. Buen polvo si es.

112 7 2
                                    

MAKARENA

No puedo evitarlo. Todo en mí arde de rabia mientras me levanto de la mesa.

Aunque intente mantener la calma por Sebak, por los viejos tiempos y por el amor que acabo de descubrir aún siento por él, sigue siendo un imbécil, y Yanka no se queda atrás.

¿Cómo pude acabar en una situación tan absurda y patética? Si no fuera tan grotesco, hasta me reiría.

Me dirijo a buscar dónde dormir, pero en mi mente hay una tormenta de resentimiento.

Estoy tan furiosa que ni siquiera me importa lo que pueda pasar. Doy unos pasos, me detengo un segundo y, dándome la vuelta con una sonrisa cínica en el rostro, una idea de venganza cruza por mi mente. Y la haré realidad.

Miro a Yanka, el idiota que siempre parece tan seguro de sí mismo, y lo invito con un tono que rezuma veneno.

-¿Quieres follar, idiota? -le espeto, sabiendo que lo tomará como un reto.

Yanka, como el buen idiota que es, parpadea sorprendido por un segundo, pero luego esa sonrisa satisfecha vuelve a cruzar su rostro. No puede resistir la tentación, claro. Asiente, casi con emoción.

-Claro, conejita.

Me dirijo hacia la habitación. Sé que Yanka pensará que me tiene bajo control, pero no sabe que no soy ninguna muñeca que pueda manejar a su antojo. Y menos amenazarme y esperar que solo me resigne.

Entro primero, sin voltear a ver si me sigue. Me dirijo a la cama y empiezo a desnudarme con la misma rabia que siento por dentro. Primero me quito los tacones e intento romper este maldito vestido, el carísimo diseño de mi anhelada boda, pero me es imposible.

Siento cuando Yanka entra y cierra la puerta detrás de él. Lo veo por el rabillo del ojo y lo observo quitarse su camisa con la mirada fija en mí. Nota que estoy forcejeando con mi vestido y llega en dos zancadas hacia mí.

-Espera, conejita, te ayudo -dice, y de inmediato escucho el sonido del cierre al bajar. El vestido cae al suelo al instante.

Él me observa, pues he quedado en sostén, bragas y un espectacular liguero blanco que siempre quise usar y que finalmente estrené en esta maldita boda.

-Indudablemente eres hermosa, conejita -me dice, mientras achico los ojos.

-Nap, nap -le respondo-. Sin cursilerías, idiota. -Veo una leve sonrisa en su rostro.

-Sin palabras, ni caricias. A lo que vinimos -le digo, y lo empujo a la cama.

Lo empujo contra la cama y, sin decir una palabra, bajo la mirada hacia su entrepierna mientras desabrocho su pantalón con determinación.

Me observa con deseo, y eso es lo que quiero del éxtasis de una buena follada.

Libero rápidamente su pantalón y bajo de un solo tirón su Interior. Recortó su cuerpo con una sola mirada, y indudablemente este maldito idiota está más que bueno; Su miembro está prácticamente listo, es grande venoso y de color rosado, su cabeza es chata en forma de un champiñon.

El intenta tomar el control, acariciando mi rostro con suavidad, como si pensara que puede despertar algun tipo de ternura en mi. Pero no deseo sus caricias, solo su cuerpo y eso es lo que conseguiré. Su mano se desliza por mi cuello, intentando calentar la fria piel que arde solo por rabia, no por cariño.

-Deja las caricias, Yanka -le murmuro con desdén-. Esto es solo sexo.-

Sus ojos se entrecierran, pero asiente, consciente de que no lo dejaré avanzar si no sigue mis reglas.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora